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martes, 19 de noviembre de 2024

Ismael Clark de frente al retroscopio (II y final) (+Fotos)

La relación entre la ciencia y la sociedad cubana es abordada en entrevista exclusiva con este eminente científico, recientemente fallecido...

Omelio Esteban Borroto Leiseca en Exclusivo 18/05/2018
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Ismael Clark
El eminente científico Ismael Clark . (Foto: Tomada de Juventud Rebelde).

El Dr. Ismael Clark Arxer ya no era el presidente de la Academia de Ciencias de Cuba y, por otro lado, había rebasado una aguda crisis de su enfermedad cardiovascular. Ambos factores debían favorecer su predisposición a analizar su vida con el “retroscopio” que le había señalado su padre y hacerse las preguntas que conlleva esa mirada personal hacia el pasado, las que no hizo falta responder en nuestra conversación. No me equivoqué.

—¿Cómo evalúa el proceso de conversión de un resultado científico en una realidad social? ¿Qué complejidad y desafíos tiene en la Cuba de hoy?

—Durante mucho tiempo, déjame no hablar de forma tan cubana, durante un tiempo relativamente largo, la industria cubana se desarrolló a partir de las opciones tecnológicas que tenía a mano, no de la selección de las que pudiéramos considerar óptimas o más oportunas, o más apropiadas, sino de las que estaban disponibles, en primer lugar por el bloqueo norteamericano que estaba diseñado para asfixiarnos desde el principio y es un gran mérito que con todo el tiempo que ha transcurrido, no nos hayan asfixiado; pero eso te aprieta las vías respiratorias, te restringe las opciones en el campo tecnológico, máxime cuando quien aplica el bloqueo, como nos está pasando ahora con mucha frecuencia, es de alguna manera quien genera y controla la mayoría de los procesos tecnológicos avanzados a nivel mundial.

“El país no sucumbió porque hubo suministradores de los países socialistas, de la Unión Soviética. Pero es clásico el ejemplo de que los soviéticos, como no sentían ninguna limitación en el sentido de la disponibilidad de portadores energéticos, si construían un motor el problema era que fuera potente, si era potente y consumía más o consumía menos eso no era tan importante. Ellos tenían portadores energéticos, sentían que tenían de sobra; pero para el que tiene que importar la mayor parte de sus recursos energéticos, como era el caso nuestro, eso sí es muy importante y los ejemplos sobran. Eso lo conocen todos los cubanos, no es lo mismo en eficiencia un camión soviético de aquella época que un camión japonés Hino de esa misma época, y, sin embargo, los dos a lo mejor alaban lo mismo; pero nosotros no podíamos aspirar a tener la misma cantidad de Hinos que de camiones soviéticos por razones de la vida real, entonces, eso conforma una mentalidad que no es fácil de pronto cambiar.

”Eso por tocar un aspecto puramente tecnológico, eso tiene muchos nombrecitos que no quiero usar. La opción que tú tienes es la que usas y te llegas a olvidar que existen otras opciones. Cuando tu eficiencia se vuelve de vida o muerte para ti, para tu subsistencia como empresa, tú no te puedes conformar con eso, tienes que salir a buscar cómo lograr un proceso que sea lo más eficaz posible en tus condiciones para poder ser rentable, para poder seguir viviendo como empresa, y entonces viene una necesidad de búsqueda de opciones tecnológicas, de conocimientos científicos-tecnológicos en fuentes diferentes, ya no por un suministrador que viene y te lo pone como un biberón

”Entonces vienen los problemas en el orden organizativo, económico; pero bueno, ¿cuál es el margen de maniobra que tengo? ¿Cuál es la capacidad de financiamiento que tengo? ¿Qué habilidad tengo para manejar los recursos financieros, organizativos de que dispongo? Ya eso es otro problema, y creo que se debate todos los días. No puedo pretender aportar nada original a ese debate, primero porque no es mi campo y, segundo, porque está a la orden del día. En los medios felizmente se debate todos los días.

