La nación viene atravesando procesos, diálogos y decisiones como práctica común de un acuerdo de paz, pero ante todo enfrentando reclamos por las permanentes desigualdades sociales. Superar estas situaciones implica ingentes acciones hacia buscar caminos de solución que no se han dado por ninguna institución. La paz no se concibe con un plumazo eufórico para llevar actos utópicos de paz social, simplemente para silenciar unos fusiles.
Cuando afirmamos que la patria boba sigue, lo prueba la inexistencia de gobierno, solo se ejecutan decretos emergentes que afianza la dictadura. Si ayer no se pudo, aun se podrá quebrarle la cabeza al rezago español en cuerpo ajeno que, por doquier un pueblo con poder le llena de memoriales de agravio por la inconformidad latente de la ingobernabilidad. Esos memoriales que circundan la patria tienen que sacudir al nuevo imperio criollo hasta su destitución sin necesidad de floreros, solo con la lucha del poder popular.
El país sigue dividido profanando leyes, generando negocios para las elites. Los cambios de poder cada cuatrienio generan imaginarias posturas que perfilan imaginarias diferencias, pero reales violencias y terror para producir miedos como en el pasado, asesinando patriotas, etnias, afros, campesinos, líderes y vulnerables. Si en la patria boba vimos trampas, odios, mentiras, ambiciones, racismos, persecuciones, galimatías, tramoyas, que podemos decir ante lo que hoy vemos. Los mismo y aún peor. Nuestro congreso son los padres de la patria, ayer fueron estultos que transmitieron con lujo sus vicios, además de la incapacidad para gobernar con probidad.
En la patria boba florecieron los insultos que continuaron su racha con cada mandatario de turno. Ayer como hoy cada retorico discurso ante el pueblo se llena de asombro con tanta mentira del ejecutor y los ejecutores de los colapsos sociales que conllevan a llevar a cabo sendas proclamas de rechazo, cual memorial de agravios donde Camilo Torres dejo patentado los principios de igualdad y equidad que se pisotean polarizando y politizando al país negándose su desarrollo.
Nuestra historia social y política se ha convertido desde la susodicha independencia y posterior conformación republicana en escenarios de privilegios para determinadas elites, escenario donde la hegemonía familiar ha mantenido el poder entorpeciendo la convivencia social con actos de represiones e imposiciones cual pasado de la patria boba, con Las mismas ideologías de antaño que con otros actores han estado al frente, cuyos objetivos han generado proyectos y procesos de poder, crucificando la sociedad.
Hoy seguimos teniendo una nación frágil, una nación silenciada y soñada por los apetitos burocráticos por leyes y reglamentaciones administrativas blindando los beneficios y los privilegios de una minoría exclusivista como los banqueros y el poder económico,
Al unísono del devenir histórico han germinado heridas que no cierran, pero el mayor dolor es el delirio sin esperanza que viene discurriendo al vaivén de los años de una nación anquilosada, al vaivén de unas voces olvidadas de unos líderes silenciosos que lucharon con ardor de patria para despojar el colonialismo al querer dar vida a una independencia efímera. Hoy estamos sumidos en medio de la encrucijada, tratando de repuntar nuestras voces al interior de una rebeldía anidada en el corazón humano no obstante la democracia fracturada.
Ante la obligada crisis social, la sociedad sin porvenir, la absorbe una eternidad impúdica donde solo una rebelión unida la puede sacar de su laberinto donde nazca la verdadera república, donde no haya extraños seres invisibles que adquieran la identidad arrebatada. La sociedad corre sin rumbo pierde sentido, se llena de angustia existencial.
Cada ser humano muere en el mundo vacío sin sus derechos, sin sus deseos de sentir la vida. Ante la encrucijada social, el hombre pierde la memoria, pierde la vivencia de la historia, carece del hablar y del obrar libre, está abandonado por una ingobernabilidad que lo ha llevado a ese paroxismo político, a ese incierto panorama controlado por pretensiones universalistas. El continuismo de la patria boba se perpetua gracias a la complicidad de la sociedad, que se deja llevar por el engranaje social y político haciéndole perder sus ideales, sus deseos de lucha y sus rebeldías con causa.
