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domingo, 24 de noviembre de 2024

La importancia económica de los festivales de cine

Los beneficios que generan estos eventos abarcan varios niveles, lo mismo en la economía privada que en la estatal...

Diany Castaños González
en Exclusivo 27/03/2018
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Los paraguas de chemburgo
Nada como la gran pantalla para aprender que por mucho que uno quiera, un amor puede terminar y no ser para siempre-jamás, como lo enseñó “Los paraguas de Cherburgo,” Jacques Demy. (Foto: rtve.es).

Vamos a no ser inocentes. La razón de los festivales de cine del mundo es más que nada una: económica. (Pasa lo mismo con el 14 de febrero o con el Día de las Madres).

Que no por saberlo vamos a dejar de asistir al cine en tiempo de festival. Así como los habaneros no dejamos de estar pendientes de la Feria de Pabexpo en mayo…

Pero el caso es que los festivales de cine aportan mucho más que excelentes —y no tan excelentes— películas. Los beneficios se generan en varios niveles, lo mismo en la economía privada que en la estatal. ¿Nunca se han sentado a pensar —si están de pie pueden hacerlo así mismo— cuánto hospedaje, comida, taxi, en otras palabras, circulación de dinero, generan los montones de visitantes que hay cada año en los festivales de cine del mundo?

Nada más por poner un ejemplo, diré que sé con certeza —no me pregunten cómo— que el Festival de Panamá (IFF, por sus siglas en inglés: International Film Festival) generó el año pasado casi tres millones de dolores al país.

Por su parte TIFF, El festival de Toronto (el más grande de América del Norte) tiene un impacto económico anual de nada más y nada menos que 137 millones.

Parecido pasa, claro está, con los festivales de música. Y con el fútbol... Pero no nos desviemos del tema.

DISTINTOS FESTIVALES DE CINE DEL MUNDO

Está el de Berlín, el San Sebastián, el Mar de Plata, el Karlovy Vary, el de Venecia, el… por favor, que alguien me detenga. Hay festivales de cine durante prácticamente todo el año, en todas partes del mundo.

El Festival de Cannes, es, sin embargo, el más famoso.

Ahora voy a pasar a contarles una curiosidad para cinéfilos. Los que no son cinéfilos que no sigan leyendo. Si es que hay alguien que no es cinéfilo siquiera abre esta columna.

El Festival de Cannes se creó por culpa de la Segunda Guerra Mundial. El cine no está separado de los conflictos socioeconómicos y políticos del mundo. La Segunda Guerra Mundial se acercaba y en Venecia se habían empezado a favorecer las filmografías alemana e italiana.

En el año 1938, en el marco del Festival de Venecia, todos esperaban que el premio fuera para Jean Renoir. En su lugar se lo dieron a una película italiana con dudosos méritos… Los franceses británicos y norteamericanos se indignaron. En respuesta, los franceses crearon un festival donde no hubiera mensajes subliminales políticos ni importara nada más allá que los propios valores artísticos del cine.

LA CONTRAPARTIDA

Claro que también hay parte espiritual: nada como un festival de cine para hacer perdurar la cultura del séptimo arte. Nada como la gran pantalla para aprender que por mucho que uno quiera, un amor puede terminar y no ser para siempre-jamás, como lo enseñó —a base de llanto: la letra con sangre entra— Los paraguas de Cherburgo (Jacques Demy, 1964), o que nadie es perfecto, como nos mostró Los caballeros las prefieren rubias (Howards Hawks, 1953).

En efecto, nadie ni nada es perfecto. Sin embargo, dentro de una sala de cine, por unas horas, algo lo es.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.


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