Por: Rafael Acosta de Arriba/ None
Sobre la joven fotografía cubana no hay más remedio que estar atentos, si es que uno pretende descubrir los nuevos valores que van ascendiendo al primer plano del nivel artístico. Es muy fuerte la presión en cuanto a exposiciones y artistas que pugnan por hacerse sentir y por lo tanto hay que estar prestos a vislumbrar el talento dentro de la participación, a descartar lo realmente válido de la repetición y la copia.
En estos días veraniegos se exhibe en la Casa de la Poesía, en el llamado casco histórico de la ciudad, realmente la Casa del Marqués de Arcos, una muestra del joven Roberto Enrique Méndez, que merece ser vista y disfrutada con calma. Se titula ¨Diario de la Epidemia¨, y está compuesta por diecisiete imágenes que conforman un bien pensado ensayo fotográfico sobre el dominante tema de la epidemia que nos azota.
Con atinados títulos, las imágenes nos conducen a la reflexión que ha centrado a la humanidad desde inicios de 2020, cuando la Covid 19 hizo su letal irrupción en el planeta y paralizó el funcionamiento global, dejando un rastro millonario de muertes, enfermedades y daños económicos y sociales de los que tardaremos todavía en recuperarnos. Méndez registra la desgracia en un plano más íntimo, quizá más personal, en el que el arte pueda ofrecer mejor su propuesta. Nos habla esta muestra del impacto emocional y en todos los órdenes que representó (aún lo hace) la pandemia, de cómo trastocó las sociedades y llegó hasta el plano más individual, visto siempre desde la óptica del arte. Sin embargo, no hay un tono pesimista en el conjunto, más bien la descripción de una realidad que será reemplazada inexorablemente por otra en el devenir humano. El obvio interés antropológico de ¨Diario de la Epidemia¨, establece las relaciones entre imagen y cuerpo, como pivote de las reflexiones.
En las palabras al catálogo de la muestra, la poeta Leyla Leyva consigna: ¨Este artista, poco adolescente, realiza su examen figurativo del encierro en perspectiva visual con imágenes poderosas sobre fondos mayormente oscuros, lo que nos entrega una mirada perturbadora de ese espacio interior construido desde el plano, para una lectura de la realidad existencial y las contingencias de la espera cuando apenas tienes veinte años y te sorprende una época difícil¨. Nada más atinado que esta observación, pues no creo que hayan sido muchos los jóvenes (en Cuba y en el mundo) dispuestos a crear un discurso artístico con las penurias y los agobios y estropicios de la pandemia.
Es bueno que diga ahora que conocí la obra de Roberto Enrique Méndez de manera fortuita, aunque no desligada de mi relación con la fotografía joven cubana. Ocurrió a finales de 2018, cuando me convocó la Unión Europea (su embajada cubana) y la Fototeca de Cuba, para que presidiera su jurado en el concurso ¨Mujeres e integración social¨. Recuerdo que el día de la exposición, que se realizó con las obras premiadas, sin saber bien a ciencia cierta los nombres de los autores distinguidos, conocí al joven Roberto Enrique, hijo de un buen amigo de los años. Allí pude ponerle rostro al autor de una de las obras premiadas por nosotros. Y a partir de ese momento seguí, en lo posible, la trayectoria del joven artista.
Se que ahora trabaja Roberto Enrique en una nueva serie, que pretende nombrarla con el sugerente título de ¨Filosofía de la ansiedad¨, y en la que regresa a la meditación existencial utilizando de nuevo al cuerpo humano como centro. En el sentido de la reflexión del hombre con su entorno agresivo y con referentes de salud en sus juicios, hay otros creadores nacionales que también han incursionado con éxito. Pienso en Lisandra López Sotuyo (Lisanart), artista espirituana cuya obra sobre la salud y el ser ya ha tenido alguna excelentes exposiciones en tiempos recientes.
La obra de Roberto Enrique apenas está comenzando, y es bueno seguirla con atención. Solamente lleva tres años exponiendo, pues su primera muestra personal fue ¨Contrastes¨, en la Galería Carmen Montilla, en la Plaza de San Francisco de Asís, en 2019 y ha participado en una docena de muestras colectivas. En tan breve tiempo ya ha cosechado Roberto Enrique algunos premios y reconocimientos. Él ha demostrado ser capaz de manejar con destreza los símbolos y las preocupaciones más serias del presente y convertirlas en imágenes dialogantes, de fuerza expresiva y autenticidad.
Por delante posee el largo camino del arte, difícil, competitivo, lleno de espejismos y dificultades de todo tipo, pero siento que lo ha comenzado con buen paso y que tiene claro los derroteros. Animemos a este joven con su arte, contribuyamos a que despegue con viento en popa y a toda vela.
La exposición ¨Diario de la Epidemia¨, podrá verse durante el verano en la Casa de la Poesía, en La Habana Vieja, apuesto porque es una de las opciones interesantes para estas vacaciones.
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