Luego de protagonizar el peor arranque de temporada al frente del banquillo del Tottenham Hospur desde su arribo al fútbol inglés en el curso 2014-2015, el argentino Mauricio Pochettino vio cumplir aquellos augurios que apuntaban a su inminente destitución.
Quien fuera el autor intelectual de un proyecto marcado, entre otras cosas, por colocar a los Spurs en el mapa europeo y desterrar del anonimato a figuras de la talla de Harry Kane, Heung-Min Son, Dele Alli o Danny Rose pagó sobremanera el hecho de haber llegado la pasada edición al clímax de su regencia con el impensado avance a la final de la Liga de Campeones y la consecución de un meritorio tercer puesto en la Premier League.
Las constantes y estrepitosas derrotas en el recién iniciado ciclo competitivo terminaron por condenar a una administración que, pese a contar con una plantilla en teoría inferior a los todopoderosos Liverpool y Manchester City, se propuso el objetivo de conquistar el campeonato doméstico.
Lejos de entender la crisis deportiva como un proceso natural de desgaste—fenómeno cada vez más común en el fútbol moderno—y de brindarle a Pochettino el tiempo necesario para oxigenar la plantilla e iniciar un nuevo ciclo, el presidente del club, Daniel Levi, al parecer presuroso por engrosar las vitrinas del recién construido White Hart Lane, apostó por la vía fácil y se trajo de entre las sombras al rocambolesco José Mourinho después de tantear al estratega de moda Julian Nagelsmann, actual seleccionador del RB Leipzing de Alemania.
Mou, hasta entonces comentarista en los platós británicos del canal televisivo Sky Sport, asume las riendas de su tercer equipo en la Premier tras11 meses alejado de las canchas y de la frustrada experiencia en el Manchester United, en buena medida, por su incapacidad para redireccionar planteamientos y adecuarse a determinados contextos.
Preocupado por llamar la atención solo de clubes aspiraciones, al autodenominado The Special One apenas le bastó el más mínimo contacto para volver a su hábitat natural y, encima, en medio de un escenario que, según se ha visto, le resulta inmejorable.
En un principio, el portugués hereda una escuadra con las aptitudes para obviar el juego metódico y de posesión propuesto por el bueno de Poche durante cinco años y adecuarse a una filosofía mucho más reactiva, presumiblemente basada en los principios elementales del puro contraataque. Para ello cuenta con extremos de largo recorrido con marcada vocación ofensiva, un único ariete con la venia para moverse con libertad hacia cualquier zona de los últimos tres cuartos de cancha del equipo rival y una solidez en la circulación del balón por dentro en el que Tanguy Ndombélé se infiere pieza clave del posible dibujo táctico.
Según el diario inglés Daily Mail, para fichar por el Tottenham José Mourinho había exigido la continuidad de Harry Kane (Foto: Guetty Images).
La presencia del luso al frente de los Lilywhites abre todo un entramado de acertijos. Se antoja sumamente interesante seguir bajo qué condiciones se establece el romance Levy-Mourinho, ambos conocidos cuanto menos por sus egolatrías y excesos. Hallar la menera de enamorar a quienes ya se suponen con pie y medio fuera de la entidad londinense—sobre todo Eriksen—supondrá un auténtico reto para el multilaureado entrenador. Aunque la mayor incógnita gira en torno a su capacidad para incorporar o no en sus planes a las promesas surgidas de una de las mejores canteras de la actualidad.
Consciente de que su verdadera evaluación comenzará a partir de agosto, por el momento tiene la obligación inmediata de devolver al Tottenham a los puestos de Champions y, de paso, cumplir la proeza de concluir entre los ocho primeros dentro del circuito continental.
Solo un loco dudaría de la disposición ganadora de un técnico que puede presumir de innumerables títulos con el plus de haber reinado en las fortísimas ligas de Portugal, España, Italia e Inglaterra. Sin embargo, sobre los cuellos blancos de la entidad recae la para nada descabellada sospecha de querer apresurar a golpe de hipotéticos trofeos el desarrollo lógico de un conjunto hasta hace poco acostumbrado a los puestos mediocres de la tabla.
De todas maneras, con el reingreso de Mourinho al balompié de élite se garantiza la ya de por sí candente disputa entre mariscales del porte de Josep Guardiola, Jurgen Klopp, Manuel Pellegrini, Unai Emery o Brendan Rodgers. Como siempre, el tiempo dirá la última palabra.
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