¿Conoce cuál es la racha de viento más fuerte registrada en el municipio de Batabanó, la mayor cantidad de lluvia recogida hasta el presente o el día que más calor hizo? Las respuestas a dichas interrogantes y otras más reposan en la instalación meteorológica ubicada a solo 14,92 metros sobre el nivel del mar.
Resulta que este reportero, junto a su equipo de trabajo, decidió darse una vuelta por la estructura, cuyo funcionamiento es esencial en aspectos relacionados con la agricultura y otras actividades productivas de carácter territorial.
Día gris el escogido. Un frente frío abrazaba el occidente cubano, lo que haría un tanto especial la visita. Justo en la puerta esperaba Yaquelín López Hernández, directora por 15 años de la estación bautizada con la cifra 78322.
En funcionamiento desde los años 70 del pasado siglo, laboran allí siete personas actualmente. El centro ofrece información para el desarrollo local y constituye espacio de gestión del conocimiento a la vez que se habilitan cursos en pos del aprendizaje y superación.
Al decir de la directora, “es también patrón de referencia en la toma de decisiones vinculadas al clima en el occidente cubano”.
Quienes allí trabajan conforman una célula operativa que tributa a la confección del pronóstico del tiempo, determinación de temperaturas mínimas y máximas, dirección del viento, presión atmosférica y demás variables fundamentales en quehaceres agrícolas.
Pero, ¿cómo es el devenir diario de un observador con suficientes variables a tener en cuenta? Es el instante en que Walfrido Hernández Castro aparece en escena demostrando habilidades.
DESDOBLANDO DESTREZAS
“Comencé aquí en 2008 y tengo pasión por mi labor, debido a la responsabilidad que entraña. El trabajo es técnico, riguroso e instructivo. Inicialmente, las mediciones me resultaban complejas. Todavía estoy aprendiendo.
”Los parámetros a atender en corto plazo son demasiados, lo que requiere práctica. Cuando las mediciones se realizan de forma correcta, los resultados son fieles”, apunta.
Los pronósticos poseen alrededor de un 97 % de fiabilidad, pues el tiempo se encuentra en constante cambio. Varias son las personas que se ensañan cuando de pronto todo se vuelve triste y el cielo llora. Sin embargo, a pesar de ser un país en vías de desarrollo, Cuba constituye referencia en cuestiones meteorológicas.
En palabras de Walfrido Hernández, cada observador “hace mediciones cada tres horas un día completo. La actividad requiere 30 minutos, se recogen los datos y se envían al Instituto de Meteorología”.
Los equipos registradores-medidores al interior y exterior disponen de una carta con un gráfico, que se archiva en La Habana a fin de mes con la información.
La red de estaciones a nivel nacional surte la materia prima fundamental con que se conforman los partes del tiempo. De ahí que los datos visuales e instrumentales deban ser cuidadosamente verificados.
“Nos llaman de todos lados para estar al tanto de cómo se comportará el clima: cooperativas cercanas, pescadores, el gobierno municipal, comité militar”, informa sonriendo Yaquelín López.
A la pregunta de cuál es el procedimiento en caso de un evento meteorológico de magnitud, la también observadora añade: “cuando amenaza un huracán, por ejemplo, todos debemos estar en el centro. Atender a la presión, dirección del viento, precipitaciones, temperatura. Es el fenómeno que prefiero, por lo arduo del trabajo”.
No obstante, Walfrido sostiene que le atrae más la lluvia. “Es un parámetro que cuesta trabajo. De tanto estudiarla, terminó por gustarme”. Él suele pescar a veces, necesita estar al tanto.
ESTAMOS ANTE LA PRESENCIA DE UN NUEVO SISTEMA FRONTAL…
“Nos visita otro frente frío, que es una franja de separación entre dos masas de aire de diferentes temperaturas. En el mapa, se marca con el símbolo de una línea azul de triángulos que señala la dirección del movimiento”, explica Yaquelín.
Recientemente, la estación fue reparada y equipada con tecnología moderna. Según refieren los entrevistados, dos años atrás debían reportar desde un cuartico pequeño sin baño.
El inmueble cuenta además con un local de descanso, baño con agua corriente, cocina, oficinas, almacén y laboratorio de agrometeorología. Todo un segundo hogar para los que allí moran.
La edificación se enclava en una región que históricamente ha sido afectada por fenómenos atmosféricos como ciclones tropicales, antecedente que otorga relevancia a datos que desde el lugar se emiten durante la elaboración de predicciones meteorológicas y estudios climáticos.
Por milenios, el estado del tiempo ha cautivado a civilizaciones una y otra vez. Los babilonios predecían el clima de acuerdo con patrones de nubes. Así mismo lo pueden hacer Yaquelín y Walfrido desde la experiencia, tarea esta que pareciera devolver a los hijos del tiempo a la vida.
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