A finales de 2024 se daban algunos indicios en diversos medios de prensa sobre el futuro inmediato de Neymar. Con el Santos siempre en el epicentro de la nota, otras opciones se barajaban para la necesaria salida del crack brasileño de tierras árabes tras un paso atado a la enfermería.
Una de las constantes alegaciones de aquellos cuya razón no es desechable a la hora de valorar la carrera del ex miembro de la MSN en el Barcelona, hace referencia a una notable inmadurez de Ney, sobre todo fuera del campo. Incluso, muchos señalan a su padre como causante de ciertos males.
La fama de los futbolistas nacidos en el gigante sudamericano al volar hacia el viejo continente se construye de dos caminos fundamentales. Lujosas fiestas e irreverencia a quienes se acercan para aconsejarles o, seriedad europea y aspiraciones balón al pie. Eso sí, el talento ha acompañado ambas direcciones.
Más allá de los focos en las principales competiciones, emerge un Brasileirao dominante en el cono sur. Varias finales de Copa Libertadores entre equipos de dicho certamen confirman tal afirmación. Y es a ese espacio al cual ha decidido retornar el amigo de Luisito y Leo.
Sin el uruguayo y el argentino, Neymar intentará con el 10 a la espalda y los colores del Santos encima de su piel recuperar su arte. Aún se recuerdan sus filigranas y goles para llevar al club donde reinó Pelé al título continental en 2011. Dicha corona no se saboreaba desde los tiempo de O Rei.
Claro, la tarea no resulta labor sencilla al elevarse el nivel de la competición un lustro después de su partida hacia la Ciudad Condal. Se va a encontrar a varios elencos con refuerzos notables y, no solo treintañeros en busca de últimos retos, sino varios jóvenes con ganas de reencontrar los sueños con los anhelos.
Además, el extremo zurdo de diestra educada aspira a un premio mayor. Y no, no es retornar al espectro de la Champions League. Más bien su mirada está puesta en 2026 para pagar viejas deudas vestido de azul y amarillo. ahora, el aún heredero debe ser consciente de los obstáculos a cruzar.
Existen motivos para creer en el fin o la decadencia, según gusten los más objetivos. De todos modos si quedan brotes de fantasía, el beneficio de la duda es aceptable. El tiempo dirá el rumbo de las conclusiones. Mientras, en el verde permanece la invitación a disfrutar de una especie casi en extinción.
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