Ella no tiene tiempo. Anda siempre ajetreada, de un lado a otro, sin parar. A su día no le alcanzan las horas para trabajar en la oficina, llevar y recoger a los niños de la escuela, ayudarlos luego con sus tareas, cocinar, cuidar a su madre anciana, adelantar la maestría, atender al esposo… Si alguien de la familia se enferma es la primera en la cola de la consulta al otro día. Es un tren, dicen sus amigos.
Una mañana, mientras se vestía, también apurada, se rozó el seno y allí estaba. Era un pequeño bulto aún, no dolía. Se asustó, pero ni tiempo para regodearse en el susto tuvo. Mañana voy al médico, se dijo. Y el mañana se convirtió en nunca porque siempre hubo otra prioridad, hasta que el diagnóstico fue aterrador: cáncer de mama, a sus 43 años.
Él no para de fumar. Enciende un cigarro con el otro que apaga. Así ha sido desde que era adolescente. Tiene los dedos manchados de amarillo, igual que sus dientes, su piel y puede que hasta su pelo. La esposa se acostumbró, pero el olor que desprende es espantoso. Sus madrugadas son atronadoras, no tiene paz entre una tos y otra. “No me molesten, a mí me gusta echar humo”, responde a quienes le imploran para que deje de fumar. Al parecer, poco tiene que perder. Sus pulmones están siendo vencidos por el cáncer.
Ella le tenía terror a la doctora del consultorio. Si la divisaba por una esquina, le daba la vuelta a la manzana hasta despistarla. Un sinfín de notificaciones le habían dejado por debajo de la puerta, pero ella no aparecía por el puesto médico. Muchos años llevaba sin hacerse la prueba citológica y temía subirse en aquella camilla fría. Las molestias en su interior iban en aumento, pero prefirió no enfrentar la situación. Hoy se recupera de una operación, luego de ser diagnosticada con cáncer cérvico uterino.
Tres historias reales, un mismo final. Un dolor que se repite infinidad de veces en hogares de Cuba y del mundo. En la Isla el cáncer ocupa la primera causa de muerte, con alrededor de 40 000 nuevos casos diagnosticados por año. Y justo esta semana la Organización Mundial de la Salud publicó nuevas y escalofriantes cifras: 8,8 millones de personas mueren de cáncer cada año, mayormente en países de ingresos bajos y medios. Se prevé que ese número ascienda a 22 millones en las próximas dos décadas.
Sin embargo, otra cifra habla de que no todo está perdido y que al cáncer se le puede plantar batalla. Según la OMS, alrededor de un 30 % de los fallecimientos se deben a cinco factores de riesgo: índice elevado de masa corporal, ingesta reducida de frutas y verduras, falta de actividad física, consumo de tabaco y de alcohol. Cambiar de manera radical cualquiera de ellos, podría hacernos ganar el boleto a la vida plena.
Si a ello se suma que la detención tardía de la enfermedad provoca el 70 % de las muertes por cáncer en el mundo, entonces las posibilidades de triunfo aumenta. Asumir modos de vida saludables y asistir al médico ante la menor sospecha, marcan la diferencia en la lucha contra el cáncer. No por azar la campaña lanzada por la ONU en este 2017 lleva por lema: “Nosotros podemos. Yo puedo”.
O para decirlo al estilo de los Van Van, “si no te quieres tú, quién te va a querer”.
Gianni
15/2/17 11:47
Si estoy de acuerdo creo k el tabaco es un factor d riesgo p la salud y el cáncer pulmonar
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