Ni la celebración, este 26 de septiembre, del Día Internacional por la reducción de los arsenales atómicos, fue momento propicio para que la Casa Blanca dijera al menos media palabra favorable al control sobre semejantes artilugios de destrucción masiva.
En la agenda oficial gringa, por ejemplo, está el destino de los acuerdos START suscritos entre el presidente Ronald Reagan y el entonces líder soviético Mijail Gorvachov en 1991, y que expiraría –de no ser ratificado- durante el próximo año.
El START constituye a estas alturas, según expertos, “uno de los elementos más importantes de la estabilidad estratégica a nivel mundial” en serio peligro de extinción por las reticencias norteamericanas, lo que encaja perfectamente con los planes y las prácticas trumpistas de zafarse de todo convenio internacional que incomode sus planes agresivos de corte hegemónico.
El presidente y sus “sagaces” colaboradores han llegado incluso, en aras de intentar sacar ventajas a costa de los demás, a vincular su voto favorable a la prórroga del START a la incorporación de China al añejo acuerdo, al cual nunca en todos estos largos años ha estado ni remotamente asomada.
Evidentemente, para la Casa Blanca presionar en ese sentido apunta a la oportunidad de intentar establecer inéditas regulaciones al desarrollo militar nuclear defensivo del gigante asiático, al que Trump considera junto a Rusia, los “formidables enemigos” en sus aspiraciones de dominio mundial. Desde luego, para Beijing esa posibilidad es enteramente nula, y así lo ha confirmado en varias declaraciones oficiales.
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Mientras, el tiempo sigue corriendo sin acciones definitorias ni definitivas, y el riesgo de que Trump imponga al planeta una loca y devastadora carrera militarista es un peligro que ya se otea en el aire.
Moscú, por su parte, no ha dejado de insistir en su voluntad de mantener vivos los acuerdos START a tono con su interés de un planeta libre de la amenaza de destrucción atómica, sin embargo ha advertido también que no estará desprevenida ni será sorprendida por enemigo alguno en materia de armamentos si ese protocolo fenece totalmente.
Así, según ha señalado Vasili Nebenzia, representante permanente de Rusia ante la Organización de las Naciones Unidas, la no renovación de este convenio “podría constituir un hecho muy grave.”
No obstante, precisó el diplomático, “si la parte estadounidense decide no seguir comprometiéndose con su renovación, entonces, la parte rusa encontrará la manera más eficaz y viable para establecer los medios de defensa que mejor convengan a sus intereses.”
“Desafortunadamente, concluyó Nebenzia, recibimos cada vez más pruebas de que en realidad detrás de los intentos norteamericanos de desmantelar el sistema de acuerdos en esa esfera, está el deseo de obtener carta blanca para proyectar y emplear su fuerza”.
Las observaciones del representante ruso ante la ONU respondieron a las aseveraciones del enviado especial gringo para el control sobre el armamento nuclear, Marshall Billingslea, quien espetó recientemente que si Washington y Moscú no preparan un memorando renovado sobre el arsenal atómico para el próximo mes de febrero, el tratado START no se ampliará.”
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