¿Tumbarse en el sofá o salir a correr? Es probable que el lector haya afrontado, en alguna ocasión, dicho dilema. Asimismo, y a pesar de los múltiples beneficios para el organismo que conlleva la práctica de actividad física, puede que optara por permanecer en reposo.
Según Matthieu P. Boisgontier y su equipo de la Universidad de Ginebra, en colaboración con investigadores de las Universidades de Oxford, de la Costa Azul, Católica de Lovaina y de la Columbia Británica, el origen de esta conducta se hallaría en la programación innata de nuestros circuitos neuronales, que preferirían gandulear.
En el trabajo, publicado por la revista Neuropsychologia, participaron 29 adultos jóvenes, 16 mujeres y 13 hombres, de entre 20 y 26 años de edad. Durante las entrevistas iniciales, la mitad declaró practicar deporte con frecuencia. En cambio, los sujetos restantes manifestaron llevar un estilo de vida sedentario, pese a mostrar interés en aumentar su régimen de actividad.
A fin de estudiar el modo en que el cerebro humano responde ante tareas de diferente intensidad física, los científicos diseñaron una suerte de videojuego. Durante la prueba, los voluntarios adoptaron la identidad de un personaje al que debían acercar, con la mayor celeridad posible, a un dibujo que representara acciones activas, y alejar de situaciones de inactividad. Mientras los participantes realizaban este ejercicio, Boisgontier y sus colaboradores registraron su actividad eléctrica neuronal mediante un encefalograma.
Los resultados demostraron que el encéfalo invierte mayor energía y esfuerzo en caso de inclinarse hacia la acción dinámica, pues requería plena consciencia. Es decir, luchar contra la holgazanería resulta costoso para el cerebro humano.
A lo largo del proceso de evolución, el hecho de reposar y conservar las fuerzas resultó esencial para la supervivencia de la especie humana, ya que favoreció la búsqueda de comida o refugio, a la vez que permitió competir por una pareja y evitar a los depredadores. Por consiguiente, los científicos creen que el cerebro se adaptó a fin de elegir el sedentarismo como método de ahorro energético.
Futuros experimentos, con mayor número de participantes, buscarán confirmar el sorprendente hallazgo, que explicaría el porqué de la reticencia a realizar esfuerzos físicos.
Firefly
28/9/18 8:05
Eso explica mi vagancia....
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