“Back in the City” es el más reciente éxito del cantautor hispano-estadounidense Alejandro Sanz . Con este se presentó al Premio Lo Nuestro, cerrando su interpretación con el gritó: ¡Venezuela, Cuba! Fue uno de los dos temas con el que se presentó el pasado 22 de febrero en el concierto Venezuela Aid Live, en Colombia.
El tema, grabado con el boricua-estadounidense Nicky Jam, ha sido presentado como un tema para conectar “con todas las personas que un día tuvieron que abandonar la tierra que los vio nacer y que, inevitablemente, desean volver”.
El vídeo (con acento en la í, para sonar bien de Miami), está cargado de significados y adquiere sentidos políticos por los actos de este “famoso” y el contexto en que se publicita.
Desde el título mismo, en la lengua de los poderosos, a pesar de que Sanz se auto presente como latino, “nosotros tenemos mucho más que ver con un peruano, un colombiano o un mexicano que con un holandés o un belga”- dice. Aunque es más “latino” como Marcos Rubio que como Alexandria Ocasio Cortez.
Un latino colonizado que en manifiesta calentura USA-centrista se quejó de que en España se celebra “más un Oscar español que un Grammy español”, de que no hay ninguna televisión que vea interesantes los MTV, “algo que en Estados Unidos es un acontecimiento”.
Sentido ingenierilmente consensuado con los del discurso de Donald Trump en la Universidad de la Florida. Con su “Sabemos lo que puede hacer la libertad en Venezuela porque hemos visto ese futuro aquí en Doral. Sabemos lo que puede hacer la libertad en Cuba porque hemos visto ese futuro aquí en Miami. Sabemos lo que puede hacer la libertad en Nicaragua porque hemos visto ese futuro en Sweetwater”.
El audiovisual inicia con Sanz sentado en la mesa, en una reunión familiar, pero luego abandona la vivienda para sumergirse en la noche, para sumergirse en la Farándula. Esa farándula de Miami que describe Buen Abad. Famosos cuya “cualidades histriónicas no alcanzan para ocultar su mentalidad sumisa y reaccionaria”, cuya “Alma Mater monetaria sostiene maridajes ideológicos con la moral burguesa” y con “todo lo que el capitalismo es capaz de infectar en su carrera demencial por acumular riquezas y humillar a la mayoría de los seres humanos”.
Saben bien que la industria del entretenimiento más grande del mundo está en EEUU. Según cifras de PricewaterhouseCoopers, generará un beneficio de unos 726.000 millones de dólares este año”. “Y cuanto más se acerquen a esa cifra los `famosos´ de Miami, más poder acumulan para ponerlo a los pies del imperio que les provee casa, nacionalidad e identidad en el reino de los mercachifles”. “Esta es una forma de explicar por qué, tarde o temprano, en vivo o a distancia, todos van a parar a Miami, con las mismas empresas disqueras, televisivas, radiofónicas y editoriales”- explica el profesor y semiólogo.
Como la treintena de artistas que respondieron al "truco" del británico Richard Branson, es un “sujeto sujetado”. “Aunque tengan actas de nacimiento variopintas, son colaboradores voluntaristas y aportan, con alegría de “raiting”, sus diezmos para financiar operaciones golpistas”.
¿Será casual que aluda al fenómeno migratorio, un tema universal, pero que se ha instrumentalizado por la derecha hispanoamericana para desacreditar al Socialismo, las revoluciones y los gobiernos de Cuba y Venezuela”? ¿No tendrá doble intenciones ese sampleado de “Por si acaso no regreso" de Celia Cruz? ¿No será para explotar los significados anticastristas de esa joya de la cultura cubana?
Sirve bien para alborotar en el sustrato de desinformación que prevalece en Miami, España y Latinoamérica. En los que desconocen de las gestiones que se hicieron desde esta orilla, en secreto, para que antes de morir se consumara una visita privada de Celia Cruz a la Isla. Para “darle un beso a la tumba de su madre antes de morir". Y que, cual expresó el cantautor Amaury Pérez al dar aquella noticia, “Una parte del exilio cubano en Miami es fundamentalista e impide que nuestras noticias o imágenes salgan a la luz, también presionó a Celia para que no fuera a Cuba ni de paseo”.
