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miércoles, 4 de diciembre de 2024

Un presidente diablillo tramposo

Él no era un bobito a nada y les tendió una trampa a quienes tenían su mismo gusto...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 25/11/2017
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Kennedy-tabaco
Les jugó una mala pasada a sus compatriotas fumadores.

Hay una vieja cuarteta que asegura:

“De las cosas más ocultas

el tiempo tiene la llave

y a la corta o a la larga

todo en el mundo se sabe”.

Y la verdad que encierra esta coplilla se hace especialmente valedera con referencia a quienes, de una u otra manera, llevan lo que se llama una “vida pública”. Desde las actrices hasta los políticos, pasando por los deportistas de renombre, todos están bajo constante requisa de la gente.

No iba a ser una excepción John Fitzgerald Kennedy, el joven combatiente de la Segunda Guerra Mundial —Medalla Corazón Púrpura—, el Premio Pulitzer de Periodismo, el senador que ocupó la Casa Blanca en calidad de trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Y, en cuanto a la intimidad del mandatario, saldrían a relucir dos grandes pasiones, una de ellas muy relacionada con Cuba.

JOHN F., TRAMPOSO FUMADOR DE TABACOS

En cuanto a las grandes pasiones de Kennedy, está fuera de dudas que el presidente norteamericano fue lo que en inglés llaman un ladies´man.

Enamoradizo hasta los tuétanos, sus conquistas picaron muy alto, hasta la mismísima Marilyn, el gran símbolo sexual yanqui.

Pero hay otra predilección menos conocida: su gusto por el tabaco cubano, específicamente por los petit upmann.

Y aquí viene la anécdota.

Una tarde Kennedy le encargó a su secretario de prensa, Pierre Salinger, que le consiguiese un millar de puros de su vitola preferida. Ya con el lote en las manos decretó la prohibición de todo comercio con Cuba.

Entonces, de seguro, les dijo a los fumadores norteamericanos: “¡Jerínguense, que yo sí estoy bien pertrechado!”.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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