En la compleja e impredecible política mundial, el mundo entra en una fase de caos, donde el derecho internacional, las instituciones y las normas internacionales están en descomposición.
Los bloques del eje occidental, oriental y atlántico parecen perder su solidez y la transformación es evidente en las relaciones entre Estados Unidos, la Unión Europea, China y Rusia, así como con el resto del mundo.
Este es el profundo estancamiento de la estructura del sistema mundial capitalista, llegada a un punto muerto teórico y práctico, lo cual requiere un liderazgo para un nuevo orden mundial. ¿Es necesario recurrir al uso de la fuerza económica-militar?
La mayoría de los países de Medio Oriente trabajan para estabilizar sus situaciones políticas y buscar un papel o protección, e intentan resolver sus problemas internos.
Las políticas del mandatario estadounidense, carentes de claridad en sus características y principios, con "Estados Unidos Primero" a la cabeza, están cargadas de aversión hacia las herramientas tradicionales del poder estadounidense.
Esta tendencia implica un cuestionamiento de la política de Washington, de la participación global y de la defensa del orden mundial liberal.
No hay protección sin pagar costos. La amenaza de retirada de la OTAN complicó las cartas en Europa y Turquía.
La ayuda o el apoyo sin retorno son cosas del pasado y como resultado se pueden otorgar préstamos, pero no ayudas. Trump se opone constantemente a la política de ayuda exterior y aboga por reemplazar las subvenciones por préstamos.
Al seguir una política de confrontación económica en lugar de militar, busca proteger el dólar y la economía estadounidense, pero "Israel" es uno de los pilares de Trump en la región.
"Israel" y el Nuevo Medio Oriente bajo la Política de Trump
En su discurso ante el Congreso estadounidense, Netanyahu declaró claramente que "Samaria" y "Judea" – los nombres hebreos de Cisjordania y Gaza – son partes integrales de la “Tierra de Israel".
La declaración refleja una estrategia israelí de largo plazo y busca integrar estas tierras dentro de las fronteras del Estado, donde "Israel" consolida a través de esta política una visión futura, la cual incluye la anexión gradual de los territorios palestinos, allana el camino para un cambio radical en el mapa geopolítico del Medio Oriente.
La visión de Netanyahu va más allá de la mera anexión de los territorios palestinos; es parte de un plan más amplio para reconfigurar el Medio Oriente de acuerdo con los intereses israelíes, buscar nuevas relaciones con países árabes en el marco de alianzas de seguridad y económicas, y fortalecer su posición en la región para garantizar su superioridad militar.
Antes de asumir el cargo, Trump expresó su deseo de ver el fin de la guerra en Gaza y, hace un tiempo, propuso un plan para reubicar a los habitantes de Gaza para reconstruirla y convertirla en la Riviera del Medio Oriente, donde los habitantes de Gaza podrían ir a Egipto o Jordania.
Él ve el aspecto comercial como útil y, al mismo tiempo, cumple con el proyecto de Netanyahu.
Pero, ¿podría la voluntad de Trump verse limitada si los sauditas apoyan ampliamente la reconstrucción de Gaza y Egipto insiste en reformas dentro de la Autoridad Palestina, a cambio de firmar acuerdos de defensa entre "Israel", Arabia Saudita y Estados Unidos?
El gobierno israelí busca socavar el proyecto árabe de reconstrucción, y a pesar de que son aliados de Estados Unidos, Trump no parece escucharlos.
Es importante que Arabia Saudita mantenga su posición de rechazo a la normalización sin obtener garantías claras que aseguren la creación de un Estado palestino. Si la administración Trump avanza en la implementación de su plan, el peligro no se limitará solo a Gaza, sino que se extenderá a Cisjordania, a través de la ejecución de operaciones de reubicación similares, lo cual serviría a la agenda de la derecha israelí.
Irán o el dilema de "Israel" en Medio Oriente
Trump intensifica su retórica contra Irán y reimpone sanciones máximas, pero duda en actuar militarmente contra las capacidades nucleares iraníes, y teme el involucramiento de Estados Unidos en una nueva guerra.
"Israel" no es fuerte; las guerras en Gaza y Líbano la han debilitado, y su poder militar proviene de Estados Unidos, no puede librar una guerra por sí sola.
Incluso el apoyo que actualmente expresa para las acciones militares israelíes contra Teherán podría no durar.
Hay, necesariamente, dos opciones para tratar con Teherán: las sanciones, las cuales tienen una efectividad limitada para detener el programa nuclear, y las negociaciones imprescindibles para Estados Unidos, ello dificultará a los líderes israelíes oponerse públicamente a estas negociaciones, como hicieron en los intentos de impedir la aprobación del nuevo acuerdo nuclear iraní.
Sin embargo, Irán no está entusiasmado con un nuevo acuerdo por varias razones: Estados Unidos no es confiable y no cumple con los acuerdos, ya que ha reimpuesto sanciones.
