Para Sudamérica, la jornada estuvo marcada por la eliminación de Ecuador, con un juego sin ambiciones, y la predecible eliminación de Honduras, sin lograr siquiera un solo punto. Pero la verdadera noticia, la que tiene en vilo a Brasil, Alemania, Holanda y demás potencia que se mantienen vivas en la Copa del Mundo es que Lionel Messi lleva tres jornadas seguidas marcando.
Cierto, la albiceleste ha jugado pésimo en los últimos encuentros; Sabella ha creado un equipo fracturado, sin conexiones entre la defensa y sus delanteros. En su universo, Messi es un hilo conductor, el encargado de unir esas dos mitades inconexas, con ayuda de dos laterales talentosos pero que en cada encuentro terminan con un desgaste físico monstruoso. Lo mismo le ocurre a Di María, que termina los encuentros ahogados.
Imagínense cuán desastroso es el planteamiento, que Javier Mascherano, un volante de corte defensivo y no muy acertado a la hora de repartir juego, es el futbolista con más pases completados en el mundial, con 278, y un porcentaje de aciertos del 89.4%, de los cuales el 61,9 % han sido a media distancia. Sí, Mascherano como enlace de Argentina.
A Messi le ocurre lo contrario que a Neymar en su selección. Scolari tiene claro dónde debe jugar el delantero del Barça, qué debe hacer para darle libertades y mejorar su juego, todo lo contrario de lo que hizo el “Tata” Martino esta temporada con el crack. Sabella no, él no llena el mediocampo con hombres que le faciliten el juego a Messi, todo lo contrario, le deja solo, aislado, sin un hombre alrededor suyo, Lionel parece tener un radio de acción de cinco metros, la distancia a la que se mantienen los futbolistas argentinos cuando el de Rosario tiene el balón en el círculo central. Higuaín y Di María bajan hasta el medio de la cancha a buscar el esférico, ¿en serio? ¿el punta y el extremo deben construir el juego porque no les llegan balones? Sí, el equipo de Sabella está muy mal diseñado.
No obstante, Messi, a pesar de no cumplir las expectativas de su entrenador, sí ha asumido lo que todos le exigían, echarse la selección encima. En los tres partidos disputados hasta el momento, la Pulga ha sido el jugador más valioso del encuentro. Con cuatro goles anotados, uno en los dos primeros y dos en el tercero. Lionel es “EL” baluarte de la albiceleste. Entonces, ¿por qué Sabella les sustituyó en el último partido? Habrá que decir como los fans del Arsenal, Sabella knows.
El juego frente a Nigeria fue diferente porque los africanos juegan abiertos, proponen fútbol, atacan, y en ese escenario, las posibilidades de Argentina mejoran un poco, a riesgo de recibir muchos goles. Por eso Messi tuvo mayores oportunidades de crear peligro, de encarar a sus rivales en zona ofensiva y no desde atrás, donde no crea nada porque Lionel no es Maradona. El Diego vivía escapado, fugándose de sus marcadores, era un forajido de la cancha; Messi no, él es un jugador diferente, un autista del fútbol con un talento infinito que la albiceleste no sabe aprovechar.
LA MORDIDA DE LUISITO
La FIFA quiere crear precedentes en este mundial. Primero la tecnología para evitar los goles fantasmas, luego las tiempos muertos para que los jugadores se hidraten y ahora, una sanción de algo ocurrido en el terreno del juego que no fue penado por el árbitro. La acción de Luis Suárez fue deplorable, no hay dudas de eso, agredir con un mordisco a un rival es inconcebible, pero no es la primera vez que algo como esto ocurre. La agresión de Schumacher en 1982 a Battiston nunca fue juzgada ni dentro ni fuera del campo, y eso que el rival sufrió la fractura de una vértebra. Luis Enrique en el 1994 sufrió un codazo en pleno rostro, pero la FIFA nada de nada. Rivaldo finge una agresión que provoca la expulsión de un jugador en el 2002 y solo se le impone una pequeña multa al brasileño.
Suárez ha sido un caso distinto. Cuatro meses alejado de cualquier estadio de fútbol y nueve partidos de sanción con la celeste. O sea, que incluso el Liverpool o el club que le fiche no podrán contar con sus servicios hasta octubre. En opinión muy personal, un poco excesivo el castigo, más si consideramos que una mordida no lesiona a nadie y una plancha puede dejarte fuera del fútbol de por vida. Pepe solo sufrió diez partidos de suspensión por patear a un rival en el suelo, y eso fue reciente. Incluso si tomamos como ejemplo las expulsiones de Maxi Pereira y Antonio Valencia, sus faltas fueron mucho más graves que el mordisco, pero se les sancionó solo con un juego. ¿Se acuerdan de De Jong en la final del mundial? Yo tampoco.
Al parecer, a la camarilla de Blatter le interesa más la imagen del juego que la propia gravedad de la agresión o la salud de los futbolistas, recordemos que hay una querella pendiente porque permitieron a Álvaro Pereira continuar jugando después de sufrir un fuerte golpe en la cabeza que le dejó inconsciente y le pudo producir una conmoción cerebral. Entonces ¿de qué va la FIFA? ¿Cuidar su imagen o la salud de los futbolistas? Lo segundo está descartado porque si les importara solo un poco el estado físico de los jugadores, las temporadas no serían tan largas.
Nada, le tocó a Luisito ser el primero, siempre y cuando la FIFA vuelva a actuar en casos semejantes, porque si no, las teorías conspirativas le caerán encima. Algo así como que desean la victoria de una nación europea o las habituales Argentina y Brasil; solo mirar con ojo paranoico la conformación de los grupos.
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