”Yo sé que se está trabajando en la optimización posible de los procesos de trabajo para facilitar la actividad empresarial, quitarle trabas, de eso se habló incluso en la última sesión de la Asamblea Nacional, cuando esos factores se vayan moviendo en la dirección positiva, eso contribuirá, en primer lugar, a hacer más eficientes los procesos aprovechando el conocimiento científico y tecnológico, y no necesariamente porque sea de producción nacional, sino que muchas veces obligará a que los expertos nuestros en tecnologías se informen e incluso ayuden a decidir a qué instrumentos tecnológicos tenemos que acceder por la vía de adquirirlos, convencer al que tiene la capacidad de invertir para que con él venga la tecnología adecuada; pero eso hay que también saberlo hacer, hacerlo bien para que no te den lo que no te conviene; entonces esa relación de empresa y sistema de ciencia y técnica es así, es contradictoria en sí misma; pero de esa contradicción debe nacer el desarrollo, o sea, debe nutrirse el desarrollo, es lo que yo te puedo comentar”.


En una conferencia internacional acompañando a la ministra del CITMA Dra. Rosa Elena Simeón.

—El panorama científico cubano actual tiene singularidades que no tenía en los años 60 cuando se crea el CNIC y ustedes empiezan a dar los primeros pasos para el desarrollo de la ciencia en Cuba con el impulso de Fidel. Hoy tenemos en algunas especialidades determinados vacíos generacionales, algún éxodo profesional hacia fuera del país o hacia otros sectores, centros de investigaciones que ya se resienten la ausencia de personas, quizás una visión diferente en los jóvenes que hacen ciencia. ¿Cómo Ismael Clark evalúa hoy esta situación, sentado en su casa, con la experiencia que ha acumulado en el sector de la ciencia? ¿Cómo reflexiona frente a estos desafíos?

—Como uno de los grandes desafíos del país en estos momentos, como uno de los desafíos más importantes que puede ser casi decisivo para el futuro del país y trataré de explicarlo. El país ha cambiado, el mundo ha cambiado y entonces las personas cambian también de acuerdo con sus circunstancias. Entonces en los años 80, en los años 70, los aspectos motivacionales eran capaces de irse por encima de las condiciones materiales de existencia porque, por otra parte, había, digamos, una confianza básica en la continuidad de los procesos y en lo que siempre le han llamado los psicólogos la posibilidad de tener un proyecto de vida, de saber qué va a ser de mí de aquí a 20 años, 30 años, 40 años, qué va ser de mis hijos, de mis nietos. Desafortunadamente, y no por culpa del país, ni por culpa de la Revolución, las circunstancias internacionales y nuestros propios problemas hacen que hoy eso no sea tan nítido y estoy seguro de que hay compañeros que tienen motivaciones fuertes; pero al mismo tiempo tienen problemas fuertes y problemas que tienen que resolver, porque tú no puedes pedirle a la gente que ignore sus problemas, o sea, que intenten resolver sus problemas por la vía de ignorarlos y postergarlos indefinidamente, eso no se puede.

“Tampoco el país puede resolverle el problema a todo el mundo, todos los problemas a la velocidad y con la calidad que el país quisiera. Entonces en esa contradicción nos movemos, y ese bache generacional es porque hay muchos compañeros que no sentían una motivación suficiente, ni en el plano profesional, ni en plano social, como para postergar indefinidamente determinadas dificultades, máxime en un ambiente internacional donde lo que está de moda desde hace muchas décadas es el robo de cerebros. Nosotros somos una víctima selecta del robo de cerebros, porque somos grandes productores de capital intelectual y, al mismo tiempo, estamos en las condiciones socioeconómicas propicias para que los ladrones de cerebros nos apliquen todo tipo de aparatos de succión… Y te succionan especialistas que hemos preparado durante muchos años, te los succionan y en el peor de los casos se quedan con ellos.

