Para nadie es un secreto que este Brasil ha llegado a semis con mucho corazón y alguna ayuda arbitral. Scolari apostó por crear un equipo resultadista y hasta ahora, con muchas críticas, le ha salido bien la jugada. Pero ante sí tiene a otro equipo que este mundial se ha dedicado a dominar los partidos, manejarlos a su antojo, sin desplegar todo su arsenal futbolístico.
Alemania, amén de la demostración ante Portugal en un juego desequilibrado desde el inicio, no ha descargado con la furia de mundiales anteriores todas sus posibles variantes ante los rivales. Löw, consciente de que la zaga no es perfecta y de que ha improvisado con ciertos jugadores, le ha dado un voto de confianza a las ideas de Guardiola. Los teutones no tocan una y otra vez hasta encontrar el hueco, ellos se mantienen fieles a su estilo destructivo, pero prefieren controlar desde atrás e incluso ceder la iniciativa. Lo que Löw ha tomado de Guardiola es la paciencia, esa calma de Pep en los peores escenarios posibles, y claro, el reposicionamiento de Lahm; los germanos pierden enteros en el fondo, pero adquieren mayor control en ese mediocampo de dioses; además, con un meta como Neuer atrás, ¿qué importa dejar un poco desprotegido el arco?
Para aumentar los dolores de cabeza de Felipao, esta vez Alemania cuenta con tres hombres de características bien diferentes para jugar en la delantera: Klose, el eterno delantero que puede romper el récord del fenómeno ante su propio equipo. Miroslav es ese cazador del área, un auténtico killer que necesita de una marca bien atenta. Otro de los puntas es el versátil Thomas Müller, con un talento infinito y una capacidad goleadora de espanto; y si ninguno de estos dos monstruos alemanes funciona, ahí está Schürrle, un hombre que no tiene tanto gol pero crea peligro constante, y hasta el momento se ha mostrado oportunista.
¿Podrá Alemania ganar una final después de llevar cuatro Copas del Mundo entre los cuatro primeros? Este año no se han mostrado arrolladores ni dominantes. Quizás esa sea la clave, pues cuando han puesto de rodilla a grandes selección, siempre terminan ellos derrotados por algún otro grande. Quizás América sea el sitio para romper el gafe.
¿Qué chances tiene Brasil de pasar a la final? Bastante. La presión del público (que muchos aseguran no intimida a los germanos) y los benditos árbitros serán de gran ayuda para los cariocas. Sin Neymar, Scolari deberá escoger entre Willian o Bernard, o permitirle a Oscar tomar una posición más alejada de la banda y con más peso en el equipo. Opinión personal, la de Oscar parece la mejor apuesta, pues está más acostumbrado a jugar en esa posición, aunque Willian también pudiera desempeñar ese papel.
El otro gran problema para la verde-amarelha es la ausencia de Thiago Silva, pilar defensivo que con las carencias del lateral derecho de Brasil se hará notar aún más. Dante podría ser una buena opción para relevarle, además de que conoce bien a los alemanes, pero Silva es Silva. Al parecer, toda la confianza de Scolari se depositará en David Luiz, ese crack que se ha echado al equipo encima cuando los suyos desaparecen.
Brasil deberá romper una de las mayores máximas del fútbol en esta primera semifinal, aquella pronunciada por Lineker: “El fútbol es un deporte donde juegan once contra once y casi siempre ganan los alemanes”.
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