Las realidades humanas se pierden en el vacío dantesco, pues gobiernan unas jerarquías todopoderosas, sin democracia real, sin evolución social y política y menos aún espiritual. Digamos que la sociedad de hoy se sumerge en una lucha silenciosa con el convenio de un pasado. El gobernante contemporáneo no genera esperanza, solo incertidumbre, dividiendo para gobernar, para eliminar la reflexión crítica y el pensamiento libre, esgrimiendo falacias económicas y políticas y dogmas espirituales muy por fuera de la verdad evangélica.
Los políticos de hoy y otros dirigentes sociales debieran aprender del proceso político evangélico de Jesús quien no estaba de acuerdo con ninguna clase de fronteras ni divisiones A la Tradición espuria le sigue los pasos la patria boba, como también la falta de identidad y de conciencia de su historia. Seguimos bajo los influjos, delineamientos y los perfilamientos del colonialismo, donde se sigue destacando la mentira de los funcionarios estatales, donde seguimos viviendo los estigmas de una nación sentida y olvidada por los dirigentes, un país globalizado pues este elemento no es nuevo, de un neoliberalismo factor para seguir acumulando fortunas.
Urge, que la sociedad con disciplina política reúna las raíces independientes, incorporando movimientos sociales que despejen la maraña impuesta por las elites. No se puede permitir que se siga gobernando con justificaciones que buscan enmendar los errores de una gobernanza fallida. No se puede seguir esgrimiendo apatía y falta de resistencia ante las injusticias, ante el imperio de la ingobernabilidad.
No obstante, el hombre cree y comprende que sus anhelos no son imposibles, cuando una dinámica humanista se cierne sobre la sociedad con la arremetida de pensamientos libres y críticos que emergen con luz propia para alcanzar todo derecho, toda realidad de un mundo sin desiguales, sin invisibles. Pero aun subsistiendo la apatía, dirá el hombre nuevo como lo dijo Jesús en su silencio en la cruz…Perdónales porque no sabe lo que hacen…
Es cierto que hasta la fecha los grupos gobernantes impulsan medidas propias de un modelo político y económico pero lo que han buscado es sepultar la sociedad en una encrucijada donde no se observan alternativas que permitan vivir un desacuerdo con la realidad. Vivimos la encrucijada debido a los modelos financieros inicuos, imprevistos, desajustados, dominado por carteles y corrupción a granel donde la impunidad sigue siendo el centro de la justicia heredada.
El estado, con todos sus estamentos se encuentra en una encrucijada general con incidencia profunda en la vida nacional, por unos partidos que sucumben en el odio y la incapacidad. Estas afectaciones llegan con fuerza en especial para aquellos sectores más vulnerables, golpeados por los bajos salarios, por los asfixiantes tributos, por la pobreza, por la ausencia de trabajo, de salud, de respeto a campesinos, a pensionados, a los presos, a los maestros, al medio ambiente, a los líderes comunitarios, a la mujer. Este escenario recorre nuestros días con igual o peor dureza.
Los valores y principios que se pregonan, se ocultan con la perversidad de tantas cortinas de humo, de tantas contradicciones impresas en los decretos sin firma o en aquellos que violan los derechos al tenor de la Corte Constitucional, por inexequibles. Colombia siempre ha estado jugando a la patria boba de allí, los conflictos, juntas por doquier, constituciones que violan y se vuelven trizas juntamente con los acuerdos de paz, enfrentamientos entre federalistas y centralistas, confusos periodos de gobierno, guerras civiles, elecciones con fraudes, candidatos con órdenes de captura que salen elegidos en procesos ilegales, compras de votos, regímenes de terror, desacuerdos políticos.
