Razones

Lo prometido es deuda, dice una lectora en el wasapeo privado. Ella sabe que llevo 17 días con la zurda en el banquillo, pero no suelta prenda: si dije que cerraría el año con 22 razones para hablar de sexo 22 años después de iniciar esta aventura, debo hacerlo y punto.

“Tómalo como una predefensa del título de máster”, insiste, y para rematar se mofa: “De todas formas en los grupos tienes que escribir, porque con esa voz disfónica no mandarás mensajitos en un rato. ¡Suenas como un orangután después de un concierto!”.

Muy motivadora ella, ¿eh? Pero tiene su razón... De hecho la razón que encabeza mi lista: no sería articulista, consejera o bloguera si no fuera leal a un público tan amoroso y exigente, culpable al cien por ciento de arrastrarme de uno a otro espacio mediático o presencial en estas décadas, y llevarme al punto de perder el miedo a vivir del sexo ajeno (y divertirme en el proceso).

La segunda razón la constato en internet: cuanto más se habla del asunto, más se multiplican los estereotipos, los criterios sesgasdos, las miradas biologicistas o moralistas, las recetas generalizantes... Así que un aporte basado en ciencia y con enfoque ético puede ayudar a quien se adentra en esa maraña de bulos, bolas y burlas.

Sobre todo en la adolescencia, dice Tatiana, wasapera que cuenta su experiencia: “Si hubiera tenido más información al respecto quizás no habría tomado tantas malas decisiones. Era un tabú en mi casa ese tema y yo fui adelantada como Diego Velázquez”. La suya cuenta entonces como tercera razón: llenar vacíos que la familia crea, y prestarnos de excusa para propiciar debates.

Así caigo en la cuarta, que aporta la veterana Maylin: dejar claros los riesgos de una actitud evasiva en quienes “no quieren darse cuenta de la importancia del sexo, bien por prejuicios o por no saber cómo enfrentarse a una explicacion lógica a los mas jóvenes”-  

Quinta y sexta ya las dije de algún modo: el sexo es divertido hasta cuando es escrito ¡y oral ni se diga! (por la radio, malpensados); y hablar de “eso” espanta a quienes aburren con su visión monotemática y castrante de la vida, centrada en el “qué dirán” y no en el goce responsable de lo que ofrecen cuerpo, mente y espíritu.

Séptima y octava se enlazan: El sexo mueve energía creativa, sobre todo en la etapa de conquistar la atención y desmarcar nuestra “oferta”. Esa creatividad irradia hacia otras esferas de las relaciones humanas, y cuando colegas y conviventes descubren la plenitud que te “idiotiza” en los primeros meses, suelen sugerir actos supuestamente beneficiosos para ti, que no siempre lo son. Saberlo, al menos, te da cierta ventaja.

Para la novena excusa me valgo de Adrián, un camagüeyano que es toda una joyita en nuestro proyecto, y no solo por sus fotos hermosísimas. “Aunque es un tema que se reconoce importante, sus particularidades no se enseñan como parte de un programa escolar. Solo se reducen a hablar de ITS, VIH y embarazo en la adolescencia”, se lamenta.

Doy fe de las intenciones de cambiar ese enfoque en aras de una educación sexual más integral, pero hay sectores de la sociedad que se resisten, y los medios debemos nutrir el cambio de mentalidad.

En diez y once sigo con los argumentos adriáticos: “Mejora la relación de pareja y familiar. Ese conocimiento ayuda mucho en la forma que asumimos la vida con alguien más. También aporta conocimiento de uno mismo: es sorprendente cómo nos descubrimos nuevas cosas según nuestra edad, desempeño, educación”.

A mitad del reto, me aferro a sus palabras para mantener nuestros discursos sexosos en todos los soportes: “Aceptación. Lo sumo a tolerancia”, dice. “Lo diverso existe y así debe ser comprendido y respetado”. Y eso empata con mi siguiente razón, divisa expresa del feminismo internacional: lo que no se nombra, no existe... O existe, pero es una porquería que prolonga las relaciones jerárquicas basadas en opresión, discriminación e ignorancia.  

La número 15 es algo que aprendí en el primer lustro de Sexo sentido y me tranquilizó en cuanto al reciclaje de temas. Adrián lo describe así: “No todo está dicho. Ya sea por personas que se inician en el mundo sexual activo, o por fenómenos generacionales nuevos o que se manifiestan con fuerza, es necesario abordarlos desde el conocimiento”. Una y otra vez, según me consta, y ni así alcanza.

La previsión es el 16to. motivo para tratar el sexo en los medios: “No solo cumplen con el rol de alertar ante lo que normalmente la escuela advierte, sino que lo hacen desde una posición que llega a más personas de diferente rango etáreo”.

¡Cuántas veces nos escribe gente que ignoró las campañas de salud sexual en su juventud y ahora no sabe cómo ayudar a sus hijos o nietos! Para ellos somos, dice Adrián, “una escuela de vida”. Por eso pongo en 17mo. puesto esa capacidad de inspirar proyectos personales con menos carga de tabúes y miedos.

De la 18 a la 20 inscribo tres razones muy personales. Tengo cuatro hijos socioafectivos, un nieto, un esposo de lujo y decenas de amistades valiosísimas gracias a mi crecimiento en este tema. Mi capacidad de aportar en el tribunal popular le debe mucho a la sensibilidad y saberes adquiridos en este oficio. Y viceversa, obvio.

“Es muy buena opción que los medios lo aborden de diferentes formas. Hay mucho que aprender, aun para nosotros, ya bien entrados en años”, escribe Maylin en el grupo verde de Senti2, y sin saberlo da forma a la penúltima razón cuando se brinda en broma para un “experimento”, al que Maura y otros acólitos dicen sumarse también. (¡Urra por mi tesina en ciernes! Deja que yo les cuente...)

Desde República Dominicana llega la fiel forista Lía para cerrar con el número 22: “Mientras existan personas infelices hay que seguir insistiendo en sacarle más provecho al sexo”, dice. Y como yo veo al mundo —así por arribita, sin malicia—, creo que habrá razones para seguir sexando en los medios de prensa por laaargo rato más.