¡Vaya, tu soltería aquí!

Ya sé que Intimidades tiene foristas con una profunda alergia a las etiquetas, pero las que comparto hoy están doblemente validadas: las tomé de una experta internacional, María Pasión, y encantaron a los participantes en el taller que realizamos la semana pasada en la Quinta de los Molinos (que tuvo además un componente virtual en WhatsApp).

Realmente son muy simpáticas las alegorías propuestas por la colega española, y más ilustradas por Jorge para la ocasión, por aquello de que visualizarnos en íconos reafirma lo que somos si nos va bien, y ayuda a transformar para estar mejor.

De antemano les digo que yo soy una soltera Hormiga, y Jorge también. De no encontrarnos hace seis años, ¡nadie imagina lo que serían nuestras vidas! Y es bueno saberlo, porque si nos dejamos llevar por nuestros oficios y su aparente flexibilidad de horarios, podemos caer en una rutina de laboriosa soledad acompañada, sin espacio para el descanso, las amistades o las mejoras del entorno hogareño.

Así son las hormigas descritas por Pasión: difíciles de atrapar, suspenden citas cuando chocan con su apretada agenda; hacen ejercicios y son espirituales, pero cambian el amor físico por masturbación, y a menos que la gente le resulte fascinante, se aburren en sitios ajenos a sus intereses habituales.

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Quien pretenda ocupar su mente o su cama puede decepcionarse del poco tiempo que le destinará, pero una semana a su lado equivale a un año con otras personas, porque su mucha energía puede ser contagiosa… aunque desgastante si tu naturaleza no da para seguirle el ritmo. Por eso no suelen pasar largas temporadas en pareja, a menos que den con otra hormiga que potencie sus respectivas independencias.

En el taller, casi todos respondieron el test de soltería como si fueran Caballito de mar, el tipo más común porque es el que más venden las novelas y canciones (ya les contaré la próxima semana), pero cuando llamamos a reflexionar desde la práctica cotidiana, no desde el “deber ser” (término de moda en las ciencias sociales), pudieron a verse en otras categorías.

Mary D, por ejemplo, es una soltera Abeja, y también Dayana, una jovencita de nueva incorporación a los grupos; así que el asunto no va por los años, sino por las vivencias y el arrojo para aceptarnos como somos en cualquier condición.

La de la Abeja es soltería para efectos de convivencia formal, pero es muy raro que duerman solas mucho tiempo. Algunas se fidelizan con un tipo de flor y viven en monogamia secuencial: les encanta ser leales a un solo tejido erótico y sentimental, así dure segundos o semanas.

Otras abejas son menos exigentes y liban de lo que aparezca. Es más, pueden tener siete amantes y salir volando detrás de cualquiera que le dé señales de disponibilidad. Además, no tiene un prototipo único: les van bien personas de diferente edad, orientación, etnia, procedencia… Como dice la experta, es mayor su necesidad de novedad que de permanencia. Después de todo, hay mundo de sobra para nuevas aventuras…

También pueden ser conquistas presenciales o virtuales: lo suyo es el coqueteo, no importa dónde o cuándo. Eso sí, pueden ser manipuladoras para seducir sin límites, y dejan marcas en corazones que tal vez no estaban destinados a traspasar.

El tercer tipo del que hablaremos hoy es el Ornitorrinco: bicho raro, pero feliz de su singularidad. Como dice Pasión, vino a este mundo para estar a gusto y no molestar a los demás. Es tan especial que liga sin proponérselo, pero si toca recogerse en la madriguera (como pasó en la pandemia), no agoniza ni llora por la falta de romanticismo o conquista.

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De las figuras conocidas en el universo Senti2, yo diría que la Tutti es un magnífico ejemplar de ornitorrinco. Su autenticidad y frescura, su belleza en contraste con su lirismo escatológico y su capacidad de darse y perderse con gracia y a voluntad, como el agua o el aire, son cualidades que envidian otros solteros, y hasta casados, si soy honesta.

Pueden ser amantes místicos o emprendedores, dormilones o consumidores de series de maratón… Su generosidad va más allá de los lazos de sangre, pero estos tienen prioridad en sus vidas, siempre que todo el mundo entienda que la única compañía imprescindible es la de su libertad.

Mientras no desarrollen vicios, son personas felices, ligeras, amigables… un soplo de vida en cualquier hogar. Un ente que ilumina y se marcha con discreción, sin demandar aplausos de adioses o bienvenidas. Pero eso sí: no intenten retener a un ornitorrinco más de lo que desean, porque descubrirás que tiene un espolón venenoso. Pueden pasarse la vida sin usarlo, pero no lo provoques, o te costará recuperarte de ese dolor.

Y para estos bichitos también hay canciones, como aquella de quien prefiere envolverse en sus restos de humedad antes que renunciar a su presencia, violenta y tierna, fugaz, pero muy parecida a lo que siempre soñó…

La semana que viene te cuento del Caballito de mar y el Ogro: dos caras de una misma baraja. Ya verás.