La historiografía no termina en medio de falaces interpretaciones al son de dictadura, autoritarismo y ocultismo, Sin Bagatelas ni Toros de Fucha, medios de información revolucionarios
El impulso de populismos ideológicos, hace apología a un postconflicto donde pasan desapercibidas la superación de las tragedias sociales, los levantamientos populares que en nada fortalece la democracia participativa porque no existe pues se desconocen las formas de lucha social. Este devenir catastrófico se ha venido alimentando de un pasado republicano que sigue ejerciendo acciones opresoras. Un gobierno ni ninguna institución social o política puede someter a los más vulnerables, a los más necesitados, exigir a recoger las migajas que les sobran a los poderosos. Todos somos iguales, con igualdad de condiciones ante un mundo de todos y para todos.
Se está fuera de la encrucijada cuando gobiernos e instituciones públicas y privadas dispongan los capitales con dimensión social, con equidad. La ciencia social se basa en principios, por lo tanto, no es dable aceptar como a la sociedad se le engaña con dogmas políticos. Es perversa la aptitud de los líderes económicos, políticos y espirituales y los partidos políticos que buscan dogmas alternativos para disuadir las realidades, sus causas verdaderas, sus orígenes ancestrales, que solo buscan preservar las prebendas recibidas y en especial el poder que es lo que tanto embruja, tanto apasiona, tanto embriaga. La tierra seduce, el dinero enceguece y mata.
La cosmovisión social, dolorosa ante las injusticias sociales evidentes, no se pueden tapar con sofismas, con teorías falaces, con mentiras de tecnócratas de la economía y la política que distraen la realidad con índices, con proyecciones, con estadísticas sin fundamento social. En la patria boba hubo irrespetos a la oposición del pueblo cuando este se pronunciaba por los despotismos y las desigualdades, evento que hoy sigue en curso., como también sigue en curso el asesinato de líderes revolucionarios comuneros que defendieron y defienden la conciencia guerrera que cada uno en su época, plasmaron actos heroicos con la bravura propia de sus ideologías y su espíritu patrio.
Una encrucijada se diluye cuando todos, sin excepción, en la sociedad asuman toda gestión viendo, juzgando y actuando con responsabilidad. Asumiendo todo compromiso viviendo con amor y transparencia, juzgando sin impunidad y con misericordia, actuando con criterio y solidaridad y verdad, sacando de la política las realidades sociales.
Se rompió el velo con una monarquía, se dio paso a una república, no sin antes haberse gestado luchas comuneras, pero no se logró desmontar la mentalidad criolla quien se atempero ideológicamente en una continua encrucijada pasando por la patria boba hasta nuestros días, callando todo intento y toda proclama de cambio. La fallida nueva república abanderada con otros poderes, con otros caudillos dio continuidad ideológica. Bolívar en la carta de Jamaica había predicho la decadencia y avizoró climas e intereses opuestos, ímpetus tiránicos y un relajamiento de principios y valores.
La encrucijada republicana impuso procesos de conquista para llegar a la conformación republicana mediante luchas internas sin sentido republicano pues degenero un caudillismo con divisiones e indecisiones internas. Todo este devenir constitucional y republicano y los partidismos engendraron la patria boba hoy vigente con los enfrentamientos que condujeron al encuentro de formas de gobierno y de dominio, todavía en curso. La patria boba es la radiografía de la conformación republicana que perdura con reformas, con constituyentes y muchos otros adefesios jurídicos.
Cuando las instituciones públicas acometen estas encrucijadas sin límites, se contagian las instituciones privadas y organizaciones sociales de distintos ordenamientos, acrecentando la deplorable encrucijada que dejo la patria boba también por la querencia de un federalismo, que hoy se busca revisar su aplicación ante un centralismo voraz. Recordar el pasado nos permite saber de dónde venimos y quienes hicieron en lo posible la instauración republicana en ciernes.
