“¿Sacamos cuentas en serio? Son 15 años de vida artística, profesionalmente hablando, pero son 20 si empiezo a contar desde que me regalaron mi primera guitarra, cuando tenía 17 años. ¡Imagínate!, andaba en ese momento en asuntos arrabaleros de patines y bicicleta en Santiago, cantando y actuando un poco en la escuela. Con los primeros acordes que le saqué a la guitarra descubrí que ese era mi camino, tal vez un poco tarde, pero lo bueno fue que lo descubrí.
”Después vino el Coro Madrigalista y a la par el trabajo en el Hotel Casagranda y en el restaurante del Morro, tocando música tradicional. “Tocaba por propina, lo combinaba con mi trabajo coral. Realmente tuve esa doble educación en el Madrigalista, con el Orfeón Santiago, en los talleres de Electo Silva, y seguía con mi trío. Fue una etapa muy rica y ese trabajo vocal que tanto gusta se lo debo a lo que aprendí en el coro.
”En la Casa de la Trova estaba en contacto con Eliades Ochoa, Compay Segundo, sin saber que eran personalidades. Comencé a componer en serio cuando descubrí a Martí y la música de Silvio Rodríguez, porque las primeras 20 canciones que escribí tuvieron como centro un amor platónico”.
—Luego vino el gran viaje…
—Sí, fui peregrino mucho tiempo. De Santiago fui a Holguín, a Santa Clara, a Camagüey… Fue un viaje largo pero fructífero porque llegué a La Habana. Fue duro, nunca es tan fácil llegar de provincia y lograr todo rápido. Pero decidí quedarme porque era una ciudad maravillosa, en la que te encontrabas en cualquier parque un grupo de muchachos con una guitarra y escribiendo “cadáveres exquisitos”. Se ha perdido un poco esta magia porque ahora casi todo el mundo tiene un celular, y cuando la tecnología irrumpe, las musas se esconden…
—¿Y puedes no encontrarlas?
—Siempre las buscaré, pero a veces es complicado. En este mundo sonoro que predomina hoy hay que apreciar el silencio, los momentos de calma. Está bien que haya música por todos lados pero a la hora de crear hace falta paz. Y yo vivo de componer canciones, es lo que me gusta, por eso necesito mi espacio.
—¿Te abruma ser tan conocido?
—Al principio sí, porque provengo de una familia muy humilde, sencilla, y era muy tímido. Un día me descubrí caminando por las calles de esta ciudad y recibiendo saludos de todo el mundo. Cada día hay un cubano o una cubana que me detiene en la calle. Así estoy más conectado con las personas y eso me alimenta también.
“Con los años he comprendido que la vida es muy corta, este viaje es breve. Por eso disfruto cada momento y dejo correr la intensidad que me puede hacer vibrar”.
—La Bienal de La Habana es un espacio idóneo para ti…
—Es que yo soy un performance andante, ¿no me ves? Y hago mis cositas con la pintura, que es uno de mis hobbies, junto a la natación y la cocina. Recibo clases en un taller en San Ignacio y Obrapía, llevo mis ideas a la pintura y haré performances en la calle en esa zona, para aprovechar la oportunidad de la Bienal.
—¿Proyectos inmediatos?
—Estoy haciendo muchas cosas, no me detengo. Una vez en París experimenté cantando en el metro, tuve dinero, claro, pero lo mejor fue que regalé música a todo el que pasaba.
“Continúo promocionado el disco El mundo está cambia’o, donde hay canciones que pensé que nunca iba a grabar y que le debía a mis amigos.
”Regresé hace poco de una gira por Oriente con José María Vitier, hice la parte del tenor de la Misa Cubana, con el coro Exaudi y otros. Una experiencia impresionante.
”Estuve en Estados Unidos, trabajé en México, iré en junio a Puerto Rico, luego con Kelvis Ochoa estaremos en Colombia a principios de agosto.
”Tengo temas para un disco nuevo que tendrá mozambique, kizomba, changuí… Más o menos me demoro entre tres y cuatro años entre un disco y otro. Quisiera producirlo yo mismo pero es muy costoso. Tengo amigos, de los mejores músicos de este país, que aceptarían acompañarme, y por ahora eso me está robando tiempo.
”Luego estaré en una reposición con teatro Las Estaciones de la puesta Cuentos de amor en un barrio barroco, con lo que yasaldé una deuda que tenía con la actuación.
”Al estilo de Sindo Garay, que no solo componía bellas canciones también hacía malabares, cantaba, hizo de clown…Yo soy un juglar, puedo hacer muchas cosas”.
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