Esta crónica es diferente. Para mí, claro, ustedes no lo notarán. En un intento por convertir las dificultades en incentivo, mi hijo acaba de enseñarme a dictar mis textos al teclado del teléfono. Luego editas y listo, dijo, y aquí me ven: experimentando.
El primer reto fue adecuar el ritmo del discurso a la velocidad con la que el equipo puede captar sonidos, traducirlos en impulsos eléctricos y formar las palabras en la pantalla. En diez líneas ya mi musa tiene un ataque de hipo y yo me siento cómo Stephen Hawking... pero ahí vamos.
Supongo que en unos días será más fácil. Toda primera vez implica algo de nervios, ya saben: si el ego teme al ensayo-error le toma tiempo acoplarse, pero una vez que coge confianza la creatividad fluye y se goza el camino tanto como el producto final.
En honor a la novedad procesal, el tema de esta crónica tiene que ver con el amor narrado, recurso utilísimo para avivar la imaginación y levantar ánimos dormidos. ¡Pergúntenle si no a los productores de Tu novela de amor, en Radio Progreso! Y pregunten también a cierto oyente de Oasis de domingo, que llamó al director para quejarse porque una mañana mi segmento estaba “muy subido de tono”.
Era el último programa de un ciclo sobre el vestuario en el erotismo y se me ocurrió hablar sobre lo que podíamos usar en casa para alebrestar a la pareja. El locutor jugó un poco con sus preguntas y le respondí en el mismo tono de sensual insinuación, pero sin decir nada malicioso... o eso creía yo.
El caso es que este señor, que pasaba de 70 años (bien casado, con hijos y nietos, militante y de moral sin tacha, como se autodescribió) se había sentido “raro” con lo que yo expliqué al aire y de inmediato marcó el número de la cabina para reclamar.
El director contuvo la risa y me pasó el aparato. Minutos después, tras muchos rodeos y animado por mi plática zalamera, el hombre confesó que había tenido una erección ¡como llevaba tiempo sin sentirla!, y fue eso lo que lo puso inquieto, como fuera de tiempo o lugar.
Me dio gusto por él, la verdad, y sin ambagues pregunté por qué desperdiciaba esa vitalidad conmigo cando tenía a su esposa a mano. Él rió también, más relajado, y me contó otros asuntos íntimos, ese y varios domingos después. Fue una consejería por capítulos en la que fui notando diferencias, creo que muy favorables.
Tal vez eso de excitarse con una voz distante resulte extraño para personas de poca capacidad imaginativa, pero es un recurso primitivo para nada exclusivo de la humanidad: casi todas las aves y reptiles, y muchos mamíferos de la selva o el océano usan su canto para atraer potenciales parejas, pues en un entorno de escasa visibilidad no valen las pasarelas o los topes competitivos para el cortejo primaveral.
Volviendo a nuestra especie, no me negarán que un hombre de voz grave tiene garantizados puntos extras en materia de seducción. Los chakras bajos femeninos resuenan con esas frecuencias y de pronto nos sentimos inquietas, confiadas, desarmadas, a veces húmedas hasta el gemido.
- Consulte además: Seducción sonora
No importan las palabras: modulando sonidos se logran cambios en la temperatura y ritmo cardiaco de otras personas, se desata su producción de hormonas y el divertido hemisferio derecho del cerebro recrea un mundo de sensaciones que refuerza el disfrute de la escucha.
Locutores y narradores de novelas saben cómo usar su timbre y entonación para conquistar audiencias, un arte que también tiene su éxito en otros espacios, como la lectura de tabaquería y la terapia cognitiva conductual.
Sobre la primera les cuento lo que me reveló una muchacha que ejerce ese oficio en Artemisa. Aunque lee noticias, poemas y artículos científicos, su especialidad son los novelones, y a veces se sorprende con los suspiros masivos y las visitas al baño que provocan ciertas escenas narradas con exquisita pasión.
En cuanto a la terapia, puedo dar fe sobre el efecto de una voz bien colocada para romper bloqueos y abrir paso al placer sin que medie el más mínimo roce corporal.
Hay evidencia científica al respecto, y las especialistas que participaron en la charla del Doctor Bianco sobre ese tema en un congreso cubano de Sexología hace más de una década deben recordarla muy bien.
Su casi hipnótica demostración nos puso a algunas en ese camino hacia el infinito (y más acá). Pero se detuvo antes, (¡qué pena!) con mucha profesionalidad... y ni una pizca de compasión por el suspirante auditorio.
alina martell
7/1/23 23:09
Muy intersante su blog, no solo hoy, lo leo hace algunas semanas por recomendaci'on de una amiga. Sobre esto del erotismo y la voz me gustar'ia que hablara sobre las parafilias asociadas, que deben ser unas cuantas. s'e que est'an en internet pero me gusta m'as leer como ac'a lo explican, y los dibujos de Jorge son preciosos, mi amiga me los comparte en facebook.
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