Este domingo leí en las redes varias postales y comentarios por el Día de los Padres donde felicitaban también a las mamás que decían asumir a la par el rol de papá. Por supuesto, entendí su buena intención, pero no me pareció justo con ninguno de los dos, ni con los padres futuros.
Además, esa no es una afirmación exacta, porque las mujeres que no criamos con el padre biológico al lado casi siempre tuvimos otras ayudas masculinas. Nosotras hicimos un trabajo arduo, muchas veces super meritorio, pero no nos podemos duplicar, como tampoco el hombre que enfrenta sólo la crianza de su prole puede hacer de mamá, y sin reparo alguno paga una empleada o apela a amigas o a su propia madre para lograr una perspectiva diferente de los problemas cotidianos.
Por mucho que defienda la equidad de género, no me ciega la pasión: en lo social y legal somos iguales y merecemos los mismos derechos y oportunidades, pero en lo ontológico hay diferencias innegables y necesarias, del mismo modo que tenemos dos ojos para observar el mundo y cada uno aporta un ángulo diferente, hasta complementar la imagen en 3D.
Hombres y mujeres somos seres con un encargo biológico y una perspectiva de la vida que nadie puede suplir. Quienes están en un espacio intermedio toman de ambos con mayor soltura en lo emocional y simbólico, pero en este asunto de maternar o paternar terminan eligiendo un bando, porque no son funciones integrables, a mi ver.
En el wasapeo dominical de Senti2 hablamos de eso un poquito, y ya vi que también otros coinciden: ser “madre y padre” no es posible ni necesario, y si hay un día para celebrar a los hombres que asumen bien su rol y no se borran, no es justo arrancarles ni una tajadita de júbilo.
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Ese es el día para los papás biológicos y los zoológicos, como le dice Jorge a Alejo, su padrastro y padre del hermano, y es el día de los abuelos, padrinos y tíos participativos, como nuestro enigmático chofer y artista visual Humberto.
Incluso es el día de agradecer a esos socios y admiradores secretos que para estar en el corazón de una mujer se hacen cargo del crío por ratos, para que ella trabaje o se relaje un poco. (Un área medio gris, ya sé, no siempre recompensada como ellos desean, pero ayuda con el karma, lo prometo).
Como madre divorciada, tuve hombres en mi vida que sembraron en mi hijo semillas muy valiosas, y parte de lo que es hoy se los debe a ellos: la música que oye, la habilidad con las computadoras, el vocabulario, visiones del mundo… Sería muy mezquino de mi parte no reconocer esos regalos de quienes no tenían obligación y lo hicieron por afecto al Davo.
No nos llamemos a engaños: ese cartelito de “madre y padre” es una manera de cerrar el círculo simbólico y justificar el miedo a confiar de nuevo, sobre todo si tienes niñas. Así nos lo inculcaron por décadas, para castigar un poquito a la mujer que se atreviera a plantar el divorcio. Nos engatusan con el Premio Al Mayor Sacrificio, y luego no sabemos dejar entrar a quienes intentan ayudar de buena.
Como escribió Preval en el grupo, resulta tremendamente terrible que muchas mujeres no quieran saber más de hombres en su espacio hogareño… ¡Hasta que el mismo padre que abandonó a la prole viene a mendigar atenciones!
Por experiencias cercanas conozco el precio que pagan las que ponen énfasis en la maternidad sobre su potencial de mujer-amante. No pocas terminan recogiendo al ex al final de la vida, cuidando como “hijo” al tipo que la dejó sola, o la engañó, o le hizo la vida un yogurt… y lo hacen por quedar bien con su prole, o por aliviarles la carga, o como otra muestra (engañosa) de su superioridad moral.
¡Y no hablemos de las que privan al padre de acercarse a su fruto por mezquino rencor, y luego se deshacen en plañidera! Como decía Preval, el desarrollo de un niño debe estar equilibrado en la modelación de los principios masculinos y femeninos, y cada quien debe hacer su parte… y dejar hacer.
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German (como Jorge, como muchas familias reconstituidas), asumió la hija de su primera esposa y tuvo que improvisar la paternidad de un día para otro. Mire ama a su padrastro y compadre, por ser incondicional con toda la familia. Martha agradece ser el resultado de unos padres así. Gisela andaba esta semana por la Sierra Maestra mientras el padre de los trillizos se hacía cargo del batallón…
“Honro ese linaje masculino y no quiero bajo ningún concepto cargarme con un rol que no me corresponde. ¿Por qué lo haría?, razonó Mirebell… y yo te comparto esa pregunta a ti, mujer que te aferras a ser mapá: ¡¡¿Por qué lo harías?!!
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