Hace ya una semana que El rostro de los días abandonó la pantalla chica, y aún la gente discute si la muerte del Machi era la solución dramatúrgica más adecuada o hasta qué punto el conflicto madre-esposa podía tener tan cieguecita a Irma.
No suelo ver novelas ni series que aborden el tema de la violencia sexual, pero era tanto el debate en la calle, que me senté disciplinadamente las últimas semanas a digerir aquella ración ficcionada de una realidad que tristemente conozco por los años en el tribunal, y por mi propia experiencia vital.
Afortunadamente, varios colegas hicieron un profundo abordaje del tema en JR y no me tocó escribirlo, pero cuando creí que ya podía arrinconar el asunto en el lado gris de mis afectos, como he hecho por casi 40 años, un post en Facebook de una joven que amamos desató de nuevo la alarma en casa.
No usaré nombres porque es un proceso que apenas empieza a recorrer su camino legal, pero comparto mi indignación porque esta hidra tiene más de siete cabezas, y quien se sienta a salvo puede estar cursando una invitación al demonio.
Mi amiga, casi hija afectiva, es de esos seres que te alegran la vida solo con verla. Alguien que arroja luz, misterio, esperanza. Un ser transparente y generoso, que con toda naturalidad hilvana palabrotas con citas filosóficas o poéticas a favor de las causas que considera útiles, desde el cuidado de la naturaleza hasta el orgasmo femenino.
Ella decidió no parir, pero ama como hijos propios a sus dos sobrinos, un varoncito de cinco meses y una nena que aún no ha cumplido los cuatro años. En medio de estos dos amores se debate hoy su corazón, no por los chicos, carne de su alma, sino porque la niña contó que el padre de su primito la había enseñado a «tocarse», a tocarlo a él, a dar besos en la boca y quien sabe cuántas otras cosas que a esa edad no se ven como malas, mucho menos si vienen del joven simpático que vive en su casa y juega con ella.
Me gustaría decir que lo peor pasó y salió a flote a tiempo sin que la niña lo viviera como trauma. Pero no: más allá de lo que pueda recordar con los años este flequito, y más allá del tortuoso camino legal que ahora enfrenta a dos familias llamadas a ser una con el feliz nacimiento reciente, está el tejido amoroso de tres hermanas cuyo instinto materno hoy se agudiza, necesitadas de creer en la inocencia de «su» parte y de confiar en la justicia como un bien superior.
Les toca a otros buscar causas y pensar castigos, recorrido que sin dudas dañará egos y atravesará muchos aprendizajes prejuiciosos. Mientras eso sucede, cada día, cada minuto, el juicio transcurre en el interior de estas jóvenes, desarraigadas entre sí por los actos y palabras de un hombre que vulneró no solo la integridad física de la pequeña (¡a saber desde cuándo!) sino también la fe de todas ellas.
¿En qué me equivoqué? ¿Qué pude hacer distinto? ¿Cómo convenzo a mi hermana de que sí la entiendo y en otras circunstancias estaría de su lado? ¿Dónde están las fuerzas para reconocer, perdonar y centrarse en lo bonito de la vida? ¿Cuándo se abrazarán esas criaturas para seguir creciendo juntas?
Ninguna de esas disquisiciones pasó por la mente del macho empoderado socialmente, el gallo de patio que decidió ejercer dominio sobre un cuerpo subordinado (en tanto femenino, qué más da el vínculo filial) por puro aburrimiento o morbo, sin pensar siquiera en su hijo, en la ley, en lo que ya sufrió su familia de origen años antes por un suceso parecido…
Y no, no hay parafilia, no hay compulsión incontrolable, no hay tara ni excusa biológica o sicológica que argumente a su favor, ni puede ampararse en las burdas razones tradicionales de que ella lo provocó, o sabía lo que hacía, o hubo un acuerdo ventajoso a cambio.
Descaro machista es el único móvil de su conducta, cuando lo hizo y ahora que lo niega, privando a la joven que aún lacta a su bebé del derecho a elegir partido sabiendo la verdad; a ser una hermana, madre e hija acompañada y acompañante en este duelo. Para él es «su» mujer y su escudo, y no le importa manipular sentimientos con el mismo egoísmo con que manipuló genitales ajenos.
¿Qué debe estar asustado? Claro. El Machi lo estaba. ¿Arrepentido? Ojalá… Y ojalá entienda también que este mal se repara con la vida, no con la muerte. Esa sería una salida demasiado irreal, novelesca, cobarde. Tan machista y violenta como el hecho y sus causantes sociales.
En lo personal, me doy cuenta que con este tema el alma ya no puede volver trémula y sola a su rincón. Debo encontrar otro modo de lidiar con ello, de educar, de mostrar que las protagonistas involuntarias no somos víctimas perennes ni quedamos rotas.
Ustedes también súmense, por favor. Por esos niños de mi amiga, por los suyos, por cualquiera que esté expuesto ahora mismo. Esta cruzada es de todas. Y de todos.
