Dicen que de la idiosincrasia de la barriada de Cayo Hueso fue que Merceditas Valdés bebió las raíces yorubas que defendió contra todos los pronósticos durante su vida: cantos de cunas, guaguancós, ritmos afro y plegarias espirituales. Y es que “la pequeña Aché”, como la bautizara el etnólogo Fernando Ortiz, no necesitó una formación en los pentagramas y las corcheas para popularizar la música afrocubana en todo el mundo.
Ahora, de la mano de Joaquín Betancourt y en la voz de Zunilda Remigio, llega el álbum Con el agua del río, con el agua del mar. Con permiso Aché, que sintetiza parte de la obra de la Valdés, porque no es menos cierta la frase que inicia las notas discográficas de este fonograma, escritas por Miguel Barnet: “La tradición no se rompe, se decanta”.
El disco tributo a Merceditas Valdés no surge casualmente. Hace mucho tiempo que Zunilda Remigio coquetea con los géneros musicales afrocubanos; de hecho, ha sido parada obligatoria en cada uno de sus conciertos. Recordemos el disco Mi tierra y la canción “Oguere”, o la interpretación de “Bruca Manigua”, de la autoría de Arsenio Rodríguez, o el popular tema “En el tiempo de la colonia”, también cantado en varias ocasiones por Remigio.
“Siempre defendí el bolero, la canción trovadoresca, la nueva trova. Abordo diferentes géneros; soy bastante versátil por mi formación. Pero, tributar a ‘la pequeña Aché’ y ensalzar su figura era una deuda que tenía sin saldar, aunque cuento en mi catálogo musical con varios proyectos discográficos”, asegura Zunilda Remigio en entrevista a La Jiribilla. Considera que Merceditas Valdés no ha tenido todo el realce y reconocimiento que ella implica y que le dio en su momento Fernando Ortiz.
Antes de proponerse hacer este trabajo discográfico, confiesa que estudió en profundidad la vida y obra de esa mujer sencilla, que defendió las letras de Arsenio Rodríguez, Rodrigo Prats, Eliseo Grenet y los hermanos Ernesto y Ernestina Lecuona. La sensualidad, gracia y cubanía de Merceditas Valdés son un prototipo para cualquier artista.
“¿Qué era ella?, una santera; pues yo también soy una santera. ¿Qué era ella?, una mujer negra; yo soy una mujer afrocaribeña. Estamos en línea y por eso soy honesta con este proyecto. Absolutamente todo tiene que ver con ella”, asegura.
Como plus, este disco sale bajo el sello de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, Egrem, donde Merceditas fue una figura muy relevante. “Todo ha convergido para hacerle los honores que ella merece. Y no debía ser de otra manera, es una música que no debe morir”, dice Zunilda.
¿Quiénes participaron en la concepción y realización de este álbum?
“Con permiso Aché cuenta con la colaboración de músicos estelares. Yaroldy Abreu Robles, percusionista, se lució en este disco. Estaba en su medio. Lo dibujó, lo pintó y se dio gusto haciendo matices y sonoridades. Fue fabuloso. Héctor Quintana le puso la guitarra a dos temas preciosos. También participaron Rolando Luna y Pancho Amat. Los arreglos y dirección musical estuvieron a cargo de Joaquín Betancourt”.
“Pinceladas de magia y profesionalismo se dan la mano aquí, en un gesto que irradia devoción y generosidad. Un homenaje a lo mejor de la música cubana, aquella que solo puede renacer con nuevas luces y sonoridades (…)”.
Desde un primer momento en la concepción de esta producción, se pensó en traer parte de la obra de Merceditas Valdés al siglo XXI, para “que no se vea antigua la música que ella defendía, que ya no se hace o que no gusta”. Es tendencia utilizar las raíces folclóricas y fusionarlas con formas de hacer más actuales y, por eso, en este disco se usan arreglos contemporáneos, respetando, como debe ser, las líneas melódicas y armónicas de los temas originales.
“Harold Merino Bonet trabajó el sonido electroacústico en las canciones más folclóricas como ‘Oshún’ y ‘Yemayá’. Hay otro tema, por ejemplo, que tiene oboes interpretados por Frank Fernández júnior, y eso no se había tratado así en otras oportunidades”, comenta la artista cubana.
El CD tiene un maravilloso y exquisito trabajo de voces. De hecho, son los coros el colchón que hace armónica la parte electroacústica. Además, los arreglos que hizo Joaquín Betancourt —según Zunilda Remigio— lo diferencian de lo que se ha hecho antes con respecto a la música afrocubana. Se hace también un guiño a todos los que defendieron las raíces de la Mayor de las Antillas, como Bola de Nieve, Rita Montaner y Nicolás Guillén, ya sea como compositores o intérpretes.
“Pinceladas de magia y profesionalismo se dan la mano aquí, en un gesto que irradia devoción y generosidad. Un homenaje a lo mejor de la música cubana, aquella que solo puede renacer con nuevas luces y sonoridades, en esa intimidad creadora que alcanza su cenit en la feliz conjunción de un equipo de ostensible originalidad y talento”, escribe en las notas Barnet.
Diez son los temas escogidos en el repertorio de la “pequeña Aché”. “Cuando se habla de Merceditas Valdés uno piensa que todo lo que va a oír son cantos folclóricos, fundamentalmente de santería; pero ella también hizo boleros en tiempo de guaguancó, canciones de cuna bellísimas y todo eso está reflejado en el disco. Son diez temas que recrean de cierta forma los géneros por los que transitó”.
La lista de canciones la integran “Miénteme”; “Quirino”, con una interpretación magistral de Pancho Amat; “Yambambó” a piano y voz solamente, con Rolando Luna; “Lacho”, “Drume Negrita”, “Oshún”, “Yemayá” y “Babalú Ayé”, que tiene un tratamiento diferente a todos los hechos anteriormente. “Los cantos espirituales es el número con que cierra el disco porque forma parte de nuestra identidad e idiosincrasia”, acota Remigio.
“La pequeña Aché”, como la bautizara el etnólogo Fernando Ortiz, no necesitó una formación en los pentagramas y las corcheas para popularizar la música afrocubana en todo el mundo”. (Tomada de L´Ostia Latin Jazz)
El disco cuenta también con un making of que recoge los criterios musicológicos de Martha Bonet, Lizette Vila, Pancho Amat, Rolando Luna, Yaroldy Abreu y de casi todos los músicos que participan en el disco, incluyendo al ingeniero de sonido.
A decir de Zunilda: “Con permiso Aché es una propuesta a tener en cuenta para la música cubana y nuestro acervo cultural. Desgraciadamente, no todos los artistas usan su obra discográfica para reverenciar a una figura cimera de la cultura. Estoy muy contenta por el resultado de este proyecto. Pienso que es el trabajo discográfico más honesto que he hecho en mi vida”.
El 24 de septiembre será el lanzamiento de este fonograma. Un reto cumplido que pone en un escalón más alto la música de Merceditas Valdés. Pero no puede faltar antes el consentimiento de la artista, así que: “con permiso, Aché”.
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