A veces quisiera levantarme por la mañana y no recordar nada de la noche anterior. Repasar cada pasaje, cada conversación y cada trago puede ser una tortura, sobre todo si se sabe, una vez recobrado el sentido, que en cada pasaje, cada conversación y cada trago hubo una posible metedura de pata.
Y es que la rutina de trabajar de lunes a viernes y destinar los fines de semana exclusivamente a dormir, cocinar y ver series, me ha convertido en una criatura que prefiere, sobre todo, descansar. El problema es cuando ese ciclo de aburrimiento se rompe bruscamente con una noche de diversión.
Después de una fiesta —evento que suele incluir bebida, baile y todo lo que sabemos—, la (sub)conciencia comienza a lanzarnos señales. Es más, creo que incluso, mientras las cervezas van y vienen —tres para mí son demasiadas—, y la música pasa de Bailando a La Macarena, empieza a rondarnos esa sensación extraña que se suele parecer a la culpa. Como si se nos posaran detrás de cada oreja el angelito y el diablito de los dibujos animados y nos susurraran: “Hazlo” y “No lo hagas”. Claro, que en mi caso, por una cuestión de género, serían una angelita y una diablita. En fin, que por mucho que las vocecillas nos indiquen los pros y los contra de cada flirteo, terminamos ignorando las alarmas y dejándonos llevar. Porque casi siempre el motivo de la discordia se vuelve, con la dosis de pecado que implica, cada vez más atrayente.
Y así transcurre la noche, y al parecer todo va de maravilla porque ya los bichitos de la conciencia pusieron bandera blanca y nos dejaron a nuestra suerte. Pero la fiesta no es eterna, el momento de irnos a casa se impone porque nos están sacando del lugar y estamos bastante crecidas como para seguir la rumba en el Malecón.
Es entonces que comenzamos la agonía de repasar los acontecimientos recientes y sacar cuentas de las posibles consecuencias de nuestras andanzas, porque consecuencias siempre hay, no puede ser que pequemos de ingenuas a estas alturas. Aunque todo haya quedado como un juego verbal —nada de nada realmente— casi imaginario, es inevitable pensar en qué pasará después, mañana… Y a la avalancha de pensamientos entrecortados se le suman el cuarto dando vueltas y los deseos de vomitar.
Pero la memoria perturbada hace lo que le parece y borra frases y hasta episodios completos. A veces es mejor no saber, lo que es una solución muy facilista e inoperante, pues al día siguiente las colegas de juerga se empeñan en hacer el recuento de la noche anterior y se va reconstruyendo la película que editamos mentalmente como una especie de amnesia selectiva.
Y ahí nos vemos en el rol de fiesteras felices y desinhibidas que no creen en el mañana. ¡Una falacia! A esa actitud algunos amigos le llaman “ponerse el traje de dinosauria o dinosaurio”, y otros lo definen como “despistonarse” (metáfora relacionada con los motores de los autos o algo así).
Sí, es tremendo problema fijarse en una risa linda que no nos conviene, pero tampoco es el fin del mundo. Las fiestas, fiestas son. Y como la amnesia selectiva solo nos engaña a nosotras mismas, lo mejor es tomar medidas drásticas. Una vez en la vida real, sin luces parpadeantes y exceso de maquillaje, las aguas volverán a tomar su nivel, en eso confío.
Les pido disculpas por la solemnidad de este texto, por lo general una suele reírse de estas situaciones, pero tendrán que darme unos días para eso.
libra
16/4/15 12:44
hola al dia siguiente si amaneces sola en la cama, abraza la almohada, y no te preocupes eso sucedio ayer.
Un poco antes de que la humanidad
existiera, se reunieron varios duendes para
hacer una travesura. Uno de ellos dijo:
—Debemos quitarles algo a los seres humanos,
pero, ¿qué?
Después de mucho pensar, uno dijo:
— ¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad. El
problema es dónde esconderla para que no
puedan encontrarla.
Propuso el primero:
—Vamos a esconderla en la cima del monte
más alto del mundo.
—No, recuerda que tienen fuerza; alguno
podría subir y encontrarla, y si la encuentra
uno, ya todos sabrán dónde está —replicó otro.
Se escuchó una nueva propuesta:
—Entonces vamos a esconderla en el fondo
del mar.
Otro señaló:
—No, no olvides que son curiosos, alguno
podría construir un aparato para bajar, y entonces
la encontrarán.
—Escondámosla en un planeta bien lejano
de la Tierra —propuso otro.
—No —le dijeron. Recuerda que les dieron
inteligencia, y un día alguno va a construir una
nave para viajar a otros planetas y la va a descubrir,
y entonces todos tendrán felicidad.
El duende más veterano, que había permanecido
en silencio escuchando atentamente
cada una de las propuestas, dijo:
—Creo saber dónde ponerla para que nunca
la encuentren.
Todos voltearon asombrados y preguntaron
al unísono:
—¿Dónde?
—La esconderemos dentro de ellos mismos;
estarán tan ocupados buscándola afuera que
nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces
ha sido así: el hombre se pasa la vida
buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo.
