Ya se puede ser mecanógrafo con un dedo

No era solo en la década de los 90 del siglo pasado cuando los apagones podían ser más frecuentes que el tiempo con servicio eléctrico en algunas zonas, lo cual generó chistes como el de que se daría un premio a quien lograra hacer un vaso de hielo en 24 horas.

A mediados de los 70 también hubo esas interrupciones que en el edificio de becas universitarias de F y Tercera en La Habana causaban desconcierto, sobre todo entre los inquilinos más cercanos al último piso, el 24, pues había entonces que apelar a las escaleras, no pocas veces cargando un cubo de agua.

Por aquellos días, este redactor tuvo la encomienda de reportar un acto de agricultores de la región de Cienfuegos y al llegar al periódico Vanguardia, en Santa Clara, había un apagón cuyo pronóstico era por tiempo indefinido.

Estaba apremiado por el cierre de la edición, pero más aún por ser fin de semana, momento en que acostumbraba a dejar el albergue semanal y desplazarme hacia mi casa distante 170 kilómetros muy demorados en recorrer por las terminales de ómnibus.

Antes de que restablecieran el servicio, ya había escuchado el discurso en la grabadora que usaba ocho pilas de linterna de las grandes y lo había mecanografiado en la oscuridad con la técnica de hacerlo al tacto, sin mirar el teclado.

En aquel tiempo, cuando alguien pulsaba una y otra tecla con un dedo de cada mano, solía decirse: “parece una gallina picoteando”, pero la frase ha dejado de escucharse con la llegada de los silenciosos teclados de la nueva tecnología y la extinción de la enseñanza de la Mecanografía.

Hace unos meses, al enterarme de que con un solo ded, de los diez puedo escribir tanto o más rápidamente que con todos, empiezo a mirar como quien despide con cariño los programas informáticos para aprender mecanografía al tacto.

Y comienzo a dejar de valorar como imprescindible el restablecimiento de las clases de mecanografía, uno de cuyos métodos consistía en escribir asdf ñlkj asdf ñlkj asdf ñlkj… y a partir de ahí otras palabras tales como ese oso y esa osa no salen solos…

Desde que aprendí a escribir a altísima velocidad en el diminuto teléfono celular con un solo dedo, en pocas ocasiones redacto en la computadora que he dejado para realizar otras faenas hasta ahora difíciles de ejecutar en el pequeño aparato que como herramienta para hablar, va pasando a planos secundarios.

Por supuesto que hay modelos en los que no se puede escribir deslizando el dedo de una letra a otra, pero en los más recientes es posible hacerlo con solo configurar el teclado en ajustes/Controles deslizamiento teclado/Deslizar para escribir.

El icono de ajustes en el teclado es similar al que muestra el propio teléfono con la ruedita dentada, y si usted observa el siguiente video, verá cómo se escribe deslizando el dedo, lo cual haré despacio: