Cualquier medida en las actuales circunstancias cubanas es como estar en una partida de ajedrez que no es con 64 escaques, sino un triple de 192 casillas donde el jugador inclinará el rey si no es capaz de prever las consecuencias de cada movimiento.
Siempre habrá una mano para trasladar la pieza, pero la posición debe ser seleccionada por parte de los encargados directamente de la misión, en un proceso democrático de toma de decisiones para tener no apelar tarde al diálogo y participación obligados por la impopularidad de las decisiones.
Sería ingenuo creer que en las condiciones cubanas los trebejos se conducen sanamente por parte de los adversarios, pues los mismos causantes de penurias que obligan a las acciones emergentes, crean confusiones para evitar una correcta conciencia situacional.
El tablero en este caso es un teatro de operaciones militares donde el contrincante se roba nuestros problemas y una vez apoderado de ellos, como ocurre en estos días, desde las redes sociales exige soluciones y aparenta ser defensor de los afectados.
A tenor de las leyes, se pudo evitar un recalentamiento como el de estos últimos días en las redes sociales y la tribuna de la calle, pues desde que se anunciaron las medidas en diciembre de 2024 hubo suficiente tiempo para informar, consultar,optimizar decisiones y buscar lo que faltara para el diálogo con participación.
El típico caso del machetazo después que pasó el majá es el de extender de 30 a 35 días la vigencia de paquetes de datos, voz y SMS, cuyo lado positivo es que sea una experiencia definida como la de una severa profesora que examina y después imparte clases.
Esa medida que afectó al 50 por ciento de los clientes es uno de los lados por donde fracturar la necesaria unidad, pues esa mitad de afectados y descontentos es la parte indefensa del tablero por donde los mal intencionados dan el jaque.
Brindar información completa y abrir espacios de diálogo para aclarar dudas, escuchar propuestas y preocupaciones de quienes están directamente afectados es un mandato legal que si se incumple, puede causar más conmociones que un terremoto.
Suponiendo que la profesora Experiencia no dio la clase, hay que aprovechar las enseñanzas del examen desaprobado y promover el intercambio de ideas y la participación popular ayudan a evitar errores y a encontrar soluciones mejores.
Tomar decisiones dentro de un país de plaza sitiada es altamente complejo y propicio para cometer errores, pero ello obliga a no violar normas elementales como las de la comunicación social, pues una equivocación puede equivaler a la que cometen los zapadores que solo tienen derecho a errar una vez.
Queda nuevamente demostrada la necesidad de lograr que la sociedad en su conjunto sepa diferenciar entre los daños del bloqueo y los que son nuestros y debemos de resolver.
No debe desatenderse algo tan elemental, como no esperar una crisis para que sea entonces cuando las instituciones atiendan debidamente las demandas con vistas a establecer las políticas y hacer partícipe a todos en lograr un consenso nacional.
Esta vez ha sido ETECSA, pero la experiencia es válida para cualquier ámbito donde estamos a prueba constantemente, y resulta imperioso aprender de los errores, escuchar a quienes proponen soluciones y actuar con transparencia para avanzar juntos.
El desarrollo alcanzado en las comunicaciones demuestra que se pueden esquivar los golpes. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández/Cubahora)
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