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sábado, 23 de noviembre de 2024

La vida de Pi

La vida de Pi, del director Ang Lee, resulta una de las reflexiones más inteligentes que ha dado el cine contemporáneo...

Diany Castaños González
en Exclusivo 27/09/2016
2 comentarios

Somos lo que somos. La narración que hacemos al Otro sobre el Yo que nos define es solo verdadera cuando resulta creíble. Es así de grave

De ahí que La vida de Pi, del director Ang Lee, resulte una de las reflexiones más inteligentes que ha dado el cine contemporáneo. Hay un cuento que viene a colación en este momento. En La noche boca arriba, historia de Cortázar, un hombre sueña que es otro hombre: Un motociclista que tuvo un accidente y es llevado al hospital sueña que es un azteca al cual van a sacrificar en la punta de una pirámide. Luego de varios sueños, descubre que en realidad él es el azteca a punto de ser sacrificado y el sueño es que tuvo un accidente de moto. Hay tal confusión entre con lao que realmente pasa en esta historia que el lector se enfrenta ante una problemática de realidad/irrealidad: No puede intentar darle en su mente cierto orden al cuento… para disminuir la sensación de incertidumbre que le provoca.

En La vida de Pi pasa lo mismo, este filme está a medio camino entre la ilusión y el subterfugio, el engaño y la veracidad. Hay dos posibilidades, o el adolescente Pi estuvo 227 días en un bote en el mar en compañía de un tigre Bengala, o estuvo solo, después de que los sobrevivientes del bote se mataron –y hasta comieron, canibalismo incluido- los unos a los otros. Cada versión de su naufragio es realidad con la misma intensidad con la que es incierta. Y a la vez, ninguna de las dos es creíble. Y es que quizás… las dos posibilidades son tan fantásticas que solo la propia narración les da veracidad. Apenas.

Se vuelve entonces el argumento entero de La vida de Pi (2012) una metáfora del sentido de la vida. No en balde decía Yann Martel, el autor de la novela homónima en la cual está basada esta cinta, que cuando la estaba escribiendo no se propuso hacer una historia, sino La Historia.

Más allá de sus connotaciones filosóficas, que son amplias y rotundas, tan contundentes que pueden acompañar a un ser humano toda su vida, la estética de La vida de Pi resulta abrumadora. Es una película hermosa, tanto que apenas puede describirse en palabras. Hay, sencillamente, que verla. Preferiblemente en 3D.

Jamás una cinta usó el 3D como un medio más de narración. La tercera dimensión no es para acrecentar la espectacularidad del filme, de por sí ya amplia; es un artefacto que muestra la alucinación y el apetito humano. El 3D en este filme es aquello que dimensiona el deseo… y hace palpable las emociones.

La vida de Pi, pasmosa película que vale la pena contemplar en la pantalla grande. Hipnótica y seductora.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.

Se han publicado 2 comentarios


vangelys
 30/9/16 14:07

gracias por el articulo diana.....como siempre muy bueno...saludos.....

anyali
 27/9/16 11:59

Diana yo tuve la oportunidad de ver esta pelicula y me encantó, el tigre parece muy real y realmente es ficción.....

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