El expresidente Rafael Correa, el político progresista que en diez años de gobierno liberó a Ecuador del pesado fardo del neoliberalismo, anunció su candidatura a vicepresidente del país en las elecciones del próximo febrero, aun cuando le espera un camino de escollos dada la persecución judicial de que es objeto por el actual régimen derechista.
Correa, quien reside en Bélgica desde que entregó el poder a su antiguo amigo y su ex vicepresidente por seis años Lenin Moreno —considerado por sus compañeros de la revolucionaria Alianza País un traidor a los ideales que decía sustentar—, anunció este martes que acompañará en la chapa de la coalición Unidos por la Esperanza (UNES) al joven economista Andrés Arauz, de 35 años, pero con suficiente experiencia para ocupar la primera magistratura.
La decisión del exmandatario causó expectativas en la población ecuatoriana, que asiste a la destrucción de la nación meridiana por la mala gobernanza de Moreno. Este individuo optó por la derecha tras asumir el poder, gracias al apoyo de la Revolución Ciudadana y su líder, y dio un vuelco económico neoliberal con la venta de grandes recursos a privados, endeudó al país con acreedores internacionales y mantiene una persecución implacable contra dirigentes de izquierda. En la actualidad no logra controlar la pandemia de la COVID-19, con saldo —hasta el 18 de agosto— de 101 751 contagiados y 6110 fallecidos.
Según un sondeo realizado entre los días 13 de julio al 1.o de agosto, el presidente que se apropió hasta del nombre del partido de Correa, la antes prestigiosa Alianza País, es desaprobado por el 83,4 % de la población, su saldo más bajo desde el inicio de su gestión hace tres años.
Estos son los resultados —conocidos esta semana— de una tercera encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), realizada en 50 localidades de 17 provincias del llamado país meridiano del mundo.
En la investigación, nueve de cada diez ecuatorianos expresaron estar afectados por la actual crisis económica; el 75,6 % concuerda con el impuesto a las grandes fortunas, y 62,6 % cree que el Estado debe otorgar una renta mínima a los ciudadanos en medio de las afectaciones económicas.
Con relación a la deuda externa, 76,5 % opina que no debería pagarse tal como se hace actualmente.
Asimismo, el llamado correísmo (en alusión a Correa) se posiciona como la tendencia favorita a las próximas elecciones presidenciales, con un 31,4 % de nivel de preferencia.
¿PODRÁ INSCRIBIRSE CORREA?
Aunque en las filas progresistas de Ecuador, la noticia de la chapa Arauz-Correa trae un hálito de esperanza para recobrar a la nación de los desaciertos de Moreno, uno de los peones de Estados Unidos en la región, será difícil vencer los obstáculos que el sistema judicial, afín al gobierno, pone a los dirigentes de la Revolución Ciudadana, el proyecto político dirigido por el exmandatario, quien gobernó con un sistema de inclusión social que en más de una ocasión la derecha trató de derrumbar, en especial la aglutinada en la provincia de Guayaquil.
Rafael Correa y Andrés Arauz , el binomio de Unidos por la Esperanza, para las elecciones de febrero próximo. (Eric Vidal/Reuters)
Aunque aceptó formar la chapa con Arauz, el exmandatario sigue acusado de cohecho y tiene la obligación de inscribir su candidatura en el país de manera presencial, dos adversidades que preocupan a las fuerzas de izquierda. El gobierno de Moreno impidió la vuelta de Correa como presidente cuando realizó la consulta inconstitucional de febrero del 2018. En esa ocasión, el derechista mandatario logró adueñarse del sistema judicial, al nombrar los magistrados y eliminar la reelección presidencial después de dos periodos para impedir un retorno del líder revolucionario.
Al presentar este martes la candidatura de manera virtual, Correa refirió: “El país vive uno de los momentos más duros de su historia. Hicieron mucho daño, pero no han logrado destruir nuestra esperanza. Vamos a rescatar a Ecuador de las ruinas”.
Aunque expresó que ni buscaba ni deseaba su nueva candidatura, aseguró que decidió aceptarla “por ese sueño colectivo que llamamos Revolución Ciudadana”, y se refirió a que el país “exige rostros nuevos” y mencionó a Arauz, a quien calificó como “uno de los jóvenes más brillantes” que conoce, “al que nadie regaló nada, y posee una inmensa y exitosa experiencia política”.