”Siempre que podamos garantizarle condiciones de trabajo y vida esenciales, básicas, a las personas que se dediquen a esta actividad, mejor; porque quizás estoy equivocado, pero yo soy de los que digo que los científicos sufren más por las condiciones de trabajo que por las condiciones de comodidad personal, es mi experiencia de lo que yo he podido ver. Eso no quiere decir que no tengan necesidades materiales que a veces se vuelven apremiantes. Entonces, si tú no tienes solución y el individuo puede encontrarla por la vía de una experiencia temporal en el exterior, bueno vamos a tratar de utilizar eso en provecho nuestro, vamos a tratar de convertir ese revés en victoria. No es ningún invento decir que grandes personalidades de la historia científica de Cuba, y pequeñas también, en diferentes momentos vivieron parte de su vida en el exterior, de hecho, adquirieron habilidades, conocimientos, pericia técnica, y entonces al regresar a Cuba fueron mejores profesionales. Tú te pones a buscar los grandes científicos cubanos del siglo XIX, una buena parte de ellos, para no decir todos, estudiaron, no en Madrid que no había mucho que aprender en muchas de las ciencias en aquel entonces; pero iban a París o iban a Alemania o iban a Filadelfia; pero regresaban. Entonces, a lo mejor yo soy muy idealista con lo que estoy diciendo; pero mi propuesta sería tratar de que vayan a donde les convenga a ellos y nos convenga a nosotros, y, sobre todo, que regresen, porque de no hacerlo así estamos facilitando que se quede con él el que lo está captando. Estoy poniendo el caso extremo del desplazado, porque yo no quiero llamarle emigrado, el desplazado temporal, ese es el caso extremo; pero el otro caso es el que yo tengo que tratar de retener por la vía de sus condiciones de existencia, porque la gente tiene familia, y sobre todo las condiciones de trabajo, porque a las personas que se dediquen a la ciencia a mí me parece que los desalienta mucho, llegado el caso, el no disponer de los medios elementales. Entonces, no es nada nuevo decir: ‘Bueno, como aquí no tengo con qué, me voy a hacerlo donde hay con qué,, perfecto, si eso es para un tema que es interés mío y voy y regreso, felicidades, gana todo el mundo’. Los americanos le dicen a eso win win (ganar ganar), perfecto, ganó todo el mundo; pero tratemos de organizarlo así, tratemos de hacerlo así.

”Durante mucho tiempo, los años 70 y 80, nosotros enviábamos gente al exterior, algunos se quedaron, pero fue la minoría, y aquí no tenían grandes condiciones, mas tenían proyectos de vida. Eso sí, aprendieron, es más fue imprescindible, si no hubiera sido así… Si aquí nadie sabía nada de nada, hablando cubanamente, había muy poco conocimiento nacional disponible en aquel momento. En esa década hubo que salir a aprenderlo casi todo a los países socialistas y a los que no eran socialistas. Fue gente a todas partes, como tú sabes, a Japón, Suecia, Reino Unido, Italia, Francia, a las dos Alemanias; pero regresaban, y cuando regresaban había una capacidad de ponerlos en sintonía con el proceso que necesitaba llevar adelante el país. Eso se dice muy rápido pero es sumamente trabajoso, pero ese es el trabajo de los que se dedican a realizar la ciencia, a organizar y a viabilizar el trabajo científico, ese es el trabajo”.

—¿Cómo evalúa usted las transformaciones y su velocidad en el sector de las ciencias en Cuba en los últimos años?

—Hubiera sido mejor haber encontrado aunque fueran soluciones o medidas parciales que ayudaran a mitigar algunos de estos inconvenientes. No estoy diciendo nada nuevo, no es un hecho oculto que la Academia de Ciencias preparó, desde el año 2013, y después fue perfeccionando un informe sobre el estado de la ciencia en el país, llamando la atención no solamente acerca de la realización, sino además de los problemas, de las dificultades, las limitaciones, los conflictos y las posibles alternativas de solución. Yo soy de los que opino que es muy difícil, y será siempre muy difícil, tratar de resolver todos los problemas de una vez. Yo nunca he visto que eso se pueda hacer con casi nada y menos en condiciones económicas difíciles como las que sé, vive el país. Yo no vivo en otro planeta, las adversidades, los ciclones… pero sí me parece importante, y lo he dicho en otros momentos, dar pasos, emitir señales, porque eso también ayuda a la gente a orientarse. Te lo voy a comentar como lo he dicho porque estoy en mi casa: hay veces que si tú no tienes un recurso material, tú siempre tienes la posibilidad de decirle al que está haciendo algo que tú consideras, o que estás convencido o es un hecho, que eso es sumamente importante; tú siempre estás en condiciones de decírselo: “Compadre, que importante es eso que tú estás haciendo, que útil que tú hayas logrado tal cosa, que agradecido está el país de que tú lo hagas, que beneficio para tu pueblo representa ese esfuerzo que tú estás haciendo, compadre, gracias por hacerlo, eso es lo que nos hace falta para salir adelante”. Pero díselo, díselo, eso no está sobreentendido, eso sí se dice, y si no se dice a lo mejor no está sobreentendido, y sobre todo a gente que se dedica a la ciencia, que es una actividad esencialmente altruista, no todo está comercializado en la ciencia todavía, eso es importante para la gente.

