¿Dejas que tu pareja revise tu móvil?

Una preguntita para ti: ¿Dejas que tu pareja revise tu móvil? Y otra pregunta aún más sensible: ¿Tu pareja deja que le revises su móvil?

Hay dos formas de vivir: orientado hacia el miedo u orientado hacia el amor. Una vida orientada hacia el miedo no puede conducirte a una relación profunda. Estás asustado y los demás no pueden entrar, no pueden llegar hasta tu centro más profundo. Le permites entrar hasta cierto punto, pero después se interpone una pared (a menudo esa pared viene con contraseña de patrón o de pin).

El verdadero problema no es que descubras o no la vida alternativa de tu pareja, sino lo que eso significa: una desconexión con esa persona que supuestamente es una de las que más cerca a tu centro tienes en la vida. Por tanto, el engaño de tu pareja, más que dolerle a tu ego, debe hacer que revises cuál es la calidad de las conexiones de tu vida. ¿Qué tanto conoces a las personas que tienes delante? ¿Qué tanto ellos te conocen a ti?

Perfectos desconocidos va de cómo tanto nuestras amistades como las parejas son seres que ocultan, mienten. Ya lo diría Raymond Chandler —con perdón de Dashiell Hammett— el rey de la novela negra en Estados Unidos: “Son seres humanos que se arrastran, se ensucian y tienen que ir al baño; ¿qué esperabas, mariposas doradas revoloteando en una nube color de rosa?”.

El argumento de Perfectos desconocidos (2017) implica una recreación de un acto tan común como es que un grupo de amistades (entre las cuales hay tres parejas) se reúnan para cenar en la casa de uno de ellos. Es una noche especial: hay un eclipse y la luna esta roja.

—Cuando la luna se pone roja se llama luna de sangre y dicen que la gente se vuelve loca cuando eso pasa —comenta un personaje de Perfectos desconocidos.

—No necesitamos que la luna este roja para que la gente se vuelva loca —dice otro personaje.

Para romper la rutina de la cena, las parejas se ponen a jugar un juego aparentemente inofensivo: cada uno debe poner su móvil sobre la mesa. Cualquier SMS o llamada que entre mientras dure la cena será públicamente leído o escuchado. Así, cada cual demostrará que, al menos en teoría, no tiene nada que ocultar al otro... ¿O es justamente todo lo contrario?

Lo que en principio era una celebración acaba siendo la destrucción de los vínculos. Con cada SMS o llamada se van descubriendo las traiciones y engaños, a veces nimios, a veces trascendentes, que conforman la red que une las relaciones de estos personajes.

Estamos en presencia de una película que cuestiona los pilares sobre los que se basan las relaciones modernas. Muestra a las claras cómo la distancia que hay entre dos personas la conforma todo lo que no se dicen. Y… cuestiona la dependencia del móvil en nuestras vidas. Cómo se ha vuelto este aparato una especie de apéndice casi corporal.

El director de la película es Alex de la Iglesia. Este es un realizador español muy prolífero que normalmente suele centrarse en hacer obras originales, pero que en esta ocasión escogió hacer un remake de una cinta italiana del director Paolo Genoveses.

No es que Perfectos desconocidos abogue por la idea de que el amor o la amistad no son ya algo común de encontrar. O que la intimidad sea cosa casi  imposible en esta modernidad tardía o postmodernidad, como han mencionado algunos críticos. La situación es otra, todavía más grave: Una persona orientada hacia el miedo siempre está calculando, planeando, componiendo, salvaguardándose. De este modo malgasta toda la vida. En otras palabras: El problema no está en qué ocultes o no en tu móvil. El problema está en que tienes miedo. Es el miedo el que hace que ocultes quien eres.

Volviendo a la cinta. Se caracteriza por su versatilidad en los recursos de cámara y por su agilidad narrativa. Y aunque a menudo la sobredosis de fantasía le resta un poco de seriedad, contar con Belén Rueda en el reparto equilibra cualquier desbalance. ¿Se acuerdan de Los ojos de Julia y de El orfanato? ¿Y de Mar adentro? Es una actriz española de muchísimo nivel.

Platón hablaba del mito de la caverna. Los seres humanos estamos dentro de una caverna, frente al fuego. Lo que sabemos del mundo no es en realidad lo que el mundo es, sino lo que refleja el fuego en las paredes de la cueva. La vida real, la absoluta y verdadera, está fuera de la cueva. Pero para salir de la cueva —la psicología lo llamaría zona de confort— hay que tener valor.

Supongo entonces que cae por su propio peso la exhortación: Deja de tener miedo. No escondas más quien eres. No le mientas más al mundo. Ten CORAJE.