"Un día, un cuento", el primer relato de la obra de Delgado Calvo, nos introduce en un mundo regido por la rutina y la repetición, donde la protagonista, Renata, construye una fortaleza de orden y previsibilidad para protegerse del caos subyacente.
A través de la historia de Renata, una escritora metódica que intenta escapar de su realidad, Delgado Calvo nos invita a explorar las tensiones entre la estabilidad autoimpuesta y la fragilidad de una existencia que se resiste al cambio, abriendo una ventana a la compleja psicología de sus personajes y anticipando las exploraciones narrativas que se desarrollarán a lo largo del libro. Este análisis inicial ciñe las bases para entender las diversas bestias que habitan, tanto en la obra de Delgado Calvo como en la condición humana.
Renata surge como la protagonista de “Un día, un cuento” y bien puede representar a muchas Renatas del mundo. Una mujer que encarna un ideal de orden y disciplina que se defiende como fundamento de la felicidad y la estabilidad del mundo.
Sin embargo, el relato revela, con una sutileza progresiva, cómo esta rigidez es tanto su fortaleza como su mayor miedo, tejiendo una crítica implícita a la idealización de las estructuras inamovibles y al escapismo literario como refugio idílico.
El cuento podría estructurarse en dos momentos: el primero, una descripción ritualística de la vida de Renata y su espacio ordenado, que contrasta con el caos externo; si bien ella se muestra segura y metódica, seis pisos abajo la realidad es muy diferente.
El segundo es un quiebre inesperado que desnuda la vulnerabilidad de ese sistema. Con una prosa sencilla, pero cargada de detalles sensoriales —el leve olor a colonia, el talco en los rizos, el café fuerte—, construye un mundo tangible que invita al lector a habitar la cotidianidad de Renata.
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Dicha minuciosidad no es gratuita, ya que sirve como contrapunto a la crisis que se evidencia posteriormente, cuando la protagonista se enfrenta a una verdad que no puede maquillar ni encajar en sus fórmulas narrativas habituales: su propia vida.
Renata es un personaje complejo, a pesar de su aparente simplicidad. Su vida está regida por una ética de la productividad y la perfección que se ve reflejada en su producción diaria de cuentos románticos para las amas de casa que buscan en sus historias un espejo idealizado de sus deseos.
La crítica de la comunidad feminista a Renata, que ella transforma más tarde en un relato vengativo, revela una contradicción: su obra, lejos de ser creativa, perpetúa estereotipos femeninos históricos que ella misma habita, consciente o inconscientemente.
Los relatos de Renata se adscriben dentro de mundos ideales y perfectos donde al final todos comen perdices, reflejando su necesidad de orden y su evasión de una existencia vacía, un tema que se comprende al final de la historia.
Por otra parte, el portazo del cuento puede entenderse con la ruptura de la rutina, un momento de catarsis que desmonta la fachada de Renata. Al intentar escribir un relato autobiográfico, sin los adornos de sus historias habituales, se encuentra con una verdad incómoda: su vida, despojada de los filtros del romanticismo, es "gris, triste, verdadera".
La decisión de eliminar el texto y regresar al día siguiente a su fórmula segura es, al mismo tiempo, un triunfo de su resistencia y una derrota de su introspección. Renata prefiere la comodidad de lo conocido a la incertidumbre de lo auténtico, un dilema que resuena como una reflexión sobre el papel del escritor y su relación con la verdad. Entonces,¿es Renata una víctima de sus propias rutinas o una arquitecta consciente de su ilusión?
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