La visita del Real Madrid al siempre difícil Estadio de la Cerámica no solo terminó con un discreto empate a dos goles y con declaraciones un tanto conformistas de su técnico Santiago Solari, sino también con un nuevo inquilino para la enfermería blanca. Corría el minuto 33 y Sergio Ramos, como tantas veces ocurrió durante el encuentro, se vio forzado a limpiar la presión soltando un zapatazo hacia donde estaba Gareth Bale. El correcaminos apenas hizo contacto con el balón, cayó al suelo producto de las libras que sobre él aplicó el centrocampista Javi Fuego. Lo que a simple vista pareció una típica "falta táctica", para el galés, fue el comienzo de una nueva historia marcada por la frustración y el dolor, mucho dolor.
A un lado de la cancha probó. Flexionó una y otra vez la pierna izquierda, mientras su rostro daba claros indicios de malestar. --“Son las fibras del sóleo de nuevo, no puedes jugar más”--, le dejó saber Jaime Benito, su fisioterapeuta de confianza. Aun así entró, pero ya nada fue igual. Aguantó como pudo lo que restaba de tiempo de la primera mitad cojo y sin haber podido esprintar desde entonces.
En un encuentro donde hubo de todo para comentar, la siempre perspicaz prensa española olvidó el final del marcador para dejar caer, como quien no quiere las cosas, las 14 veces que Bale se ha visto forzado a abandonar el terreno de juego a causa de alguna lesión. Quizá contagiados por la fiebre del resultado, simpatizantes y no simpatizantes, comenzaron a cebar la frustración que provoca la sombría temporada del Madrid alegando contra el lateral desde “flojera” hasta falta de… compromiso con el equipo y la afición.
Movidos por la competitividad y el furor, en muchas ocasiones nos creemos realmente que hinchamos por autómatas programados para correr y estar sobre el esférico cuanto tiempo sea necesario, sin dar margen al error y mucho menos al descanso. Si algo tiene claro una industria tan grande como el balompié es aquella máxima de “el show debe continuar, contigo o sin ti”.
De acuerdo con el parte médico publicado por el Real Madrid, Bale estará fuera, al menos, dos semanas (Foto: Marca.com).
Sí. Como casi todo en esta vida, el fútbol también tiene su lado oscuro por el que no pocos han transitado con mayor o menor suerte. ¿Quién en sus santos cabales busca lesionarse? Basta con recordar las lágrimas de Mohamed Salah y Dani Carvajal en la última final de la Liga de Campeones para respondernos.Contrario a lo que se pudiera pensar, miles y millones aparte, la vida de un futbolista no es coser y cantar. Si no, pregúntenle a Santi Cazorla o a Andrés Iniesta, dos que saben de primera mano cómo sobrellevar el miedo de “romperse” ante el más mínimo esfuerzo o entrada pasada de revoluciones.
Tras golpearse un tobillo en septiembre de 2013 en un amistoso frente a Chile, Cazorla arrastró por cinco años una dolencia que amenazó con alejarlo para siempre de los estadios y darle, cuanto más, la oportunidad de caminar pequeños tramos, como él mismo ha contado. Iniesta también tuvo lo suyo, llegó a sobreponerse de hasta cuatro lesiones en una misma campaña y vio en peligro su participación en la Copa del Mundo disputada en Sudáfrica en 2010, de la que resultó, por esos caprichos del destino, el héroe.
Sin embargo, sucesos como estos no siempre terminan con un final feliz. El goleador Michael Owen representa la muestra viviente de ello. Pese a conquistar un Balón de Oro y un Mundial, el ariete inglés ha confesado haber vivido en una pesadilla los últimos años de su virtuoso paso por el fútbol.
“Cuando me lesioné los abductores por primera vez, se acabó todo para mí. Cambié mi forma de jugar y ya no fui el mismo. En los seis o siete últimos años de mi carrera me transformé. Me horrorizaba la posibilidad de rematar cuando tenía espacios. Sabía que me había roto el abductor. Y lo peor, mis instintos me decían que hiciera lo de siempre. Nací para ser futbolista. Y, en cambio, recuerdo que cuando McManaman cogía el balón y me la podía pasar en profundidad, pensaba 'no, no lo hagas por favor, pásamela en corto´”.
Michael Owen está valorado como uno de los mejores futbolistas ingleses de los últimos años (Foto:fourfourtwo.com).
Pero si de miedos hablamos,Sebastián Diesler sabe del tema. Apareció en el Borussia Mönchengladbach como un joven virtuoso al que comparaban con David Beckam y poseía todos los argumentos para convertirse en el mejor de Europa. Sin embargo, una tras otra se le fueron acumulando las visitas al quirófano, situación que le resultó insoportable de manejar y decidió alejarse para siempre de las multitudes.
Practicar un deporte a nivel profesional encierra responsabilidades y compromisos que van desde los sacrificios para mantener un peso y estado de forma adecuado, hasta dar el máximo en cada evento. No obstante, en algún punto, como aficionados que somos, debemos darnos cuenta de algo elemental ,pero sumamente necesario: no importa cuántas destrezas o habilidades exhiban, todos, absolutamente todos, siguen siendo simples seres humanos como usted y yo. Quizá dentro de unos años, a la historia del “meteoro” Gareht Bale le encontremos muchas semejanzas a la de Michael Owen. ¿Vale la pena llegar a tal punto?
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.