Por: Wendy Zuferri*
No es leyenda, consta en registros judiciales que la prostituta griega Friné se desvistió ante el jurado encargado de juzgarla por el asesinato de un cliente.
Dijo que lo hacía para que evaluaran si así, desnuda e indefensa como se encontraba también en el momento del crimen imputado, podría ser capaz de matar.
Fue absuelta bajo fallo unánime: ninguna criatura así de bella cometería un crimen tan atroz.
Probablemente el escritor uruguayo-cubano Daniel Chavarría, ya fallecido, conociera la anécdota, pues fue durante años profesor de Lenguas Clásicas.
Más de una vez, Chavarría aseveró que la belleza física le causaba por igual admiración y recelo, porque sabía que solía ser la pantalla perfecta para esconder lo peor de la condición humana.
Ediciones Cubanas rescata un éxito en la carrera de este Premio Nacional de Literatura:
Adiós muchachos, un libro cuya fama lo precede por recibir el Edgar Allan Poe, el galardón más apetecido de la literatura policial y detectivesca.
Esta novela presenta a Alicia, una Friné cubana de la década de 1990, quien escudada en las ventajas de su belleza natural y su estatus de universitaria blanca procedente de una familia de profesionales.
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Alicia ha logrado despejar de encima de su cabeza cualquier nube de sospecha acerca de estar involucrada en actividades ilícitas, incluyendo la prostitución que, de hecho, ejerce.
A diferencia de otras historias cubanas desarrolladas en los ´90s, Chavarría no escoge el momento conocido como “lo más crudo del Período Especial” inmediatamente posterior a la caída del campo socialista.
El año es 1996, La Habana rebosa de empresarios interesados en invertir en este mercado abierto al turismo y la inversión extranjera.
El escenario es propicio para entrelazar a ambiciosos locales e internacionales, entre ellos, Víctor King, tan hermoso que nadie se preocupa por indagar qué historia hay detrás de su rostro angelical comparable con el de Alain Delon.
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Los destinos de Alicia, Víctor y su colega Jan se unirán en esta historia de cazadores cazados y burladores burlados que comienza con el tono ligero de la novela picaresca y va girando a un thriller con pasajes muy sórdidos a menudo.
Un ritmo vertiginoso de la acción en un libro donde a veces los personajes pareciera que no pensaran, solo actuaran, quizás confiados en que, llegado el día, se librarían desnudándose ante sus jueces.
Pero ya no estamos en la antigua Grecia.
*Periodista y Jefa de Información de Cartelera, trata temas variados
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