En mi infancia amé a un hombre que era la viva estampa del Quijote en el físico, los ideales, la manera de hablar… Aquel primo de mi abuela, el Niño Munar, podía unir en una misma oración a Dios, Einstein y la ebanistería con eruditos destellos que alumbraban el ambiente ateo de mi casa.
Jamás se casó ni tuvo hijos, hablaba de las mujeres con generoso respeto y de la vida con un misterio fascinante. Leía poemas, citaba filósofos y colaba versículos en el momento oportuno de la charla, sin estridencias, con un giro de sus huesudas manos y un guiño de sus ojos zarcos.
Buscarme en sus palabras era como mirar al Sol, y aunque insistía con mi madre en que cultivaran mis talentos y modales para que fuera una “muchacha de bien”, su principal consejo cada vez que me veía, era: “Léelo todo, aprende lo que te sea útil y sé feliz contigo misma”.
Ya de adolescente visité su humildísima vivienda y me impactó ver los libros apilados en columnas que llegaban al techo y lo sostenían, literalmente. Ahí comencé a pensar que en verdad había algo divino en la inspiración de toda obra humana, y en el impulso de vivir cada quien según sus propios designios.
De ese pariente-mentor me acordé en los tres días que dedicamos en el grupo Senti2 a dialogar sobre la visión bíblica del amor y el placer, intercambio en el que primó el respeto, sin dejar de expresar nuestras diferencias en la interpretación de pasajes, mandatos, figuras y contextos.
Cada lunes presentamos un libro diferente para explorar el sexo en sus diversos dilemas, y esta semana tomamos la Biblia para entender el origen de conceptos y prejuicios que por milenios se han alimentado de anécdotas tomadas al sesgo y no pocas veces contradicen el mandato de amar lo divino y lo humano sin reservas.
Me acordé, porque a pesar de su purísima fe, el Niño me enseñó a leer ese gran texto desde aproximaciones más abiertas: como compendio de relatos históricos, como guía para lo cotidiano, como fuente de todas las ciencias y artes, como filosofía que insiste en el error humano para promocionar el libre albedrío y la capacidad de elegir entre castigo y perdón.
La evolución y el retroceso moral, el odio ciego y el amor indulgente, el antes y el posible después en las relaciones entre humanos, se narran una y otra vez en el Libro de libros, reinterpretados y ejemplificados con exhaustivos detalles a la luz de cada contexto social para hallarles un sentido literal o parabólico. Esos mismos conceptos aplicados fuera de su marco lógico suelen ser causa de infelicidad, propia y ajena.
Me encantaría resumir lo que hablamos sobre esos tópicos, y en especial describirles la pasión de Karel, las reflexiones de Lía, las preguntas de Maura, el dolor de Armando, la sensatez de Dayron, la fe íntima de Gisela y Carlos… De hecho, llevo horas intentándolo, porque lo prometí, pero ya sé que no es posible ni sensato, así que mejor paso a un Word el debate y se los hago llegar si dejan algún correo en los comentarios.
Solo una pincelada: aunque hablamos de matrimonio, divorcio y fornicación, de reproducción natural y asistida, de familias muy originales y prácticas cuestionables, mi parte favorita fue la polémica sobre la destrucción de Sodoma, condenada porque sus hombres, al parecer todos, eran ladrones o asesinos, y estaban decididos a humillar a sus huéspedes en lugar de honrarlos, como es ley del desierto.
Y las mujeres y los niños de esa ciudad, ¿también merecían morir bajo fuego y azufre? ¿Y qué pasó en Gomorra? ¿Por qué arrasar las tierras productivas? Y si los ángeles verdugos se hubieran disfrazado de mujeres y no de hombres, ¿el pueblo hubiera reaccionado igual?
Y Lot, el único hombre que fue salvado tras abogar por sus huéspedes, ¿no pudo negociar con ganado, tierra o riquezas para aplacar a los instigadores, en lugar de ofrecer a sus hijas para que fueran violadas? ¿Cómo es que la violencia o la sed de demostrar superioridad usando el sexo no consentido como instrumento de humillación, terminó siendo sinónimo del placer disfrutado entre dos hombres?
Quedan muchas aristas sobre la ética religiosa y mundana en torno al sexo y las familias sobre las que nuestro pueblo deberá reflexionar en los próximos meses. Muchos silencios que leer en cada texto de cabecera y no pocas actitudes que revisar en el actuar cotidiano para hacer del amor el centro de todo, como decía Lía, porque absolutamente todo lo que no gire a su alrededor tiende al sufrimiento y al fracaso.
Cuando era pequeña y me ponía necia con mis hermanos, mi primo-abuelo decía con tierno acento: “La soberbia también es un pecado, niña mía”. Hoy entiendo de qué hablaba, y aunque me siga equivocando cien veces por día, intento revisar si mis palabras honran los paradigmas que defiendo, para no caer en incoherencias que deshonren la educación de mis mayores.
Por eso, cuando alguien me dice que “conoce a homosexuales que son buenas personas”, de mi parte respondo que yo conozco a buenas personas que son homosexuales… Primero lo primero, ¿no creen?
Rodin
26/5/21 1:28
Buenas...buen escrito. Para los que deseen tener el debate este de Sexo y Religion les dire que se encuentra en nuestro Canal de Telegram. Puedes llegar buscandolo: Senti2 (@sexosentidocuba). Buen debate que hubo. Saludos y estamos ahí y aquí.
cleopatra
20/5/21 11:20
Bueno dias. Estaba esperando esta cronica desde que llegué al trabajo. Me encanto tu escrito, pero como dices por que matar a niños y entregar a sus hijas. La iglesia en su conjunto para mi que soy atea en es una forma de tener a muchas personas dependientes de ella y al final por lo que dijeron en el wasapeo son unos hipócritas. ¿como para aceptar a un homosexual tiene que dejar de serlo, o en el peor de los casos ocultarlo. no creo que sea justo. para mi la biblia es un libro de cuentos que cada religión a interpretado a su conveniencia. La humanidad se a equivocado tanto que mira en donde estamos y no por no seguir los ejemplos de la biblia que para mi no son los mas prudentes . Es mi modo de ver la vida. Amor con amor se paga solo el amor engreda la maravilla.
Almir Ulises Mestre León
20/5/21 18:41
Comparto tu criterio, cleopatra, para mi la Biblia es un cuento de hadas diseñado para mantener a la gente en "su lugar". Le doy felicitaciones a Mileyda por tan buen artículo.
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