Reencuentros con uno mismo

Coincidencias, conspiraciones del universo, ley de la atracción... ¿deudas pendientes con el destino? Estas son algunas de las frases que usamos con frecuencia para definir esos rencuentros, que creíamos imposibles por disímiles circunstancias con una persona del pasado, una historia antigua que no tuvo oportunidad de un entendimiento, caminos diferentes, en fin todas las condicionantes de la vida que a diario nos cruzan o alejan de alguien.

Pero, ¿por qué pensar en esos reencuentros? Hace pocos días hablaba con una vieja amiga, psicóloga y terapeuta de pareja, para buscar algunas nuevas temáticas para la sección, y conectarlas también a algunas de las situaciones mas frecuentes que se le presentan en sus consultas.

Por supuesto, había temas recurrentes como la falta de comunicación, infidelidades, miedo al compromiso, crisis de autoestima, y hasta las manifestaciones de violencia de pareja aun en pleno siglo XXI. Sin embargo, una de las problemáticas que no me esperaba tan recurrente fue como lidiar con historias inconclusas, amores distanciados, y reencuentros emocionales que sorprenden en medio de la apacible cotidianidad.

Al parecer todos vamos almacenando estas historias, guardadas celosamente para desclasificarlas en el momento oportuno, cuando el universo haya conspirado lo suficiente, esperando que algún día se resuelvan. Somos como computadoras que a lo largo de la vida van archivando solo la información importante.

Sin embargo, estas revanchas futuristas, pueden hacer más daño del que imaginamos, pues a la espera de cualquier señal pueden conducir a la persona a una angustia permanente.

Cuando en la vida decidimos establecer cualquier vinculo afectivo este no viene con garantía alguna, solo la constancia y el interés de ambas partes puede logra que ello permanezca en el tiempo.

Para bien o para mal, las circunstancias son tan cambiantes y diversas como todo el universo que nos rodea. Situaciones disímiles hacen que una pareja rompa, se separe, o termine alejada en la distancia.

En medio de estos nuevos escenarios y sentimientos, cada quien asume la decisión de seguir alimentando una historia que ya no tiene sentido, ponerla a prueba, o ilusionarse con un final feliz... mientras tanto la espera puede ser muy dolorosa.

Según plantean los psicólogos, el ser humano puede tener una voluntad de hierro, que puede conectarlo durante mucho tiempo a ese anhelo o sentimiento "imposible".

Sin embargo, no siempre ello es expresión de lo sensato, racional o correcto. Cuando dos personas que se quisieron se separan hay una causalidad expresa, sea el origen que sea.

De ahí que sea tan importarte dejar bien claro los puntos de vista, los sentimientos y desconciertos al suceder, para que con el tiempo no se idealice una supuesta espera.

Decir lo que pensamos, aclarar situaciones, y potenciar la amistad siempre que sea posible son actitudes que permiten cerrar capítulos y recomenzarlos en un futuro, si la vida condiciona esos reencuentros.

La transparencia, madurez y sinceridad con que se asuman las relaciones en la vida es la única garantía de que aun en el tiempo y la distancia, no causen dolor, frustraciones, o rencores.

El reencuentro es impredecible, puede suceder o no, no podemos esperarlo para siempre, pues la vida sigue su cauce y mientras una puerta se cierra, tal vez una ventana ya esta abriéndose pero estamos tan absortos en la primera que no la vemos... si nos obstinamos con sufrir esa puerta que cerró, no tendremos siquiera la alegría de presenciar cuando vuelve a abrir.