“Y a veces, esa retroalimentación viene para los artistas, viene para los médicos con toda justicia, no digo que no, pero yo no siento que esa retroalimentación funcione con la misma intensidad y, por lo tanto, con la misma efectividad con los que se dedican al trabajo científico-técnico en diferentes escalones. No hablo solamente de los científicos encumbrados, sino hablo de la gente que se dedica a la ciencia. A veces veo disparos aislados, pero no una concepción integral. Eso es lo que me parece, es la impresión que tengo de la televisión nacional, porque yo soy de los que veo la televisión nacional. Yo me empeño, no en ver, en mirar y en lo posible disfrutar de la televisión nacional de mi país, porque creo que desentenderse de eso puede ser muy peligroso. Trato de ser parte de esa interacción, y uno de mis sentimientos es ese que te estoy explicando, en el caso del sector que yo más conozco”.


Ismael Clark presidiendo un acto de la Academia de Ciencias.

—¿Cómo se imagina la Academia de Ciencias del futuro?

—Pienso que la tienen que diseñar y visionar precisamente los que hoy son más jóvenes. La ciencia tiene la característica de que la experiencia vale mucho, pero en la ciencia los elementos de autoridad no valen. En una discusión científica no es válido decir: porque yo soy titular, soy más veterano, mi opinión es la que prevalece. No, no, en materia científica son los hechos y las demostraciones los que valen, y sin que sea al 100 % verdad, lo cierto es que las realizaciones más importantes ocurren en momentos más tempranos en la vida que en el que estoy yo, y entonces la Academia de Ciencias debe ser reflejo, por un lado del país, y por otro, del estado de las ciencias a nivel internacional, visto desde nuestras concepciones del mundo. Lo digo porque desgraciadamente los conflictos de valores que hay en este momento en el campo científico a nivel internacional son enormes: se habla mucho de ética, sin embargo, los duros y fríos hechos se imponen y no pasa nada. Te pongo un ejemplo, todo el mundo sabe que si una posible vacuna para una enfermedad hasta ahora incurable o difícil de manejar no tiene un mercado asegurado es difícil que se desarrolle hasta sus últimas consecuencias, que se convierta en medicamento, aunque aparezcan los elementos de conocimiento que anuncien la posibilidad de llegar a hacerlo, pero si no tiene mercado no camina, porque hay una lógica que es la lógica del mercado. Otro individuo con menos vehemencia diría: ¿de dónde tú quieres que salga el financiamiento? El problema es que es el sistema en general el que está distorsionado, pero eso se refleja en la ciencia y se refleja en la manera en que las personas reciben el resultado de la ciencia. ¿Tú quieres cosa más grave que negar a esta altura que el cambio climático tiene un componente importante de influencia antrópica, de actividades humanas, que es necesario modificar? ¿Tú quieres cosa más grande que esa? La ciencia se demoró como 20 años, por un problema de rigor y porque el tema era conflictivo, en llegar a afirmar —¿tú has visto los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático?— que hay una probabilidad del 99 % de que tal cosa ocurra por esto, vaya para no decirlo así, taxativamente, del 99 %, y entonces resulta que un presidente de un país poderosísimo y clave en este problema dice: “No, eso es un cuento, yo no creo en eso”. ¿Qué derecho tú tienes en decir que tú no crees? ¿Qué es eso? ¿Ese país no tiene entidades científicas, por cierto muy silenciosas hasta este momento en ese tema, por muy amigos míos que sean algunos de sus integrantes? Porque era para que gritaran con un poco más de fuerza, pienso yo, no por nada, sino por apego a la verdad científica, pero no tienen elementos asesores o no pesan los elementos asesores o es que los elementos de decisión no son los que vienen dictados por el conocimiento, sino que vienen dictados por el lucro, por el interés económico, es un problema sistémico. Entonces, hay que tener cuidado con qué ciencia tú te alineas…

