Según la mitología del último par de siglos, hay dos números que no se le preguntan a una mujer: la edad actual y la cantidad de parejas sexuales (acumuladas o en activo).Una amiga asegura que sí se preguntan (y bastante), pero casi ninguna responde con la verdad en ambos acápites. Pensé ripostarle que yo no caía en eso… pero no es cierto: si bien mi edad es pública, mi currículo no lo es tanto.
Solo puedo decir que son más que los asentados formalmente en el registro del CDR, pero menos de los que creen los choferes de Juventud Rebelde, que me han dejado en muy disímiles direcciones, pero muchas son de amistades que me procuran como consejera o me malcrían porque saben cuánto me gusta cambiar de aires.
Un día pensé en hacer un acertijo numérico para modelar las historias eróticas que incluyeran amores fallidos, amantes, pendientes, tropezones, extraining, noviazgos, uniones de hecho, matrimonios… pero es una fórmula tan compleja que tendría que apelar a las dotes de cálculo de mi vástago, y al menos en mi caso el resultado no ameritaba tanto esfuerzo.
Sobre esas cifras prohibidas en el imaginario femenino, pudiera decirse que en la primera la tendencia es a esquivar respuestas con zalamerías o fórmulas ambiguas, como treintisiempre, e incluso rebotar con preguntas-trampa como “¿Qué edad me echas tú?”.
En el segundo dato es menos esperable la exactitud: algunas solo cuentan las parejas visibles y esconden los abordajes de noches piratas; otras manejan cifras dobles (una versión para la casa y otra inflada para las amigas) y un grupo nada despreciable ni lleva cuentas… lo más que pueden recordar sin esfuerzo es si andan por el orden de los dos o tres dígitos.
¿Que con los hombres pasa lo mismo? Yo diría que no… A los jóvenes la edad no les importa y los tembas usan otros números para compensarla, no siempre con feliz cociente.
En cuanto al historial, la regla común es exagerarlo y adelantarlo en fecha, en especial para el grupo de socios. Solo se quitan rayas los que supuestamente son célibes hasta el matrimonio o renunciaron al sexo totalmente.
Pero hay otros números (aprovecho que están de moda los acrónimos) que son muy significativos en materia sexual. Basta que afloren, hasta en asuntos muy serios, para que la mente resbale sinuosa en el doble sentido. Les propongo un ejercicio y verán que enseguida me dan la razón.
Si escribo 40 y 20; 11 minutos; 90 millas; 50 años o 13 estaciones… ¡todo el mundo sabe de lo que estoy hablando! Y la picaresca se expande si sugiero buscar cuatro puntos de apoyo; no llegar a segunda base; conquistar el séptimo cielo o desplegar menos de tres centímetros de esfuerzo.
¿Que son estereotipos? ¡Tal vez…! Pero que lance la primera tiza quien no haya navegado en esas matrices.
Además, a mí no me crean: el experto en mezclar sexo con guarismos es Fernando, profe de la facultad de Matemática de la UH y anfitrión de dos espacios humorísticos: el proyecto Delta, que se reúne los viernes en el cine Riviera a partir de las 8:30 p.m., y el programa Universo Delta, hospedado en el Canal Habana.
Al Riviera voy este viernes 11 de invitada: Fernan quiere saber si el amor entra también por la cama y me desafía a hablar de lo que se puede descubrir (o no) en una primera cita. Su único recelo es que no sabe qué personaje infantil voy a chotearles esta vez, para terror del piquete de nerds universitarios que suele ser fijos en la peña, aunque la entrada es para todo tipo de público.
Y volviendo a los números, ni crean que pienso dejar fuera a uno muy emblemático, delicioso y siempre magistral. Pero es mejor que lean las soberbias décimas con que Alexis Díaz Pimienta maneja el asunto en su "Diario erótico de Robinson Crusoe", del que ya hablamos por acá hace un par de años.
Llego feliz a la línea 69 de mi cuartilla para invitarlos a disfrutar del poema homónimo, ya musicalizado, en el perfil de Facebook de este cubanísimo autor, cuya producción de espinelas ya sobrepasa el millar.
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