Más allá de las distintas ideologías que caracterizan el mosaico de gobiernos actuales en América Latina, esta región de más de 600 millones de habitantes logró que el 2011 pueda identificarse como el año de la integración económica y política, en aras de lograr la unidad en temas fundamentales, como la independencia financiera y la paz en el área, dos valladares frente a la crisis global del capitalismo.
En este año que cumplirá su ciclo el próximo sábado, se puso de manifiesto el interés de los gobernantes de fortalecer la paz y la unidad, sin que Estados Unidos y otras naciones desarrolladas continúen con sus papeles de gendarmes de estas tierras pluriculturales, que exigen respeto e igualdad.
Situamos ejemplos: la voluntad de la guerrilla y el gobierno colombianos de superar diferencias y tratar de encontrar con respeto por las partes la paz en esa nación; el acercamiento del nuevo presidente colombiano Juan Manuel Santos con su colega ecuatoriano Rafael Correa y el fortalecimiento de las relaciones con el venezolano Hugo Chávez Frías, a fin de dejar atrás las tensiones creadas por el presidente derechista Álvaro Uribe, uno de los peones de Estados Unidos en la región.
De ahí que en primer lugar se planteara como válido el resultado en las urnas de las varias elecciones presidenciales celebradas, y que en Guatemala, por ejemplo, ganara un candidato, por voluntad de los votantes y por distintas razones, situado en una línea de derecha y neoliberal.
Pero también las urnas dieron la victoria al nacionalista de izquierda Ollanta Humalla en Perú, y ratificó en sus cargos al nicaragüense Daniel Ortega y a la argentina Cristina Fernández de Kitchner, quienes obtuvieron altas votaciones debido a sus buenos gobiernos en las áreas económicas y sociales.
OTROS AIRES SOPLAN EN LATINOAMÉRICA
Los números hablan por sí mismos, aunque ello no demuestra el significado que para las poblaciones más humildes tiene una importante mejoría en su calidad de vida.
Entre 1990 —año en que asumió el presidente izquierdista Hugo Chávez— y el 2010 la tasa de pobreza en la región disminuyó 17 puntos porcentuales, pasando de 48,4 por ciento al 31,4 por ciento de la población. La indigencia disminuyó 10,3 puntos al pasar de 22,6 por ciento al 12,3 por ciento.
Este año tales indicadores siguen bajando. Este 2011 concluirá con una baja adicional en la tasa de pobreza latinoamericana, con un 30,4 por ciento.
Ello representa en que tres millones de habitantes menos saldrán de la línea de pobreza.
El periódico The Economist destacó al respecto que mientras ocurre en tierras suramericanas, el número de pobres aumenta en Europa y los Estados Unidos.
América Latina creció económicamente este año en torno a un 4,7 por ciento, mientras Brasil, junto a China y Rusia se presenta como una de las naciones emergentes.
De hecho, la presidenta Rousseff hizo recomendaciones a la Unión Europea (UE) para tratar de salvar al bloque de la debacle económica en que está sumida e incluso ofreció una millonaria cifra en calidad de préstamo al otrora poderoso bloque continental.
Sin embargo, la región no creció pareja y de ahí la necesidad de la integración que tome en cuenta las asimetrías financieras de los estados latinoamericanos y caribeños.
El fortalecimiento de los organismos subregionales , como el Mercado Común del Sur, la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas y la reciente constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños van cerrando el paso a las pretensiones hegemónicas estadounidenses en esta parte del planeta.
Lo más importante de los diferentes foros efectuados durante el 2011 en estas entidades han tenido un denominador común, y es poner a la economía en función de los pueblos y tratar de equilibrar la distribución de la renta para elevar el nivel de vida de los sectores humildes, que son mayoría.
Aunque la pobreza ha retrocedido en las naciones donde hay gobiernos de izquierda o progresistas, todavía hay 48 millones de latinoamericanos viviendo en pobreza. Haití se mantiene hasta ahora como el más pobre de América Latina.
Es importante destacar que también la región ha diversificado su comercio con otras naciones como China, Rusia e Irán, y es de interés de los inversores alemanes, lo cual coloca en desventaja a la administración norteamericana, que con diversos planes —como el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y su versión de Tratados de Libre Comercio (TLC) intentaron apoderarse de las más endebles economías nacionales.
Asimismo, y a pesar de que América Latina está en mejores condiciones que en cualquier otra época para enfrentar la crisis capitalista global, también ha sufrido este año las graves consecuencias de las inundaciones y la sequía que han asolado distintos países con consecuencias para las exportaciones y los habitantes de las zonas afectadas. Decenas de muertos han causado las continuas lluvias en Centroamérica, mientras que en áreas suramericanas, por el contrario, el enemigo está en la carencia de agua.
A LA CALLE CUANDO HACE FALTA
Este año ha sido también el del resurgir de las protestas públicas de poblaciones que protestan por la situación económica o social en sus países.
Los estudiantes en Chile y Colombia pretenden una educación gratuita y de calidad; los mexicanos por la alta criminalidad generada por el narcotráfico; los bolivianos por hacer valer su Constitución Nacional en regiones donde intentaron violar algunos acápites; los venezolanos en defensa de su presidente Hugo Chávez.
También los hondureños han tomado las calles para protestar por los bajos salarios y la violencia de los paramilitares que asesinan a líderes políticos y periodistas, los panameños por los anuncios de recortes públicos, entre otras reclamaciones, han demostrado que los pueblos ya no se resignan mansamente.
Ello significa que aunque en numerosos países las poblaciones participan de la democracia —como Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Cuba, Venezuela, Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil— en otros todavía ese deber ciudadano está restringido a la partidocracia tradicional.
Comienza el 2012, y América Latina acepta nuevos riesgos y retos. Su peor enemigo —al menos para los gobiernos y líderes de la izquierda— sigue siendo Estados Unidos, que aunque enfrascado en guerras inventadas para apoderarse de los recursos naturales de sus víctimas, no ceja de fraguar planes de desestabilización, manipular medios de comunicación en manos de las oligarquías locales y fomentar la división interna en estados pluriculturales.
Sin embargo, nunca como ahora esta región del Sur de América ha sido tan fuerte para enfrentar cualquier plan conspirativo de Washington. Con sus armas económicas, políticas, sociales, sus gobiernos de amplio apoyo popular y una integración que alcanzó su climax con la constitución de la CELAC le resultará muy difícil al Presidente de turno de la América norteña retornar a la hegemonía que mantenía sobre esta área geográfica, rica en recursos naturales como petróleo, gas, agua, minería, entre otros muchos.
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