En medio de la payasada agresiva y reaccionaria en que devino la Convención Republicana dedicada a ratificar a Donald Trump como candidato a la presidencia en las elecciones de este noviembre, la Casa Blanca ha tenido que tragarse la cucharada de no poder renovar el embargo de armas contra Irán.
Esa cláusula acompañó los acuerdos internacionales sobre el uso pacífico por Teherán de la energía atómica, de los cuales la actual administración norteamericana se dio de baja de forma unilateral hace dos años.
El Consejo de Seguridad de la ONU desestimó días atrás una demanda de Washington en ese sentido, y más tarde bloqueó el intento de “aplicación automática” que volvió a sacar de la manga la primera potencia capitalista. En consecuencia, un fracaso rotundo y no otra cosa.
Hay que advertir que la derrota norteamericana con respecto al embargo de armas a Irán ha aislado más a Washington del resto del orbe. Era demasiado, hasta para muchos vapuleados aliados de la Casa Blanca, admitir que alguien que se salió de un pacto pretendiese cambiarlo desde afuera, como si fuese un señor universal.
Por lo demás, a partir del venidero octubre la República Islámica podrá vender y adquirir armamentos con plena libertad, lo que no solo le permitirá intercambios militares importantes con países como Rusia y China.
En ese sentido, medios de prensa afirmaron que Moscú podrá ahora, con todo el derecho legal, vender equipos militares a Irán, incluyendo aviones Su-35 y Su-57, tanques T-90, helicópteros de ataque Ka-52 y el sistema antiaéreo S-400 Triumph.
Las mismas fuentes aducen que ya se ha hablado bilateralmente del tema con empresas de defensa rusas, y las entregas podrían comenzar inmediatamente después de que se levante el embargo.
Por último, se dijo que China también podrá suministrar pertrechos a Irán, con quien ha anunciado que firmará un acuerdo estratégico por veinticinco años.
En otro sentido, el fin de la prohibición de compra y venta de armas por Irán asegura al país persa fortalecer su posición e influencia positiva en Oriente Medio y Asia Central frente al sionismo, la reacción local y la perniciosa injerencia directa de los Estados Unidos en ambas zonas.
Otra mala noticia para el Washington oficial con respecto a Irán son los positivos resultados de los contactos persas con la Agencia Internacional de Energía Atómica, AIEA, cuyo director general, Rafael Grossi, visitó en días pasados a Teherán.
Para ambas partes “un nuevo capítulo positivo se ha iniciado entre Irán y la Agencia Internacional de la Energía Atómica”.
En su primera visita oficial a Teherán se reunió Grossi con la máxima autoridad de la Organización de la Energía Atómica de ese país, Ali Akbar Salehi, para abordar temas relacionados con las actividades pacíficas nucleares iraníes.
Tras las conversaciones, ambas figuras se mostraron optimistas respecto al futuro de los vínculos bilaterales, en lo que es, sin dudas, otro golpe al chantaje oficial gringo.
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