En años recientes ha sido reportado que la ingestión en exceso de carne roja y procesada eleva el riesgo de sufrir tumores como el de colon, recto, esófago, hígado, pulmón y páncreas.
Un consumo elevado de carne roja también podría estar asociado con un mayor riesgo de cáncer de mama, a través de receptores hormonales a este nivel, pues el ganado es tratado con hormonas en algunos países para fomentar su crecimiento, lo que podría influir en el riesgo de este tipo de cáncer.
Además, el tipo de hierro existente en la carne roja también podría fomentar las formaciones tumorales.
SUMANDO RIESGOS
No es la primera vez que la carne roja, de cerdo, res o carnero, muy comunes en nuestro medio, y los productos cárnicos procesados como las salchichas, ahumados y encurtidos, se relacionan con el desarrollo de ciertos tumores malignos cuando se consumen en exceso.
Ha sido demostrado en investigaciones previas que elevan el riesgo de varios tumores entre un 20% y un 60%, sumándose a otros factores predisponentes al cáncer como es la herencia, los hábitos alimentarios poco saludables tales como el abuso de grasas saturadas, presentes también en estas carnes, o el consumo de muchos azúcares refinados. Ello, además de la falta sistemática de fibra y cereales integrales en el menú, así como el sedentarismo, la obesidad, etc.
AHORA LOS RIÑONES
Recientemente una investigación del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, publicada en la revista American Journal of Clinical Nutrition, demuestra que las personas consumidoras de mucha carne roja podrían tener un riesgo más alto de sufrir algunos tipos de cáncer de riñón, según un estudio llevado a cabo entre miles de adultos.
Los datos fueron obtenidos de un estudio de unos 500.000 estadounidenses de 50 años o más para obtener informaciones al respecto.
El grupo fue encuestado sobre sus hábitos alimenticios, entre ellos el consumo de carne, y luego se los siguió durante un promedio de nueve años para precisar cualquier diagnóstico de cáncer.
Los participantes con un mayor consumo de carne roja, unos 113 gramos al día como promedio, tuvieron un 19 por ciento más posibilidades de padecer un cáncer de riñón en relación con quienes ingerían menos de 28 gramos diarios.
Una mayor ingesta de los químicos generados en la carne cocinada a elevado calor también se vinculó con un riesgo mayor de padecer la enfermedad.
FORMAS DE COCINAR
Estos hallazgos apoyan las recomendaciones dietéticas para la prevención del cáncer: limitar la ingesta de carne roja y procesada y prepararla por métodos de menos calor.
Los químicos relacionados con la forma de cocer la carne vinculados con un riesgo mayor de padecer la enfermedad son una forma de aminos heterocíclicos, sustancias formadas durante la cocción a altas temperaturas, como es al prepararlas a la brasa o a la llama directa.
Pueden reducirse limitando el tiempo empleado en cocinarlas, evitando la exposición directa de la carne a la flama o a la brasa, usando el microondas para aliñarlas parcialmente antes de someterla a temperaturas altas, así como preparándolas por métodos como el horno y a la plancha.
Pero una mejor forma es sustituyendo parcial o totalmente este tipo de cárnicos por las de pescado y aves, selección más saludable para el organismo humano.
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