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domingo, 24 de noviembre de 2024

La casa ¿de los refranes o de los guajiros?

Ante esta a obra pudiera estar ocurriendo que nos acercamos tanto al árboles que no vemos el bosque...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 09/06/2023
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Topmás Álvarez
Ver solamente los refranes, la hace llamar casa de los refranes, pero hay uno que recomienda no acercarse tanto al árbol (Alfredo Martirena/Cubahora) (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Lo que se pretende actualmente con la preservación de la ruralidad, motivo en Lo guajiro 

la afirmación de que para ellos es importante conseguir recursos materiales y reducir las diferencias entre la vida del campo y las ciudades, pero más aún lo es defender la cultura campesina.

Así dijimos: “Ojalá puedan multiplicarse los Tomas Alvarez de los Ríos para captar esas esencias de lo guajiro, y que aún cuando repoblemos los campos y aumenten los trabajadores agropecuarios, tengamos la guajirada como inspiración.”

Según ECURED, Tomás Alvarez de los Ríos ha escrito 5 novelas: Las Farfanes, Candelaria, Los triángulos del amor, Tronco, ramas y raíces, Esos carreteros y Diálogo entre la palma real y la ceiba, publicadas a lo largo de estos años en Cuba y en España. Aunque menos frecuente, también incursionó en el cuento y el testimonio.

Todas esas creaciones literarias tienen profundas raíces en los campos cubanos, pero hay una obra inconclusa que debiéramos terminar entre todos, y es la construcción donde vivió a las afueras de Sancti Spíritus, a uno de los lados de la Carretera Central.

Esa casa es símbolo de dignidad cubana, pues cuando Tomás donó el monto obtenido por la publicación de Las Farfanes, alguien osó decirle: “Ahora con eso te dan un carro y te hacen una casa”, frase que desencadenó la furia guajira del escritor.

Desconozco quién o qué acabó de convencerlo de aceptar, pues por mucho que dije y traté de desvincular al autor de tan nefasta frase con el reconocimiento de la Revolución, su negativa fue rotunda, hasta que un día, en su casa en Guayos, me comentó cómo y en qué ambiente pidió la vivienda.

Como mismo escribió sus novelas, concibió la obra constructiva, que fue diseñada con la óptica de sus vivencias campesinas, una de las cuales compartió al regresar de hacer un reportaje en los años 70 del siglo pasado.

Habló de las maravillas de cómo había visto llegar las modernidades de la electricidad y los tractores DT75 a un apartado rincón de la geografía de la antigua provincia de Las Villas, por lo cual estaba alegre, pero también preocupado porque desaparecerían “las cosas de los guajiros”.

Se refirió a las tinajas que conservaban el agua fresca como en los manantiales con la llegada de los refrigeradores, el arado y la guataca con la irrupción de la mecanización, la chismosa, el quinqué…

Desde aquella charla fueron pasando los años, hasta el día en que detallaba cómo quería la casa, y parecía que estaba redactando o dictando parte de una novela cuando se quejaba de que en esa zona no permiten techo de guano, por lo cual sería de tejas, pero sí con portales alrededor con ladrillos en vista.

“Ya tengo recogidas muchas cosas, pero no tengo dónde guardarlas, mientras me terminan la casa”, dijo refiriéndose a instrumentos de trabajo y objetos hogareños que colocaría unos en el patio y otros dentro de la vivienda.

En fin, que Tomás aspiraba a crear un museo campesino, y pienso que no solo para conservar y mostrar, sino para sentirse en su ambiente guajiro donde seguir creando sus obras literarias, cargadas de experiencias y saberes que recogió de las charlas con hombres y mujeres del campo.

¿Y qué mejor manera de guardar sintéticamente la sabiduría guajira que los refranes? Además de refranes y frases populares campesinas, hay nombres, y entre ellos el de Arturo Chang que, aclaro, no se refiere a mi, sino a mi hijo, quien antes de dedicarse a las ciencias, colaboró como mecanógrafo con Tomás en su obra literaria.

En fin, así es la casa de Tomás: digna y cubanamente guajira.


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Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.


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