“La privatización de la ciencia, sobre todo de la ciencia más útil, es de los dramas más grandes que está viviendo la humanidad. Por supuesto, hay corrientes desde el mundo científico luchando por el acceso a la información, a los datos. Eso se mueve en un mundo en el que a veces a lo que tú accedes es a lo de menos valor potencial, sí es útil, pero digamos lo crítico sigue siendo problemático o imposible de acceder. Ese problema no se resuelve solo en el ámbito de la ciencia, ese problema se resuelve para la ciencia y para otras cosas, en la medida en que se resuelvan las contradicciones enormes del sistema mundial actual, del sistema capitalista actual. Esa fue una de las cosas adelantadas por Fidel, desde la cumbre del 92, que si tú te pones a analizar es un aviso de que el sistema es capaz de destruir la humanidad, si no se modifica por la lógica o por la ilógica interna que supone, va contra los propios elementos de la racionalidad y de los conocimientos disponibles”.

—Probablemente le hayan hecho muchísimas entrevistas a lo largo de su ejercicio profesional, pero quizás esta es la primera después de haber cesado sus funciones de dirección en la ciencia en Cuba, desempeñadas durante muchos años. ¿Cómo ve Ismael Clark la vida hoy desde esta posición?

—Cómo algo que siempre te parece debiera durar mucho más, pero que inevitablemente se acaba. Cuando tú eres joven no piensas nunca cuánto tiempo vas a vivir, y cuando tú estás dedicado a una tarea no piensas nunca cuándo la vas a terminar, sino cuánto te falta por hacer.

“Desgraciadamente en mi caso fueron problemas de salud los que me fueron indicando que era inútil enfrentarse el inexorable paso del tiempo porque hay procesos que son biológicos… pero fuera de eso, te diría que sigo siendo un convencido de la importancia de vivir el momento que te ha tocado existir.

”Mirando para atrás, es un privilegio vivir en la época que vivimos la generación a la que yo pertenezco. Es la generación de la conquista del espacio, de la energía nuclear, de la Revolución Cubana, es la generación de Fidel. Cuanto más tiempo pase, más nos daremos cuenta de que una personalidad como Fidel tiene un periodo de regresión, como dirían los científicos, muy largo, muy largo. No es una cosa que se repita todos los días, pasará mucho tiempo, y eso ha sido un gran privilegio. Quizás el haber vivido en una época revolucionaria influye en que la vida se te haya acabado casi sin darte cuenta. Cuando digo que se te ha acabado es que se te ha acabado la vida útil, como la batería, estás trabajando con el cinco por ciento, con el fondito de la carga; pero, bueno, lo que uno se tiene que preguntar y yo me lo pregunto a veces, y me reservo la respuesta, si me lo permites, es si uno ha hecho lo que debía hacer en cada momento, y si ha sido por lo menos consecuente consigo mismo en las acciones que ha realizado. Yo creo que eso es fundamental y quizás esa reflexión con el aparato que me decía mi papá en broma, el retroscopio, esa visión con el retroscopio no es fácil asumirla cuando se está en el fragor del trabajo, en el fragor de la lucha. Esa es una reflexión que más bien se hace, como estoy haciendo yo en estos días, cuando llegas a un momento en que la velocidad de tránsito para ti disminuye y puedes con cierta tranquilidad, sin peligro de chocar, mirar hacia atrás. En otros momentos mirar hacia atrás podía ser la garantía de una colisión y de un desastre, es lo que te puedo comentar”.

—¿Y qué va a hacer Ismael Clark con el cinco por ciento de la batería?

—Tratar de seguir siendo útil.


El Dr. Ismael Clark en su casa con su esposa la Dra. Gisela Alonso.


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Omelio Esteban Borroto Leiseca

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


Lourdes
 24/5/18 13:18

Ismael Clark fue un hombre como debieron ser los hombres de su tiempo, exepcionales.

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