Fue estrenado el 7 de febrero. A finales de enero Alejandro Sanz, publicitó desde su cuenta en Instagram una charla con su “amigo”, el títere golpista Juan Guaidó. Quien la aprovechó oportunistamente para dar a conocer su “buenos” propósitos con Venezuela. Entre esta la difícil tarea de vender “la situación de emergencia y escasez en el país” y recibir a cambio una intervención militar con etiqueta de “Ayuda humanitaria”. Propuesta que merecieron cinco “¡Presidente, viva Venezuela libre!”, que copió y pegó Sanz, en evidente mimetismo con lo que se dicta desde Washington; pese a su persistencia en desmarcarse de lo político, no se “trata de derechas, ni de izquierdas”, “sino de humanidad".
Con su álbum “Más” de 1997, a puro flamenco, llegó Sanz a estos mercados del Norte. Pero para afianzarse allí, donde las lascas son más gruesas, lanzó “El alma al aire”, un disco en el que añadía a los sonidos flamencos, unos más “pasaitos” por latinos y claramente roqueros como en “No es lo mismo” y “El tren de los momentos”. Tres años después, lo reafirmó con "No es lo mismo”, una fuerte apuesta por el rap y el hip hop, arrastrado por el espíritu de The Black Eyed Peas.
No es el mismo, el Sanz de “Back in the City” que el de "No es lo mismo". Y no me refiero únicamente al cambio rítmico, de timbres y ambientes sonoros, a su abrazo al reguetón y al abandono de la poesía, del piano o de las baladas de sus primeros discos. Hablo más bien de lo ideológico y de su comportamiento.
Aquel se decía no estar en venta, el de ahora no sonaría creíble de repetirlo. Se parece más al barrio de la mayoría aquellas imágenes en una cancha, que estas de ahora en una zona más lujosa de Miami. Hasta sus paletas cromáticas y sus texturas son distintas.
“No es lo mismo ser que estar/ No es lo mismo estar que quedarse, ¡qué va!”-cantaba en aquel tema. Pero como casi nunca falla, el aplastante estar en Miami, en el negocio de la música, modificó su ser y su conciencia. Y como uno de los jóvenes en el video de “No es lo mismo”, saltó con los ojos tapados hacia el otro lado de la cancha. Y calló en Cúcuta. No en el desamparado y humilde pueblecito de Colombia, sino en el Show organizado por un multimillonario del Norte.
Se resignó a creer “Que hoy nadie quiere ser igual”. Olvidó que el chavismo “no es comunismo/Es instinto”. Aunque afirma que desde el 2003, ya era antichavista.
Mi expectativa era ver a Sanz volviendo a los barrios de la multicultural Ciudad Lineal en Madrid, Quintana, La Concepción y Pueblo Nuevo, donde nació. Pero no. Su “city” es ahora Miami, la pretendida capital de la “America para los americanos”.
Como en la vida real. En 1999, para su primer matrimonio, compró en la urbanización El Viso. A inicios del 2013, fue noticia que estaba acelerando el proyecto de una nueva casa en la exclusiva zona de Los Lagos. Un sitio privilegiado, con otros muchos famosos y exitosos empresarios como vecinos. Poco después la vendió por 11 millones de euros.
Hay excepciones, pero resulta difícil imaginar a Sanz pensando en los pobres de España, Colombia o Venezuela en sus momentos de ocio. En su mansión de Miami, con sus tres plantas, estilo Mediterráneo y embarcadero propio; valorada en su momento en unos 40 millones de euros.
Se dice estar al margen de la política, pero les hace el juego al Grupo de Lima y a los secuaces de Trump. Consiente o no, actúa, canta y dice para los que destruyen con una sola orden, con un disparo de Dron, la cantidad de viviendas que entregó el gobierno de Maduro a los sobrevivientes del Desastre de Vargas de 1999; a los miles de familia que no pudieron mudarse como Juan Guiado a otras zonas residenciales, donde no huele a fango, ni a pan duro.
Cuestión que se niega a reconocer, y por la que mereció la respuesta de Joan Manuel Serrat. “El concierto fue un acto político. Eso es de obvio conocimiento y natural intuición. Todos esperamos que detrás de ello no venga muerte y miseria, porque entonces muchos serían los inadvertidos cómplices”- le escribió en su Instagram el cantautor español.
El galardonado con 20 Grammys Latinos y 3 premios Grammys, revolotea ahora por las cumbres. Por eso tampoco ve mal que en el Venezuela Aid Live, los empresarios, los políticos, y los de la farándula fueran colocados del lado VIP y el resto, los pobretones y “jediondos” bien retirado de la tarima, a 200 metros de ella.
El autor de “Corazón partío”, definitivamente tira en sentido contrario que la Revolución de Chávez y el Socialismo. Tira a Miami, al Norte.
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