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sábado, 23 de noviembre de 2024

Valdés, el Barça y la historia sin fin

La destitución de Víctor Valdés como seleccioandor del Barcelona Juvenil A deja abierto el debate sobre si el club busca estrategas o administradores de plantillas...

Haroldo Miguel Luis Castro
en Exclusivo 15/10/2019
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Valdés
El exarquero duró apenas 80 días como entrenador blaugrana(Foto: Marca)

Si de fútbol hablamos, entre las muchas especies que conviven sobre una cancha, solo dos cuentan con la autoridad y el grado de demencia requerida para disputar el sitio de honor al linaje más raro: portero y entrenador. El uno, la antítesis del juego por definición, el sufrir constante y la inevitable soledad. El otro, la frustración a flor de piel, el filósofo con complejo de profeta, el mariscal con corazón de soldado.

Desde hace ya un tiempo lo sabemos, Víctor Valdés es un tipo con la extraña virtud de rozar constantemente lo inverosímil. Acaso por llevar consigo la cruz de quien jamás ha hecho lo que ha querido, o por encarnar hasta límites insospechados los eternos fantasmas que pululan siempre entre rectángulos.

Verlo vestido de largo a un costado de la grama provoca el deja vu de aquellos años, no tan lejanos, en los que defendía los maderos. A fin de cuentas, hay cosas que nunca cambian. Gritar, manotear, maldecir, aplaudir y volver a gritar continúa siendo un repertorio imprescindible suyo durante los 90 minutos.

Cuando salió del Barcelona por la puerta de atrás nadie, o casi nadie, imaginó verlo regresar. Un tiempo en el anonimato tras su última incursión en el Middlesbrough de Aitor Karanka y una dulce experiencia en el banquillo del modesto Moratalaz infantil resultaron credenciales suficientes para que el bueno del “presi” Josep María Bartomeu accediera con gusto a la contratación del mejor arquero de la historia culé en calidad de seleccionador del Juvenil A.

Nada más llegar, se supo. Muy poco tenía que ver con sus antecesores. A la acostumbrada inexpresividad de los “encumbrados” seleccionadores, se antepuso la pasión en estado puro y una cultura de juego construida en la potencialización del talento individual a través de lo colectivo. Así, mientras los mandamases lo anunciaban a los cuatro vientos, el novel míster hacía gala de su ingenuidad al redescubrir para su equipo una filosofía basada en “la diversión, la actitud, la identidad, la variedad y el entrenamiento”.

Sin embargo, lo que a priori se antojaba un romance eterno, terminó por romperse apenas empezar.  Porque la directiva quizás hubiera podido perdonar los reclamos por carecer de las condiciones necesarias para atender a los medios de comunicación o por mantener subutilizado el nuevo estadio Johan Cruyff, y hasta hacerse el de la vista gorda con la ausencia de la selección en los encuentros finales de la Otten Cup y con su reciente retraso antes de enfrentar al Inter de Milán por la UEFA Youth League. Pero nunca se le hubiese hecho posible tolerar la “insubordinación” a la hora de materializar la puesta en escena de un guion establecido con anterioridad.

De entre todos los problemas que el excancerbero haya podido tener en estos algo menos de tres meses, el principal ronda sobre su relación con el director de fútbol formativo, Patrick Kluivert, y su negativa para jugar con el acostumbrado 4-3-3.Deja a los blaugranas segundo clasificado por detrás del Zaragoza en el grupo 3 de la División de Honor tras cuatro victorias y un empate, aunque de nada importa. Lo condena su personalidad, el empecinamiento en el dibujo táctico del 4-4-2 y la torpeza de quien, conociéndolo, lo fichó con el anhelo de poderlo manejar.

Al menos para las categorías inferiores, el Barça demostró preferir administradores de plantilla a auténticos estrategas. Siente tanta seguridad, que aborrece cualquier intento de alterar su ADN aun a expensas de repetirse hasta el aburrimiento. Mientras, Valdés abandona el club otra vez con la cabeza gacha. Con la sensación de haber cumplido con honrosa angustia la condena de la mediocridad y con la triste certeza de que en el balompié, como en la vida, también se margina al que piensa diferente.
                                                                                    


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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