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jueves, 7 de noviembre de 2024

El pecado original

Más que por el factor sorpresa, el nuevo coronavirus avanza porque encuentra mucho terreno fácil...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 07/04/2020
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Paciente-Coronavirus-Florida
Inseguridad e irresponsabilidad es cuanto ofrece al ser humano un sistema donde un fajo de billetes verdes vale más que la vida humana.

Ese espacio abierto y lleno de oportunidades para la explosión de esta y otras pandemias, tiene mucho que ver con los ordenamientos socioeconómicos donde la exclusión y la conversión de los seres humanos en simples cifras gastables resultan de los pilares de su estructura.

No se trata de consignas militantes. Es una realidad tangible y que amargamente se está probando día a día con el incremento, por decenas de miles, de los contagiados y los decesos mundiales, en un dantesco espectáculo propio de las más oscuras etapas de la Edad Media.

Las muestras son evidentes, con tanto peso y angustia, que no pocos políticos, analistas y estudiosos de diferentes signos ya admiten y hablan con más frecuencia del fraude que constituyen para el género humano los “paradigmas” que enarbolan el capitalismo y sus modalidades más brutales, como la concepción neoliberal tan en boga en nuestros tiempos.

Los Estados Unidos, por ejemplo, el líder global capitalista, para desdicha de sus mayorías, es hoy el epicentro de la pandemia del nuevo coronavirus, con más de 330 000 infectados y unas 9 000 muertes hasta del instante en que se redactan estas líneas.

Se trata del enorme país donde las máximas autoridades desoyeron todas las señales y advertencias sobre una posible crisis sanitaria, incluidas las del Pentágono y los servicios nacionales de inteligencia (según revelaciones del rotativo The Nation), e intentaron minimizar los anunciados riesgos mientras la Covid-19 era un “asunto chino” que convenía a sus intereses de desprestigiar y debilitar al gigante asiático.

Un “paraíso de consumo” donde, mercancía al fin, la atención médica o se paga, o no se tiene, y enfermarse puede ser la ruina de cualquier familia en materia de gastos y deudas. Donde el presidente intenta sobornar a empresas farmacéuticas globales para hacerse del monopolio de una posible vacuna contra la Covid-19, y sus especuladores trafican material médico luego de arrebatarles elevadas ofertas monetarias por medio a los suministradores, los encargos ya pagados por otras naciones, incluso “aliadas” de los Estados Unidos, como Francia, España o Alemania.

Un poder que se dice universal, y que bajo ese slogan sigue bloqueando y agrediendo a naciones que, pese a su permanente cerco, pesquisan masivamente a sus pobladores para detectar cualquier posible enfermo, le garantizan el tratamiento adecuado sin desembolso alguno, mantienen un programa preventivo de alto rigor, y proclaman la salud humana como un derecho inalienable de cada ciudadano.

Porque los “indeseables” para el poder gringo son aquellos que no quieren para sí y para los demás las escenas de hospitales colapsados, médicos y enfermeras clamando por protección e insumos básicos, gente muriendo en las aceras y cadáveres cremados en plena calle, o el vivir la amarga alternativa de “desechar” pacientes graves porque el escaso tratamiento que se les dispensa debe ser cesado para intentar remediar a otros menos comprometidos.

Un modo de pensar y actuar exclusivista y egoísta que en aras de sus propósitos mezquinos, la emprende en improperios contra aquellos servidores de la salud que dejan patria y familia para repartirse por el mundo como un semillero de esperanza, no importan la lejanía y los riesgos.

En fin, se dice por algunos que el mundo deberá ser otro luego de esta pandemia… esperemos que tan costosa lección resulte un golpe contundente en favor de la conciencia y el coraje universales para alcanzarlo y concretarlo en su expresión más solidaria, humanitaria y equitativa.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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