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sábado, 23 de noviembre de 2024

¿Qué es esto?

La vida es un ciclo de recuerdos y enseñanzas...

Mileyda Menéndez Dávila
en Exclusivo 13/06/2023
2 comentarios
Espantapájaros
En su infancia tuvimos un “gorrión” (en nuestro caso un espantapájaros) que nos conectará la vida entera. (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

Hace unas semanas, como parte de las clases virtuales del módulo de Comunicación y Sexualidad en la maestría que sigo en el Varona, la profe Carmen Reinoso nos hizo llegar un bellísimo audiovisual que, si tienes hijos o planeas tenerlos, o si tienes padres ya mayores y por momentos te irritan con sus letanías, definitivamente necesitas verlo.

La historia es simple: un joven lee sentado en un jardín y a su lado el padre lo interrumpe con una pregunta aparentemente banal: “¿Qué es esto?”. Pero “esto” es un simple gorrión, algo muy obvio, y el joven pasa de la incredulidad a la exasperación cuando el viejo repite la interrogante varias veces en el mismo tono.

No te cuento el desenlace para que lo disfrutes. Sólo te advierto que es una joyita en cuanto a historia familiar, y deja muy claras las funciones de la comunicación de manera general, y entre parejas y familias. ¿Que no las conoces? Pues me pongo en modo docto para resumírtelas, porque el mayor por ciento de los problemas viene por ahí.

La primera, tan obvia como el gorrión, es la informativa, esa capacidad de nombrar la realidad en tu entorno o tu mente, para estar todos en la misma sintonía. Se vale sobre todo de sustantivos: la sustancia. Por eso agobia un mensaje que califica mucho sin decir nada en concreto, y crea malentendidos con las otras personas.  

Luego está la función instructiva, el valor de sacar lecciones para repetirlas (o no) en el futuro. Pero !ojo! el exceso de didactismo mortifica y humilla, además de matar la imaginación y congelar la acción en mal momento, en especial para los varones, por aquello de que Dios les dio pene y cerebro, pero no sangre para que ambos funcionen a la vez.

De la tercera abusamos muchas veces, pero es tan valiosa que hasta existe una rama del márketing para vivir de ella: la comunicación persuasiva. (Si quieres saber más, mi amiga Susanita, de escríbete.com, te puede compartir esa magia de una manera muy criolla, divertida y eficaz).

Los bebés son expertos en manipular la conducta ajena en función de sus necesidades y sembrarse en el corazón de los demás a base de sonrisas y pucheros, miradas curiosas y caritas felices. No necesitan palabras para ganar tu amor, y cuando aprenden a usarlas, pueden tejer todo un mundo de sentidos a tu alrededor, como verás en el video que te estoy sugiriendo disfrutar.  

De la función motivadora de la comunicación, tú puedes ponerte un montón de ejemplos. ¿Cuántas cosas has hecho o has llevado a hacer con una frase inspiradora, un gesto oportuno, una simple mirada de “¡Tú puedes!”?

Todo lo que se necesita es un poco de fe y un mucho de respeto mutuo, porque si no es auténtica la arenga, su efecto pasa con demasiada rapidez, y eso lo sabe bien nuestra pareja cuando instamos a dar un paso sin estar de verdad motivados, como aquello de “regalarse” un trío que luego sabe a tumulto sin gracia ni sazón.

Todas las funciones están interrelacionadas y es difícil andar por la vida intencionando una u otra en especial, pero hay dos de las que en Cuba somos muy conscientes, creo yo, porque forman parte de nuestra idiosincrasia: la expresión emocional y la interacción social.

¿Un escenario típico para demostrártelo? Una cola en el barrio. Por mucha capacidad de abstracción que disfrutes, no pasas media hora en un invento social como ese sin conocer qué males aquejan a cada quién (del cuerpo y el alma), quienes tienen “alguito medio raro” (como le dice mi vecina a los jóvenes que descargan) y cuáles son las familias peor llevadas, al punto de no compartir ni las compras de la libreta o el módulo adicional.

La última función es la del control. Mi hijo tenía siete años cuando leí en un clásico español aquello de ahorrar tu energía vital poniendo a otros a hacer lo que te toca mediante una orden más o menos sutil.

Como estudio en voz alta, y mi bebé siempre ha sido un magnífico escucha, su carita se iluminó con el concepto y me propuso hacer un experimento con quien ocupaba la plaza de pareja en aquel momento.

Ciertamente, lo trajinamos durante una semana y logramos que hiciera tareas nuestras sin percatarse de la novedad. El debate ético empezó cuando me percaté de que también me habían “controlado” esos días, y mi hijo respondió que los adultos le hacían eso todo el tiempo sin tomar en cuenta sus criterios y sentimientos.

Para cerrar, les cuento que el videíto pasó de mi chat de estudio al de mi hijo, ya adulto, como prueba de memoria afectiva, porque en su infancia tuvimos un “gorrión” (en nuestro caso un espantapájaros) que nos conectará la vida entera, como una cápsula de comunicación cuántica, a salvo del tiempo, la distancia y los errores humanos.


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Mileyda Menéndez Dávila

Fiel defensora del sexo con sentido...

Se han publicado 2 comentarios


Lester
 14/6/23 3:11

Buenos sus trabajos

Muy buena sus reflexiones
 14/6/23 3:10

Es interesante su trabajo y me gustaría conocer más sobre el tema.

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