Iva
10/4/15 12:47
Hola a todos. tan bueno como simepre, el articulo. Bueno, creo que todos lo esperamos asi, al menos los que nos hemos hecho asiduos a tu blog. que cuento, que soy fiestera, y tomadora, y eso me ha pasado, uffff, ya perdi la cuenta.jajaja. para que decir que mi ultimo novio, salio de una noche de fiesta. y lo pero, que en medio de todo eso, siempre doy el # del celular, y despues me llaman y no tengo idea de quien me habla.jajaja. y ya tengo 32 años, y siempre caigo en lo mismo. el novio actual, tambien la misma situacion, esta me salio de lo mejor, hasta el momento, nada de arrepentimientos. esta amnesia me encanta.jajaja
Nor1
9/4/15 16:02
me quedo entre la espectativa y la duda. interpreto bien lo que leo? vives alguna especie de experimento personal? pienso que la actuacion de hombres y mujeres en esas situaciones especificas difieren por el genero (no me considero machista). un hombre despues de 3 cervezas (confieso que tampoco paso de ahi) y un final de fiesta "complicado" seria capaz de terminar la noche con la fea mas fea de la fiesta y al otro dia tendria mas resaca que remordimientos. las mujeres no. ustedes pudieran hacerlo en un momento de borrachera o locura, pero despues la conciencia las atormentaria por un tiempo. Ja! repito que es lo que interpreto del articulo. muchas gracias.
ZULE
9/4/15 13:55
Hola, escribo por primera vez y lo más relevante es que justo hoy dí por casualidad con tus escritos de la página 1, enseguida me enganche, eres muy valiente por la visión con que tratas los temas. Me ha encantado esta página, sigue así de sincera y realista, ahora mismo le paso la dirección del blogs a mis amigas, que aunque no ya con tu juventud, fuimos así o quizas seguimos siendo. Exitos
JBM
8/4/15 15:10
Lisandra.Tus escritos todos siempre vienen cargados de realidad y vida.Pero creo que lo mejor es tratar de hacer cosas que nos hagan felices y sobre todo que nos hagan sentirnos bien con nosotros mismos. Olvidemonos de los arrepentimientos.Cuando uno está seguro del tipo de persona que es,no debe andar preocupandose mucho por lo que hizo o lo que es peor,hasta por lo que no hizo.Al final la vida es un ratico.Asi que vivamos un poquito,cada cual a su manera y como pueda.Al final la vida solita se encarga de regresarnos a nuestra verdad.
Ya lo dijo Arjona en su canción ¨CAVERNICOLAS¨,......Un día entró como hojarasca la realidad y la costumbre y se acabó la inmunidad....La cueva se convirtió en casa,el azar en mancedumbre y se suicido la libertad.
sachiel
6/4/15 14:45
Acuestate boca abajo, para evitar el mareo y las ganas de vomitar; tomate un vasito de leche fria, para atemperar el estomago, y al otro dia, si amaneciste sola en cama, alegrate, pero a la vez preocupate. Mejor, usa webcam en el hombro izquierdo.
Iva
10/4/15 12:51
jajaja. que bien que te quedo eso. esa mañana del dia siguiente, que no sabes si alegrarte o no, de haber amanecido con alguien, o al reves....por dios, me rio en estos momentos, pero cada vez que me pasa eso, que normalmente me sucede, despues no me quiero ni acordar.
DOI
4/4/15 22:36
Lisandra,...., eres tan curiosa !. Tus interesantes artículos siempre trashuman algo de los tabúes que quieres desterrar. Ciertamente uno a veces se excede algo, pero eso puede ocurrir tanto en fiestas como en otras circunstancias, cuando realmente uno va subconscientemente dispuesto a excederse. Fiesta y diversión no han de ir siempre de la mano del exceso, como no sea del exceso de buenos momentos y buenas compañias.
Presidente
2/4/15 16:49
Lisandra, un tema oportuno para la reflexión de nuestros jóvenes, todo con cordura no crea arepentimientos, si el gozo es placentero nuestro corazón se alegra y la vida continúa sin tabúes, porque la vida es vida si la activamos .. sino ¿para que estar? saludos.
Angel
2/4/15 15:50
Hola me gusto mucho tu escrito pues yo he pasado por ahi y en verdad al otro dia ademas de la resaca es muy dificil empezar el dia, mientras q todos hablan de lo bien q la pasaron sin tocar los detalles indescentes q nadie quiere recordar solo el o la q los disfrutaron. Es mejor salir y compartir con un nivel de alcohol bajo, la pasas bien y tu subconciente o los amiguitos de los dibujos animados bien activos y asi no se lleven una imagen equivocada de nosotras. Me gusto mucho sigue escribiendo felicidades. Saludos
Maryd
2/4/15 14:30
Excelente como siempre tu manera de describir las cosas cotidanas que nos pasa a todas, hasta estas experiencias.
Yuly
2/4/15 13:07
Hola Lisandra, es la primera vez que escribo, pero he leído varios de tus escritos. Me parece que tienes mucha razón en lo que dices, nunca me ha pasado porque no soy muy tomadora, pero tengo amigas que la han pasado muy mal después de una noche de fiestas. Felicidades por el éxito que tienes y espero que sigas escribiendo sobre cosas que para muchos es difícil expresar.Saludos.
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