Adiestrar, según la Real Academia de la Lengua Española, significa “hacerse diestro en algo y ejercitarse en algo”. Googlear ese término en Internet puede arrojar definiciones más extensas como: proceso por medio del cual los individuos aprenden las habilidades, conocimientos, actitudes y conductas necesarias para cumplir con las responsabilidades de trabajo que se les asigna.
En Cuba, el período que sucede a los años de estudios universitarios es conocido como adiestramiento, un tiempo realmente necesario para los agresados, pues no siempre están en correspondencia las rutinas con lo que se aprende en la academia. Resulta necesaria la guía y la tutoría por el camino laboral.
Los períodos de práctica pre-profesional con que cuentan las carreras universitarias, y en particular la de Periodismo, siempre me parecieron escasos en mi época de estudiante, pues cuando empezábamos a aclimatarnos ya debíamos regresar a las aulas. Actualmente, los nuevos planes de estudio introducen a los estudiantes en los centros con frecuencia semanal desde el primer semestre. Sin embargo, adiestrarse siempre resultará más que eso.
Responsabilidades y horarios nuevos. Nuevas personas, nuevos círculos de amistades y nuevos ambientes de trabajo empiezan a marcar la diferencia. Así, antes un día te levantabas “joven” y decidías no ir al aula porque estaba lloviendo; ahora trabajas y vas con una sombrilla a la oficina porque el fenómeno meteorológico necesita cobertura informativa.
El camino recorrido hasta aquí pudiera parecer simple, como se sueña cuando se estudia. Pero la realidad más cruel llega cuando el cobro toca a la puerta los primeros días del mes, y no eres tan independiente como creías que ibas a ser cuando eras estudiante.
Los centros laborales se oxigenan, se renuevan y se inundan de juventud. El Centro de Información para la Prensa festeja un crecimiento importante el presente año (ya hemos dicho que somos pocos). Este septiembre un grupo de adiestrados compuesto por dos periodistas, una cientista de la información, una programadora y un cibernético, asaltó el centro.
Sin dejar pasar el momento por alto, nos abrieron los brazos, las puertas y las ventanas, para que sientiéramos que esta, desde ya, es también nuestra casa, que podrán existir carencias materiales y de otra índole, pero que -como dijera Silvio- solo el amor engendra la maravilla.
Yarelis
9/11/18 15:22
Precioso!!
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