Cada cierto tiempo releo el blog para responder comentarios tardíos y buscar cabos sueltos que den pie a nuevas crónicas, y en ese proceso mi alma de editora mordaz se revuelve ante oraciones que hubiera escrito de forma diferente o ideas que hubiese limpiado antes de enviar a los colegas de Cubahora.
De todas esas erratas y manías, la peor es el abuso con las fórmulas adversativas: hay textos que suman hasta dos o tres negaciones de sí mismos cada par de párrafos, y como la escritura es el reflejo del pensamiento, no cabe más que aceptar que últimamente suelo llevarme la contraria con demasiada asiduidad… o se la llevo a quienes me rodean por simple impulso de “poner la podría”, como dice mi papá.
Eso es incoherencia, diría mi lado más espiritual. Exceso de autocensura existencial, respondería mi veta de sicoanalista. Una dialéctica revisión del contexto, aventuraría mi Yo filosófico… Pero Jorge, más pragmático y sin pelos en la lengua, aterriza: “Si escribieras con tiempo suficiente para dejar reposar los materiales, nada de eso te molestaría”.
El caso es que, en la vida, y en su volcado a la pantalla, me estoy llevando mucho la contraria, y cuando eso pasa sé que es tiempo de poner una pausa y tomar alguno de los cursos de El Arte de Vivir, fundación de la que soy voluntaria hace seis años y me ha aportado muchas herramientas para lograr ese agradable estado de fluidez mental que quisiera perpetuar.
Con esos planes vine a Santa Clara a mediados de la pasada semana, para acompañar a la amiga e instructora Katia en el primer Happiness Program que impartiría en esta ciudad... y sí, mi gente: la felicidad se programa, porque es fácil olvidarse de usarla en esta vida tan apresurada.
Lo divertido del asunto es que vine sin Jorge para casa de su madre mientras él quedó a cargo de la mía... y ese aprendizaje, suplementario al currículo del curso, no todo el mundo se atreve a experimentarlo, ¿verdad?
En mi criterio, no hay mejor ejercicio para reforzar la positividad y renunciar a pensamientos contradictorios que pasar tiempo con la suegra; mejor aún si es en su espacio vital, donde no puedes parapetarte en tus rutinas para eludir la interacción y tu espíritu debe abrirse a gestos de gratitud palpable y constante… A fin de cuentas, esa mujer formó a la persona que amas, sus valores, hábitos y bondades se los debes a ella, así que escucharla puede ser un ejercicio interesante para comprender a tu pareja actual.
La técnica de Jorge para sobrevivir a estas pruebas suele ser lo que él llama “el tubito de respirar”: apenas abre los canales perceptivos por si hay una emergencia, pero el resto de las emociones, pensamientos y sentidos van hacia adentro, y el parloteo exterior le suena a lluvia lejana sobre el ventanal. Eso funciona también para mi mama, así que no debe haber sido una semana difícil porque en Regla la que prende la chispa de la discordia es esta servidora, por mucho que me prometa aguantarme en cada meditación matutina.
Mi técnica es diferente. Nunca me he dado el lujo de llevarme mal con una suegra ni de ignorar sus sentimientos, criterios o necesidades. Mas bien me sumerjo en su filosofía de vida, saco todo lo bueno que pueda de esa relación, interfiero a su favor siempre que sea posible y logro alianzas o afectos que perduran incluso años después de la ruptura matrimonial.
Sin hipocresía, esta semana la he pasado superbién, y tras cinco días de mucho yoga, respiración consciente y comida supersaludable, no tengo ni una pizca de deseo de contradecir a nadie, mucho menos a una señora que asume con gallardía la soledad en el ocaso de su vida porque sus hijos se enamoraron de mujeres distantes, y jamás reclama o compite con nosotras por los cariños y la atención de sus vástagos.
Rina es mi modelo de mujer para la tercera edad. Ya pasa de 80 y duerme como una bebita; no se queja de dolores ni consume medicamentos; disfruta hacer comidas originales; no depende de nadie y se bajó de la bicicleta hace unos meses solo porque su catarata no compagina con el tránsito de esta activa ciudad.
Sus pasiones actuales son los crucigramas en el tablet, el wasapeo con los hijos en el Iphone y las novelas turcas. Cuando nos preguntaron en el curso que valorábamos más de la vida, su respuesta inmediata fue !mi paz!, y no lo dijo como un anhelo imposible, sino como una práctica efectiva.
Jorge le habló del curso y se apuntó para acompañarme, hizo todos los procesos sin cuestionar, bailó de lo lindo, opinó, ayudó a otros participantes, preparó pasteles vegetarianos de caché ¡y ahora se lo recomienda a otras personas en las que identifica signos de estrés!
En términos futbolísticos -para estar en la moda-, puedo decir que este curso ha sido un partidazo en mi afán de recuperar coherencia. Ya me dirán como le fue al team Jojo-Eyda, pero el Rina-Milo puedo asegurarles que anotó tremendo !goooooooooool!
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