YLF
25/9/20 11:17
Buenos dias, del tema en cuestion nada me es ageno, al contrario me toca muy de cerca pero como no es mi historia no debo decir detalles. Solo contaré que de niña donde vivo habia un vecino k tenia 3 hijos varones y 2 hijas el cual siempre maltrató fisicamente a todos incluyendo a su esposa. No habia niño o niña k entrara en su casa a jugar con sus hijos k no fuera manoseado de alguna manera por él, incluso se exhibia a veces desnudo. A nosotras no nos dejaban entrar a esa casa y cuando jugabamos fuera nada mas él asomaba entrábamos pk se ponia con la ventana entornada a vernos y hacerse cochinadas. Esto lo conocia mi mamá y por eso tomaba esas medidas, pero mi papá no se podia enterar para evitar los problemas entre hombres. Nunca dudé que les hiciera ese tipo de cosas a sus hijos pk su esposa no tenia voz ni voto y pobre de ella si decia algo. Mi padre por su parte siempre nos enseñó a cuidarnos mucho como mujeres, desde niñas nos hablaba de como tener cuidado con tios, primos, y todo hombre k se nos pudiera acercar, k fueramos desconfiadas. Incluso éramos muy pequeñas y nos levantábamos en blumers los domingos a ver la Comedia Silente hasta un dia k le dijo a mi mamá k fuera la ultima vez k lo permitiera pk teníamos k aprender a cuidarnos, aunque el fuera nuestro padre nunca permitió ni siquiera k nos sentaramos en sus piernas pk decia k lo veriamos natural y nos acostumbrariamos a hacerlo con cualquier hombre k nos fuera familiar. Hoy les enseño a mis hijas lo mismo k me enseñó mi padre y están bien entrenadas pero no exentas. A pesar de todo cuidado con nosotras, el varon fue el k sufrio las acciones de ese mal nacido.......Disculpen lo extenso pero necesitaba contar esta experiencia para k sirva de alerta, se tiene k cuidar lo mismo a niñas k a niños. Gracias y Saludos.
Georgesanz
24/9/20 22:47
Hola, no se por donde empezar, cuando niño tuve que sortear con la educación que me dieron mis padres al respecto, dos intentos de mezquindad de ese tipo, uno durante la primaria y otro durante la pubertad. Ahora más que nunca entiendo que hechos como este no deben quedar sin denuncia, provenga de donde provenga la fuente, es un mal que se está extendiendo, y considero que solo haciéndolo visible e intolerable, los que se aprovechan, o se cohíben o se re-educan, si no, pagarán por su cobardía. Esa creo que debe ser en lo adelante la pose para los que sean testigos de este fenómeno, algo parecido debe pasar con otros actos de violencia, que aún por creer ajenos, llegan a escalas irreparables por no ser denunciadas a tiempo. Es tiempo de abrir los ojos y reaccionar a tono con lo que se amerita. Digamos basta al abuso, para no lamentar un mañana peor. Espero que quienes deben, tomen nota de nuestras opiniones, si no aseguro que se seguirán viendo más ejemplos de toma de justicia por la mano indebida. Hay que ponerse en el lugar del afectado para entender la trascendencia de lo que se expone, si se observa ajeno a ese dolor, se adolece del criterio efectivo para obrar consecuentemente.
Alynn
24/9/20 20:22
Excelente abordaje a un tema tan duro y sensible. Hay que denunciar y visibilizar casos como este mientras sigan nuestros niños y niñas expuestos a semejantes peligros y manipulaciones. Gracias, Mileyda por compartirnos esta historia dura, que ojalá termine con el justo castigo.
Maura villalobos tapia
24/9/20 16:08
Que demora. Pero vuelvo a escribir. Que triste para esas tres hermanas q venga alguien q dice q eres su amor y trastoque la inocencia de un niño con tanta alevosía. Que triste ver como se desmorona una familia por el dolor de pasar por una experiencia de ese tipo. Y los más triste como estos casos van en aumento. La ley debería ser más severas con este flagelo. Violar la inocencia de los niños en fin cualquier acto q tenga violencia sea la edad que sea debería ser menos tolerantes al aplicar las leyes
Maura villalobos tapia
24/9/20 13:55
No entiendo ni entenderé como existen personas q socavan la inocencia de un niño. Lo leo con lágrimas en en corazón indignado por un macho q cree q se va a salir con la suya y ultrajando el amor de 3 hermanas. Me sumo al llamado al llamado por nuestros hijos, por el dolor de esa familia, por nosotras y por todos.
MaryD
24/9/20 13:50
A pesar de lo bien escrito no deja de enfurecerme el hecho, ojalá ell castigo llegue con justicia y escarmiento . Este es de los delitos más condenables por la sociedad. Pero ningún castigo alivia el trauma de la criatura infantil q llevará por siempre el abuso s su cuerpecito e integridad. Ni una más. Los niños no se tocan
Nikito
24/9/20 13:30
Acabo de leer esta crónica, sin palabras!!! Solo un nudo en la garganta y la mirada perdida intentando sin éxito no llegar hasta el final, mientras la mente busca explicaciones que solo un aberrado como ese y muchos más de seguro encontrarán para esconder su maldad con lo más preciado que tiene la humanidad en general y cada familia en particular: sus niños!!
alfil
24/9/20 13:03
Me sumo a tu dolor y rabia, que con mi voz cuente también tu amiga-hija. Es duro conocer historias de esa de primera mano, no a través de una novela. Menos mal que esa criaturita está ajena al daño aún, y ojalá el manejo del caso conserve en lo posible esa inocencia.
Amore
24/9/20 12:49
Sin palabras, no me cabe en la cabeza algo así. Todo castigo me parece poco para tal barbarismo. Saludos
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