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viernes, 8 de noviembre de 2024

Iraq: derecho de ocupación

Trump multiplica las bases militares norteamericanas en Iraq…porque le da la gana...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 13/03/2020
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Militares norteamericanas-Iraq
No solo no se van, sino que crearán nuevas bases injeren-cistas en Iraq.

Ciertamente, el presidente de los norteamericanos “cojea de ambas piernas”. Primero, por ser el producto neto del universo supremacista con el que los estadounidenses son “alimentados” desde su nacimiento hasta el ocaso de sus vidas, y segundo, porque es de los no pocos que, creídos irracionalmente de lo que se les inculca, militan en el más acérrimo y exacerbado extremismo.

De manera que no es extraño que en el entorno del Jefe de la Casa Blanca y los acólitos que ha escogido como socios de viaje, la “política” se circunscriba a imponer su voluntad sobre el resto del orbe y perpetuarla a capricho por encima de todo modelo de convivencia, cordura, lógica y decencia.

Sus ejemplos están a la mano, desde el robo armado a los indígenas locales que se inició con la llegada de la gente del MayFlower a la costa este de América del Norte, hasta la “rebelión” de los “colonos gringos” en el “conquistado” Texas mexicano; la  provocada defenestración de la  apacible monarquía hawaina y la anexión del archipiélago, o la ocupación perpetua de Puerto Rico como parte de los despojos del maltrecho imperio español, entre otras “travesuras”.

A estas alturas los nuevos candidatos a “protectorados a la fuerza” forman un largo rosario planetario, y entre ellos los del Levante tienen un valor especial  por aquel viejo adagio hegemonista de que “quien controle Eurasia, controla el Mundo.” Señal vívida de que, con relación a esa zona geográfica, el trillo interventor es el mismo desde la cruzada antiterrorista del clan Bush  a la fecha.

Vale recordar que en su campaña electoral mucho habló Donald Trump de poner fin a la mar de “guerras estúpidas” que sus antecesores regaron por aquellos patios. Sin embargo, casi al final de su primer mandato es que finge que se acuerda, para anunciar simuladas “retiradas y desmovilizaciones”, cuando no opta por negativas rotundas, como acaba de hacer con el caso de Iraq.

Y se sabe que en Siria los presuntamente “idos” volvieron para robar petróleo ajeno, y que en Afganistán las mermas de las fuerzas gringas están condicionadas a que los talibanes y las divididas y enfrentadas autoridades del país “cumplan su parte” en el reciente acuerdo de paz con Washington.

Sin embargo, en el caso iraquí el asunto es menos laxo. A raíz del asesinato en Bagdad por orden de la Casa Banca del general iraní  Qassem Soleimani, el parlamento nacional solicitó oficialmente la salida de todas las tropas gringas dislocadas en el país, una demanda que la Oficina Oval objetó de inmediato por inadmisible e irrealizable.

Y pasadas unas semanas, Donald Trump acaba  de dar este marzo una respuesta concreta a Bagdad: lejos de decir adiós, serán establecidas tres nuevas bases militares norteamericanas en Iraq, específicamente en Erbin, Sulimania y Halabja.

Así, según el portavoz del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, “cualquier delegación que se envíe a Iraq en este momento se dedicará a discutir la mejor manera de volver a comprometerse con nuestra asociación estratégica, no a discutir acerca de la retirada de tropas, sino sobre cuál es nuestra postura de fuerza adecuada y correcta en Oriente Próximo”.

Y por si hay disenso, Trump se sirvió añadir que de no acatar la decisión de su gobierno, los iraquíes serán objeto de “sanciones que nunca antes han visto” y deben prepararse para, en última instancia, “pagar por la retirada de llegar a concretarse algún día.”

En pocas palabras: “no me voy porque no me da la gana” y quien se queje recibirá “merecido castigo”, porque para el jefazo gringo, Iraq no es un país independiente, sino un simple espacio conquistado y por tanto a merced de la metrópoli de turno.

Un  peligroso desafío lanzado al rostro de un pueblo harto de una destructiva ocupación extranjera cuyo único propósito es desmembrar y desestabilizar eternamente como parte sustancial de su puja hegemonista a escala planetaria.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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