El postulado a la primera magistratura ocupó varios cargos en los mandatos del líder revolucionario y fue ministro de Cultura y director del Banco Central, lo que avala su preparación para dirigir al ahora maltrecho país.
Una de las críticas más fuertes de Arauz hacia el sistema autocrático impuesto en Ecuador está dirigida al reglamento de inscripción de candidaturas que exige la presentación presencial ante el Consejo Nacional Electoral. El joven candidato de UNES presentó en julio pasado un recurso ante el Tribunal Contencioso Electoral para suspender la nueva norma y exigir inscripciones en Consulados, como sucedía antes. “El interés —dijo— es impedir la candidatura de Rafael Correa. Tenemos firma electrónica, videoconferencia, notarios, consulados. Con estas herramientas vamos a inscribirlo como vicepresidente”.
Para Arauz, si gana las elecciones, sus prioridades serán enfrentar la emergencia sanitaria, sacar al país de la crisis económica, recuperar las instituciones democráticas y retomar la senda del desarrollo.
Según Resumen Latinoamericano, consideran que bajo el régimen de Moreno el sistema de salud pública organizado por la Revolución Ciudadana se está destruyendo. Se han robado medicinas, privatizado hospitales y se aprovecharon de la pandemia para sacar los dólares que necesita Ecuador para pagar anticipadamente la deuda externa.
Aunque nadie le exige a Moreno pagar ahora a sus prestamistas, lo que debía hacer en 2022-2023, cogió el dinero dedicado a la compra de equipos y medicamentos contra la COVID-19 para quedar bien con sus acreedores.
Respecto a la postulación de Arauz, el asambleísta Pabel Muñoz dijo al periódico argentino Página 12 que “…no tengo la más mínima duda de brindarle mi apoyo. Está capacitado para resolver el principal problema de los ecuatorianos: la recuperación del crecimiento económico. El sintoniza muy bien con la juventud, un dato no menor, dado que la gran mayoría del electorado ecuatoriano —estimado en 13 millones de personas— tiene menos de 40 años.
Según el director de Celag, Alfredo Serrano, el joven economista “representa los principales valores del correísmo” pero además tendría la capacidad de seguir sumando por sus reconocidos méritos.
Para Franklin Ramírez, sociólogo y profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador), la elección de Arauz —al lado de Correa desde que tenía 22 años— es una vuelta a los orígenes de la Revolución Ciudadana, ya que “conlleva una visión heterodoxa centrada en experimentar con distintos instrumentos de la economía pública para dinamizar el desarrollo en una economía dolarizada”.
DURA PELEA CONTRA LOS DEMONIOS
El expresidente Correa tiene sobre su cabeza la espada de Damocles, con una condena a ocho años de cárcel por supuesta corrupción durante su gobierno. Aunque Moreno convocó a la Interpol (policía internacional) para que lo apresara en Bruselas, ese organismo desechó la solicitud “por tratarse de un caso político y no de delito”, pese a lo cual el discapacitado mandatario continúa su campaña mediática de desprestigio y falsas acusaciones.
La defensa de Correa presentó el pasado día 7 en Quito un recurso de casación ante la Corte Nacional de Justicia contra la condena en Segunda Instancia. Este es el último recurso legal que le queda a los abogados antes de que la sentencia quede firme. Si es ratificada en tercera y última instancia, el ahora candidato estaría imposibilitado de volver a participar en la política ecuatoriana, que es el propósito de Moreno y Washington.
Para el profesor Ramírez, la elección del binomio de UNES “hay que tomarla como una elección provisoria, pues hay un nivel de acoso institucional contra la Revolución Ciudadana que hace imposible dar por fijadas la toma de decisiones estratégicas”. En su opinión, es casi imposible que las élites gobernantes permitan que Correa se inscriba ni siquiera para asambleísta, lo cual ocurre para otros miles de sus seguidores que están presos, esperan juicios o son perseguidos por las fuerzas represivas del régimen.
Desde que asumió el gobierno, Moreno y sus cómplices viven obsesionados con impedir la presencia política de Correa en próximos eventos políticos. “Su obsesión es tan grande como la nuestra de mantenerlo como candidato”, precisó el exministro de Planificación y Desarrollo ecuatoriano Pabel Muñoz, quien confirmó que si las derivas judiciales complican las posibilidades de la vuelta del expresidente, será activado “el plan B, C, o D, pues mantenemos el deseo de seguir peleando por el derecho a la participación de Rafael”.
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