El pesimismo es un factor de riesgo de fallecimientos bastante significativo al provocar la enfermedad cardiaca coronaria, tanto en hombres como en mujeres.
Quienes tienen esta forma de ser, poseen un riesgo más elevado de muerte por enfermedades cardiovasculares.
CÓMO MEDIRLO
El grado de pesimismo de una persona cualquiera se puede medir con bastante facilidad. Han sido realizadas investigaciones en miles de hombres y mujeres adultos entre 52 y 76 años de edad por más de dos lustros, donde se ha cuantificado su grado de pesimismo a través de pruebas específicas para este fin. Los melancólicos tienen más del doble de riesgo de morir por una enfermedad cardiaca cuando fueron comparados con los menos pesimistas.
Posiblemente, en el futuro la identificación y cuantificación de los caracteres tristes pudiera convertirse en otro factor para determinar las probabilidades de fallecer por una enfermedad cardiaca tal como se hace en la actualidad con otros elementos de riesgo como el tabaquismo, la hipertensión arterial, el colesterol elevado o la diabetes mellitus no bien controlada.
CONEXIÓN SENTIMENTAL
Existe una clara conexión entre la forma como pensamos y percibimos el mundo, y cómo esto afecta a nuestro corazón.
En los pesimistas hay un aumento definido en las hormonas inflamatorias y del estrés. Esta situación puede afectar al corazón provocando infartos cardiacos y aterosclerosis.
Aunque aún no puede confirmarse al optimismo como una actitud mental salvadora, en la actualidad sí puede afirmarse cómo el pesimismo verdadero y persistente crea un ambiente estresante crónico en todo el cuerpo, capaz de provocar enfermedades en el corazón.
PERO HAY FORMAS DE CAMBIAR
Las personas pesimistas deben entrenar de nuevo a sus cerebros. El optimismo realista no es un atributo peculiar de determinadas personas. Se incorpora en el transcurso de la vida.
Por eso, será gratificante para la salud del corazón del pesimista tratar de cambiar la mente y pensar de forma distinta.
Sin dejar de ser precavido, de manera sistemática no se debe considerar que siempre pasará lo peor.
Sin llegar al extremo de vivir de ilusión en ilusión pensando siempre en lo bueno aun sin una base sustentable y tratando siempre de tener un realismo objetivo y práctico, la melancolía y el derrotismo permanente deben dar paso a la real posibilidad de ver las cosas desde una óptica distinta y más positivista. Eso pudiera establecer una diferencia entre salud o enfermedad.
LA TERAPIA CONDUCTUAL
En ocasiones se necesita apoyo especializado para cambiar la forma de ver la vida y es la llamada terapia conductual una adecuada solución. Se encuentra diseñada para ayudar a las personas a pensar sobre las cosas de forma distinta.
No obstante, es muy importante mantener un óptimo estado de salud observando en todo momento estilos de vida saludables, incluida la eliminación de adicciones tóxicas como el tabaquismo, el alcoholismo o la drogadicción.
Cada persona debe remover hasta eliminar, o ver de forma distinta, los factores capaces de provocar un estrés crónico o mantenido en su propia vida.
Cuando una persona disfruta de bienestar es más fácil ver la vida desde un prisma menos turbio y más transparente y luminoso. Por eso es tan importante el cuidado de uno mismo. Aunque la vida no es nada fácil, sentirse bien hace expandir el mismo bienestar sobre la existencia en general.
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