Cuando decides comprar un celular, casi siempre tienes en mente un par de modelos que cumplen con tus aspiraciones tecnológicas. Tal vez no sea lo que el mercado promueve como “lo máximo”, pero sí es seguro y te da el bolsillo, “sirvió”.
Para eso estimas apariencia, capacidad interna, resistencia, conexión… Incluso hay quien cuestiona el lenguaje en que lo programaron o el origen de los materiales, más allá del estándar de funcionamiento.
Con las parejas rara vez el proceso es tan racional. Hay quien aspira únicamente al modelo que más se publicitan, y hay quien responde a las hormonas o la presión social, pero olvida algo importante: trabajar en la “oferta” y equiparar potenciales.
¡Y ahí sí la programación es esencial! La que arrastras desde que naciste y da marco a tu auto concepto, y las “actualizaciones” mentales: esas frases que usas para definirte o conducir tus acciones y las que escuchas de otros y terminas aceptando como ciertas.
¿Se acuerdan del cuento de la joven que dice “Y no tengo con qué pagarle” y el viejo responde que es él quien no tiene con qué cobrar…? Ese es un ejemplo de cómo programamos la autoestima. Luego los hábitos siguen ese patrón ¡y hasta el brillo y los olores corporales sintonizan con tales pensamientos!
Para usar una metáfora del mundo animal, creo que hay personas que se sienten alazanes y no se conforman con menos que una vida de admiración y lujos. Otras, las que se autonombran mulos, se enorgullecen de su aptitud para enfrentar cualquier esfuerzo sin quebrarse, y contemplan a los alazanes con curiosidad, pero no los envidian ni aspiran a ocupar su lugar.
Hay un tercer grupo que yo llamo cebras: gente inadaptada, indecisa sobre su rol en el mundo, sus dones y apariencia. Puede ser solo una fase (en la adolescencia abunda), pero hay quien se aferra a eso y lo convierte en identidad sufrida.
Inconformes con lo que creen “les tocó”, se autoflagelan con palabras y acciones. Escojo una frase de los Beatles para caracterizarlos: “No quiero que parezca una queja, pero sabes que siempre llueve en mi corazón”.
Fraternizan poco con los otros grupos: prefieren culparles por no detener sus vidas de trabajo o placer para abastecerles de lástima, escuchar sus lamentos, confirmar sus miedos y aplaudir mientras se solazan en su deplorable situación.
A esas personas tan rígidas les cuesta mucho conseguir pareja, una “fatalidad” que lamentan, no tanto por perderse la experiencia del sexo, sino porque aspiran a ser salvados por el amor incondicional y abnegado de otro ser… Pero ¡ay! En este mundo plagado de “insensibles”, pocos deciden inmolarse en el fuego de sus defectos sin pedir garantía de cambio.
Nadie quiere acogerles en la intimidad sin antes pasarles por el filtro de la amistad… y eso lo toman como un insulto: les urge usarles como trapo de consuelo sin el ejercicio espiritual de corresponderles y evolucionar.
No hablo en abstracto, y ustedes lo saben bien. Tras la fachada de una supuesta timidez se esconden muchas cebras en estado de turbulencia emocional y pereza cognitiva. Se acercan a los grupos pidiendo ayuda, pero se resisten a reprogramarse para captar la situación y darse a sí mismos otra oportunidad.
Vienen con una idea prefijada de lo que necesitan y no aprovechan el caudal de vivencias ajenas, los consejos, los momentos de alegría colectiva… La lástima es su insulina para procesar la dulzura del mundo, con la que no logran comulgar, y cuando la verdad se hace montaña, se tiran por el suelo para esperar que la gente les pase por arriba, ¡porque hasta en eso son cebras convictas!
En el 80 por ciento de los casos, esa baja autoestima responde a falta de seguridad, una limitante removible si aceptas dejar de quejarte y ser tu propio fan número Uno. Empieza por decirte que no importan tus rayas bicromáticas: si te puedes mover en tu universo interior, puedes cambiar tus proyecciones para dar nuevo sentido y color a las diferencias.
Es tan simple como cambiar las palabras con las que te defines cada día, ser flexible y abrirte a nuevas interpretaciones de las evidencias que siempre tomaste como negativas.
Para eso debes observar tus pensamientos, no dejarlos brotar en automático, y transformar las oraciones antes de que lleguen a tu boca… o inmediatamente después, hasta que pensar positivo se convierta en la nueva rutina de tu mente.
En las técnicas para lograrlo trabajaremos este sábado 18 en la mañana, en el capitalino Parque Almendares. Será el primer ecotaller del año (también el último, pero yo elijo el simbolismo ¿no?). Lo llamamos Ponte Nuevas Luces, PNL, porque la Programación Neuro Lingüística será el centro de las habilidades a entrenar con nuestros juegos al aire libre.
¿La esencia del método? Como también decían los Beatles: “Hay un lugar adonde puedo ir cuando estoy deprimido, cuando estoy triste, y es mi alma”.
Busca el libro Cree más en ti con PNL (lo dejamos en nuestro canal de Telegram, @sexosentidocuba). Reconócete en sus ejemplos y anímate a trabajar en tu perfil. Todos tenemos un poquito de cebras, pero podemos darnos buen feedback en un mundo que produce decenas de arcoíris cada día.
Octopus
30/12/21 8:30
Excelente tematica, gracias Milo por siempre pensar en como engrandecer el alma a la par que se alimenta el espiritu de energías nuevas y positivas.Gracias por ser y estar. De antemano desearles a todos una cálida Navidad, donde prime la alegía, el amor y la buena vibra, llenemonos de aquello que proyecte nuestros sueños, dibuje nuestras sonrisas y mantenga libre y viva la razón de vivir, que no es otra que ser y hacer felíz. Excelente jueves para todos!
Rodin
16/12/21 12:46
Buenas tardes...familia, no se pierdan este taller sobre Programación Neuro Lingüística, primero que hacemos este año, ademas que es un motivo para encontrarnos y conocer a los nuevos integrantes del Proyecto Senti2. Todos estan invitados...Los esperamos. Saludos
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.