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viernes, 22 de noviembre de 2024

Los epígonos de Goebbels en el negocio con la música

Sobre este background silencioso, soplan su flauta de Hamelín los emporios de las hegemónicas industrias culturales y del entretenimiento...

José Ángel Téllez Villalón
en Exclusivo 05/07/2019
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Cerebro con auriculares
Un experimento de 2011 en la Universidad McGill de Canadá estudió la mecánica neural frente a la audición musical. (lamenteesmaravillosa.com)

No descubro el agua tibia si digo que la propaganda y el marketing comparten metodologías y operatorias.  Las observaciones y experimentos del neuromarketing son trasvasados en la neuropolítica y vendidos a portentosos candidatos presidenciales. 

En Colombia, el equipo de reelección del Presidente Juan Manuel Santos en 2014 consultó a la empresa Neuropolitika, la misma consultoría que asesoró al Partido Revolucionario Institucional para campaña presidencial de Presidente Enrique Peña en el 2012.

Tampoco debería asombrarnos hallar aplicaciones de los principios de la propaganda de Joseph Goebbels en la funcionabilidad de las industrias culturales hegemónicas y su mimetica periferia. Con sus adecuaciones claro está, al negocio con la música.

Cualquier asesoría en marketing musical, sugiere definir la marca. Este es el principio de “adoptar una única idea, un único símbolo” que el publicista nazi llevó hasta el de “individualizar al adversario en un único enemigo”. Son las señas o signos que identifican al intérprete y a su propuesta musical, un peinado, un tatuaje, un gesto, una frase, un estilo…  

“En este quid pro quo –escribió Theodor W. Adorno- se constituye el carácter fetichista específico de la música: los afectos, que se asocian al valor de cambio, generan la apariencia de lo inmediato, mientras que la falta de referencia al objeto [a la música] desmiente de inmediato esa apariencia”.

Todo método de “contagio” responde el tan de moda featuring  (Feat o Ft) que es la tradicional colaboración (presentación/invitación). Tándem de signos devienen “gatillos”, en pautas reactivas para provocar el consumo desenfrenado de más y más signos audiovisuales, conectores con otras marcas y consumos. Interconectando a los consumidores de sus propias mercancías y de los signos que identifican su marca.

Fórmula de éxito más que probada por el cubanoamericano Armando Christian Pérez. Quien ya ostenta la pregunta: “¿Existe algún hit de Pitbull que sólo sea de Pitbull?”, y quien al preguntársele por qué lo necesitaban las marcas globales”, respondió: “Les doy un poco de calle. Mi trabajo es ensuciarles las canciones”. Entiéndase, sumarle “populismo” para llegarles a targets marginados de sus propios signos.

Las versiones o adaptaciones (remakes o remix) manifiestan el “contagio” y la “transfusión”. El reciclaje de lo que funcionó en el mercado musical o la conexión al nuevo consumo desde la huella que dejara un viejo tema.    

Para cumplimentar la “renovación” se contrata a los realizadores que han probado su creatividad con los spots publicitarios. Para estar “pegao”, se pagan bien los videoclips con una historia o una escena imprevista, que rompa con lo establecido, con un comienzo y un final inesperado, aunque resulte ilógico o ridículo. Con efectos formales -el último plugin que atrapen por su novedad- hasta que descubramos el original que le sirvió de patrón.

A la “renovación”, latransposición”, la exageración y desfiguración del contrincante responden las llamadas   “directas”.  Las excentricidades o tiraderas indecentes que atestan las redes sociales y el paquete. La visibilidad por la visibilidad, asistidas en demasía por la vulgaridad.

La “orquestación” es otra estrategia muy recorrida. Pixar  nos engancha desde el  inicio asociando los temas musicales a un personaje o una situación y después los repiten a medida que avanza la historia. Sutilmente, con un solo de piano en lugar de una orquesta, pero vuelve una y otra vez, cuando menos la esperamos y más vulnerables somos.

Después del éxito de “Bailando”, el tema apareció en la versión española del videojuego Just Dance 2015 y como tema principal de entrada y salida de la telenovela “Reina de corazones” de la cadena Telemundo. La televisora organiza los Latin American Music Awards y es el sitio oficial de los Premios Billboard de la Música Latina, vitrinas comerciales donde fue cotizada con varios premios la marca Gente de Zona.

Los “palos” o hits se convierten en fórmulas.  Se reciclan una y otra vez los acordes o pasajes musicales que ya fueron exitosos. La “orquestación” también se manifiesta en el “popopopó por eso!” que identifica hoy el “reparto” o la terminación en “ente” que impuso más recientemente el tema “Normalmente” de Wildey.   

Es la música chatarra o fast food que denunció Residente en la Conferencia Billboard de la Música Latina. Para el boricua las primeras cinco canciones que se posicionan en las diferentes listas "son idénticas, con acordes mayores" y la fórmula para hacer esos hits es muy sencilla, “Si tú me das 30 minutos te preparo un hit ahora mismo de lo que está sonando en la radio”. Tan extendida práctica, es “una falta de respeto para los artistas que están haciendo música de verdad”; “no está bueno y le hace daño a la música"-añadió.

La “vulgarización” es la manifestación más evidente de la implementación en estas industrias de los principios de mercadeo prefiguradas por Goebbels. Lenguaje directo y melodía pegajosas. Nada de complejidades armónicas. Las letras para el público menos inteligente.  Instintivas, infantiles, onomatopéyicas. Cuanto más grande sea la masa de consumidores, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar.

"La caliente va pa' arriba e 'mí y yo pa' arriba e' la caliente". “Welcome To Miami City, Welcome To Miami City / Tremenda cola en el baño y no están haciendo pipi…”. “Papi dame chirri, mami toma chirri”.

En un experimento de 2011 en la Universidad McGill de Canadá, se estudió la mecánica neural frente a la audición musical. Las tomografías indicaron que las regiones del cerebro que se iluminan con la música son aquellas vinculadas a estímulos eufóricos como la comida, el sexo y las drogas.

Por su parte la psicóloga Naomi Ziv, comprobó en otro o estudio que las canciones "fáciles de escuchar" pueden tenía el poder de alterar el juicio moral de las personas. El musicólogo de la Universidad Bautista de Dallas, Jason McCoy confirmó lo mismo, la música ayuda a "normalizar la narrativa" de lo que pudieran ser mensajes inmorales.

Esta preponderancia de lo emotivo, el entrenamiento como acto reflejo, de corto-circuitar lo racional, junto al disfrute lúdico de la “pesadez”, la vulgaridad y la incultura, producen y reproducen consumidores dóciles a la manipulación mediática denunciada por Noam Chomsky.

Esta construcción de los gustos se sostiene no solo en la estandarización de la mercancía (música), sino en el principio de la “unanimidad”. La necesidad de indentificarse y pertenecer llega a convencer a muchos jóvenes de que piensan “como todo el mundo”. La joven cubana que no le gusta el pop-reguetón, “Bailando” o Gente de Zona es una chea, anticuada, fuera de moda.

Sobre este background silencioso, soplan su flauta de Hamelín los emporios de las hegemónicas industrias culturales y del entretenimiento. Apoyados por no pocos “activistas” como el influencer y cantautor español David Rees, quien compuso y públicó en Youtube una cancioncilla que es un collage de frases clásicas de los animados infantiles, producidos en su mayoría por la poderosa Disney. Funcional concentrado de las operatorias referidas.


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José Ángel Téllez Villalón

Periodista cultural


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