En una casona de estilo ecléctico de El Vedado capitalino, que data de la década del veinte del pasado siglo, se fundó, el 10 de julio de 2004, la Galería Villa Manuela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
La mansión, ubicada en calle H No. 406 entre 17 y 19, pertenecía al pintor Luis Martínez Pedro, quien no habitaba en ella porque se encontraba en muy malas condiciones, casi en ruinas. Cuando el Estado le entregó como vivienda la casa aledaña el artista donó la suya a la organización fundada en 1961, recuerda el Premio Nacional de Artes Plásticas José Villa Soberón.
El escultor era presidente de la Asociación de Artes Plásticas de la Uneac cuando se comenzó a gestar el proyecto de la Galería de Arte Villa Manuela. “Pasaron varias décadas para que se pudiera consolidar la idea de que la Asociación contara con una galería para promover, estimular y jerarquizar la producción de los artistas plásticos cubanos”.
La escalera helicoidal es uno de los símbolos distintivos de la Galería y se trata de una intervención contemporánea realizada al inmueble que data de la década del veinte del pasado siglo (Fotos: Cortesía de Norvis Petit)
Villa Soberón indica que la casa siempre estuvo vinculada con las artes visuales. En sus inicios fue un taller de serigrafía y en ella laboraba la presidencia de la Asociación hasta que se fueron transformando sus usos y terminó cumpliendo otras funciones dentro de la institución.
De la mano del Estudio Choy León, el inmueble fue naciendo de las cenizas, cual Ave Fénix. El arquitecto José Antonio Choy, junto a los colegas Alexis Silva, Ada Núñez y un ingeniero, se dio a la tarea de rescatar el inmueble.
El Estudio Choy León, que lideran los arquitectos José Antonio Choy y Julia León, siempre ha procurado dotar a la arquitectura de un componente cultural (Fotos: Cortesía de Norvis Petit)
El equipo le devolvió a la fachada exterior todo el esplendor de la época en que fue erigida esta mansión vedadense. Se recuperaron los jardines, con su pérgola, y en el patio trasero se agregaron un taller de montaje, una tienda para la venta de materiales para pintores y dibujantes, así como la librería El Gran Zoo.
“Fue parte de la operación arquitectónica y constructiva del rescate de la casa. En el interior quisimos que la intervención fuera más libre, más flexible y las divisiones que había en la casa tradicional fueron demolidas para que se adecuara a las funciones del arte contemporáneo”, advierte el arquitecto Choy.
De esa manera el pasado y el presente se abrazaron en un diseño inteligente y moderno, a tono con la función social de la institución artística.
“Aumentamos el puntal porque era más bajo que el que necesitábamos, pero sin afectar la tipología ni las características de la casa. Se hizo un área mucho más abierta, más fluida, se intersectaron diferentes espacios para lograr más dinamismo. Se incluyó la escalera helicoidal que es una intervención contemporánea.
“Así, de alguna manera hubo un diálogo entre lo viejo –que es la cáscara o contenedor– y lo nuevo que es la Galería. Me parece que no hay ninguna contradicción entre la tradición y contemporaneidad. Pueden convivir e incluso se enriquecen”.
El Estudio, que Choy fundó junto con la arquitecta Julia León, siempre ha procurado dotar a la arquitectura de un componente cultural. En su opinión existen dos tiempos en la galería: cuando está vacía, donde los espacios son protagónicos y otro segundo, cuando se llena de obras de arte.
“Queremos agradecer a todos los que han dirigido la galería porque siempre lo han hecho con mucho amor. La han conservado, excelentemente. El equipo de trabajo ha entendido la función y la importancia de la arquitectura dentro de la misión que tiene la Galería Villa Manuela”.
Según Villa Soberón, como parte de su sentido interdisciplinario este complejo cultural de la Uneac le ha dado cabida a una pluralidad de manifestaciones artísticas.
“La Galería ha tratado de cubrir un abanico grande en la visualidad de la producción artística cubana. Ha podido mostrar muchos proyectos de importantes artistas del interior del país que no siempre han tenido las condiciones para venir a exhibir a la capital. Siempre ha sido un espacio útil para que esos creadores puedan exponer en La Habana” señala el escultor.
El autor de obras figurativas como el John Lennon, del parque vedadense; la Alicia Alonso del Gran Teatro de La Habana y el doctor Eusebio Leal Splengler, en la calle de madera de La Habana Vieja agrega:
“La Uneac ha podido jerarquizar la producción más interesante dentro de las artes plásticas a partir de un sistema bastante selectivo. Se han exhibido todas las manifestaciones desde el humor gráfico hasta la escultura, la fotografía, el diseño incluso los juguetes”.
Villa Manuela ha acogido grandes exposiciones de artistas de renombre internacional como Pedro de Oraá, un hombre muy importante de la vanguardia cubana o Roberto Fabelo y Roberto Diago.
Obra del escultor José Villa Soberón que integró su muestra personal La espiral eterna, exhibida durante dos meses en Villa Manuela. (Fotos: Cortesía de Norvis Petit)
Además, han expuesto sus creaciones: Abel Barroso, Adonis Flores, Aimée García, Alejandro Campins, Glenda León, y Mabel Poblet. En los últimos meses se pudieron apreciar las esculturas abstractas de pequeño y mediano formato realizadas en acero por Villa Soberón que integraron su muestra personal La espiral eterna.
Como parte de la 14 Bienal de La Habana, recientemente quedó inaugurada la exposición Ex Libris. La huella de Eva, del artista y editor matancero Rolando Estévez. La exhibición está totalmente dedicada a los libros de arte y a la memoria de mujeres inolvidables y legendarias de la cultura universal. Algunas de ellas son Edith Piaf, Frida Kahlo, María Elena Molinet, Nancy Morejón y Ruth Bejar, a quienes el poeta dedicó versos en rollos manuscritos.
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