Esta conmemoración histórica no pretende hacer homenajes, sino exaltar el terror del pasado, revisando la cuota de sangre de los patriotas sacrificados, terror que todavía nos acompaña. Al país no le pueden mentir. El oprobioso sistema centralista es quien dirige a su acomodo el manejo de regalías y demás recursos económicos que se reparten con miseria con los departamentos de la federación. Nada de lo expuesto aquí sobra, todo exceso exalta el suceso republicano.
La médula social sufre una cósmica afectación con el correspondiente malestar a la integridad de ese tejido social a los derechos de la comunidad. El país se encuentra sumergido en una catastrófica encrucijada por parte de los tres grandes poderes, amén de otros menores, que cada día empuja más y más al país a la debacle, bajo sofismas de distracción que ocultan la realidad. La encrucijada revive la gran tramoya sociopolítica, la armazón de esa trapisonda que saben inspirar a quienes le apuestan a agitar las oleadas ruidosas en medio de alianzas que distraen la dogmática ideológica para que vivamos el gran retroceso social con el apoyo de una impunidad salvaje que recicla todas las actuaciones tenebrosas.
¿Como reciclar? Creando cambios culturales donde impere la solidaridad, donde impere la libertad de decidir, donde impere la objeción de conciencia, la desobediencia civil , acabando con el clientelismo e impidiendo el populismo, acabando con el nepotismo, depurando los elegidos ilegales para cargos públicos, ejerciendo control a los partidos políticos y a los movimientos sociales.
Derrotando el caudillismo, fomentado el cogobierno y el control estatal por medio de movimientos de la sociedad civil, imponiendo como sanción que todo funcionario que cometa actos o delitos de cualquier orden sean depuestos de sus cargos por siempre. Amén de otra parte que no se fusile, ni se desconozca el espíritu del contrato social constitucional, ni la justicia. La politización ha sido y será el más abominable ejercicio corrupto de justicia y gobierno que vinieron de un imperio fugaz.
Menos política y más gestión social que de vida a un país sin patria boba ni estado fallido. Ayer fueron los imperios coloniales que se apoderaron de las tierras. Hoy las tierras siguen siendo de nadie en cuanto que no les pertenecen a los campesinos, pero por obra y gracia de la ingobernabilidad y la carencia de justicia, esas tierras están en poder imaginarios conocidos por el silencio estatal. Los entramados y las tramoyas de gobierno confusas y dilatorias, son un retrato vigente de los oprobios que vivimos, razón por la cual insistimos que la patria boba nos gobierna.
La encrucijada viene imponiendo además un elemento satánico … El miedo persuasivo que encadena represión contra quienes se rebelan contra un estado de alzada que busca defender sus bienes. De qué sirve al país estar plagado de leyes, de proclamar una democracia, pero llena de vacíos de justicia, de violados derechos humanitarios, de ingobernabilidad.
Estos vacíos son focos de corrupción, de falencia de ética y moral, de la carencia de sentido humanista que dignifique la dignidad destrozada. Por más que se ultraje la sociedad, jamás se podrán eliminar las ideas de liberación, la crítica, la denuncia y la gesta revolucionaria., pero en especial aquel derecho tutelado, denominado el derecho de rebelión, el derecho del pueblo.
Digamos como lo predijo una vez, un pensador… La historia se repite…. Primero con tragedias, segundo con farsas. A pesar de los acontecimientos y las grandes dificultades sociales y políticas que se han afrontado por las herencias coloniales, construir nación no ha sido nada en concreto y las desordenadas ideologías son un laberinto en la encrucijada de nación soñada y de una justicia sin balanza para no comprometerse.
El pueblo es reo de las ficciones de un estado que con retorica soñada no responde a las soluciones y a las dudas de su gobernabilidad. Con mágicas cortinas de humo siempre se está justificando diciéndole al país que todo marcha, pero cual patria boba en medio de una economía naranja que no ha sido ni ha madurado por acciones simbólicas, estériles, políticamente esquizofrénicas, carecen de todo altruismo de gobierno.
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