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sábado, 23 de noviembre de 2024

La música que conquista

Esta vez les comparto un simpático cuento...

Laydis Soler Milanés
en Exclusivo 25/01/2021
1 comentarios
Mujer música
Le regalé un disco de “esa música rara que yo oigo”, como tú dices...

Dos amigos en una cafetería conversan sobre una muchacha que les gusta, un regalo y un resultado que no se esperaban. Aquí les comparto este simpático cuento del narrador y periodista, Johan Moya Ramis, egresado del VIII Curso de Técnicas narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.

Música

Por: Johan Moya Ramis

Estábamos sentados en la cafetería del trabajo. La mesa que ocupábamos dominaba todo el local. No había mucha gente, era la hora de la merienda. A tres mesas de nosotros estaba ella. Se le veía sola, aunque el novio no andaba lejos.
—¿Bonita, eh? —dijo mi amigo y se llevó un pan con mayonesa a la boca. Sus dientes hacían un ruido horrible al masticar y la mayonesa se desbordaba por la comisura de los labios.
—Muy bonita.
—Se parece a la “Chica más linda del día” —suspiró mi amigo.
—¿Y eso qué es, un concurso?
—Sí: www.lachicamaslinda.com. Cada día eligen una ganadora por votación. La de hoy se parece a ella.
Volvimos a mirar hacia la mesa de la muchacha. Se le notaba aburrida.
—¿Tendrá novio? —Preguntó mi amigo.
—Sí, es aquel que está en el mostrador de la cafetería.
Mi amigo se volvió:
—Un tipo con suerte —dijo—. ¿No crees?
—Lo creo.
Tomé un poco de refresco, aunque el tema de conversación me había despertado ganas de tomar otra cosa.
—A veces me pregunto qué tiene que suceder en la vida de un hombre para encontrar una mujer así —dijo.
—Suerte, supongo. El dinero también influye. Y también la cara que tengas.
En su cara apareció un rictus de dolor. Mi amigo no clasificaba en la lista.
—No me hagas mucho caso, con las mujeres todo es muy relativo, nunca se sabe —dije.
Mi amigo miró de nuevo en dirección al mostrador de la cafetería.
—¿Donde la habrá conocido?
—Durante el fin de año, en un intercambio de regalos.
—¿Cómo tú sabes eso?
—Yo participé.
—¿Y a quién te tocó regalarle?
—A ella.
—¡Coño, que suerte tuviste! —dijo mi amigo con la boca llena.
—Sí, creo que tuve un poco de suerte.
—¿Y qué  le regalaste?
—Lo único que sé regalar: música.
—¿ Eso? ¿Por qué no un perfume o algo por el estilo?
—No.
—¡Perdiste prenda! —Hizo una pausa para sacudir la cabeza y añadió: Sólo espero que no le hayas regalado un disco de esa música rara que oyes.
—Le regalé un disco de “esa música rara que yo oigo”, como tú dices.
—¿Y le gustó?
—No lo sé. Lo tomó con mucha amabilidad, pero eso no quiere decir nada.
—Seguro no lo ha escuchado. Creo que perdiste el tiempo.
—Probablemente –dije.
Me tomé lo que quedaba de refresco.
La muchacha miró, de forma distraída, hacia nuestra mesa. Me reconoció e hizo un saludo. Nada especial, era una chica hermosa que sabía saludar desde una mesa. Yo le devolví el gesto y ahí terminó toda su atención.
—A lo mejor no todo está perdido —dijo mi amigo.
En eso llegó el novio. En sus manos sostenía una bandeja con panes y un par de vasos de refresco. Era un muchacho trigueño, de complexión atlética, con un llamativo tatuaje en el antebrazo derecho. Tenía puesto un par de audífonos conectados a una discman. Cuando se sentó, detuvo la música y se quitó los audífonos. Sacó el disco, miró a la chica con ternura y la besó en la boca, luego, con mucho cuidado, guardó el disco en su caja.
Después de ver eso, me levanté de la mesa sin despedirme de mi amigo y salí a la calle. A cinco cuadras había un bar. Una melodía rara daba vueltas en mi cabeza mientras tomaba el primer doble. Ese día no regresé al trabajo.


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Laydis Soler Milanés

Periodista, amante de la literatura y de la buena música.

Se han publicado 1 comentarios


Johan
 25/5/21 12:13

Gracias por compartir el cuento.

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