Irán sabe lo que Trump tiene en mente y por qué quiere llegar a un acuerdo con ella, y considera que el acuerdo no le beneficiará y podría crear problemas internos sin beneficiarse del levantamiento de las sanciones.
Irán llegó a un punto de no retorno; su producción de petróleo antes de 2017 era de 3,8 millones de barriles, y tras las sanciones fue reducido a dos millones de barriles.
Hoy produce 3,4 millones de barriles, y logró alcanzar esta cifra a pesar de las sanciones gracias al comercio con China, la guerra en Ucrania y la evasión de sanciones.
Si llegara a un acuerdo y levantaran las sanciones, su producción aumentará, pero necesitará inversiones para reparar, desarrollar y modernizar los campos petroleros deteriorados, los cuales requieren tecnología avanzada.
Sin embargo, los inversores se negarán a ir a Irán, ya que no hay garantías de que Estados Unidos no se retire del acuerdo, y Irán quiere garantías a largo plazo de no retirada.
Irán es uno de los países más ricos en gas natural, y la exportación llevaría a una disminución de los precios del petróleo, lo cual es deseado por Washington. Podría alcanzar el estatus de potencia mundial en el ámbito petrolero, algo que "Israel" o Trump no aceptarían.
Por lo tanto, hay una contradicción entre lo que Trump quiere y los límites impuestos impondrá o el objetivo de llegar a un acuerdo.
Su intento radica en evitar una guerra entre Irán y "Israel", donde estará obligado a apoyar a "Tel Aviv", y lo llevará a incumplir su promesa de no involucrarse en guerras, y no quiere asumir los costos de ninguna guerra.
En tercer lugar, busca reducir los precios del petróleo en Estados Unidos, y la posible exportación de petróleo iraní podría afectar la economía rusa y las economías de la OPEP si se reducen los precios. Finalmente, está el temor de que Irán logre poseer un arma nuclear.
Turquía en Medio Oriente y su búsqueda de un rol en Europa
Turquía considera que Trump quiere trazar un mapa en la región alineado con los objetivos israelíes.
A su vez, Ankara enfrenta una nueva fase de caos en la región y en el mundo, con los riesgos emergentes del vacío en Siria tras la llegada de Hayaat Tahrir al-Sham al poder, y ante los peligros del apoyo estadounidense-israelí a la geografía política kurda.
Turquía intentó sacar la cuestión kurda de las tensiones, al acordar con el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, Abdullah Öcalan, hacer un llamado a deponer las armas y entrar en el proceso político en Turquía, Siria y las montañas de Qandil.
No quiere que se juegue con su unidad y seguridad, ni con las discrepancias y contradicciones surgidas debido a la cuestión kurda por un lado y su apoyo al nuevo gobierno en Siria por el otro, en especial porque su relación con "Israel" está en su peor momento debido a su postura sobre la guerra en Gaza, y no tuvo éxito en desempeñar un papel de mediador en Gaza como lo hizo al inicio de la guerra en Ucrania.
Esto llevó a un revés, y llegó a elegir a Arabia Saudita y no a Turquía como el lugar para las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia, lo cual generó descontento implícito en Turquía, ya que marginó el papel ansioso por desempeñar.
Sin embargo, la fractura en la alianza atlántica, resultado del intento de Trump de poner fin a la guerra ruso-ucraniana y destituir a Zelensky, que representa una alianza europea desde la Casa Blanca, mostró el deseo de Estados Unidos de deshacerse de las cargas financieras y políticas de las instituciones internacionales las cuales perdieron sus funciones fundacionales, en particular la OTAN y las Naciones Unidas.
Esto llevó a Turquía a intervenir en la agitación entre Estados Unidos y Europa, e intentar aprovechar este conflicto, ya que considera que Europa no debe someterse a Estados Unidos y debe establecer un centro de poder en el cual las fuerzas turcas tengan un papel, dado que mantiene un ejército fuerte.
Turquía intenta encontrar un centro de poder en caso de que la OTAN se disuelva, y desea salvarse con la membresía plena en la Unión Europea si decide reunir su fuerza y mantener su unidad.
Turquía tiene conflictos con Grecia sobre las islas y los campos de gas, y problemas sobre la isla de Chipre, y aspira a ser un centro energético.
Además, está involucrada en los conflictos en el Cáucaso, Karabaj, Libia y África, y su presencia en la OTAN cubre todos estos conflictos. ¿Qué pasará si esta alianza se desmorona? Se encontrará sola ante los desarrollos que ocurran.
Trump presenta un nuevo mapa del mundo, y Turquía debe buscar su lugar en este mapa y reconfigurar su diplomacia en consecuencia, siempre que se desprenda de políticas de tensión económica, social y política. ¿Podrá hacerlo?
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