El Gobierno de la RDC confirmó que unos 1 500 reclusos escaparon de una cárcel en la ciudad de Beni, capital de la provincia de Kivu Norte, tras un ataque ejecutado el por presuntos miembros de Estado Islámico.
Esa evasión muestra, entre otros aspectos, la inexactitud mediática de una supuesta disminución del descontrol en el este del país con la presidencia de Felix Tshisekedi, quien sucedió en el cargo a Joseph Kabila Kabange, hijo del asesinado líder revolucionario Laurent Desire Kabila.
Sin duda, está confirmado que el asunto no radica en un cambio de gobernante, sino en una serie de problemas – y relaciones económicas- históricamente enraizados que llegaron a motivar guerras, en el caso particular dela RDC el pulseo siempre fue por su inconmensurable riqueza, la posesión de esta define hasta ideologías.
Aquellas contiendas bélicas 1996-1997, contra el régimen de Mobutu Sese Seko, la cual resultó una campaña victoriosa de Desire Kabila con la anuencia de Ruanda y Uganda y la guerra de 1998-2003 en la que enfrentó a los exaliados, y que concluyó su hijo Joseph, ya como presidente.
Lo real es que existe mucho “fuego de artificio” alrededor de la situación del oriente congoleño y en su necesario retorno a la estabilidad, una condición muy vapuleada y manipulada y que parece situada por encima de los esfuerzos de las administraciones que rigen desde Kinshasa
En el caso del oriente congoleño cada vez se observan acciones conjugadas en su ejecución: la prisión de Kangbayi, de donde escaparon los prisioneros comunes la atacaron efectivos rebeldes ugandeses de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) y lo reivindicó el Estado Islámico, ahí está a su consanguineidad terrorista.
Los asaltantes llegaron a la instalación carcelaria y dispararon contra los custodios del lugar donde se calcula que en aquel momento tenía una población de más 1 000 reclusos, reseñó Congo Synthèse.
Esos asaltantes portaban equipos eléctricos para derribar la puerta de la prisión, que lograron destruir y liberar a todos los presos, y según declaró a la prensa el alcalde de la localidad, Modeste Bakwanamaha: “ Nos quedamos con sólo 110 detenidos voluntarios de los más de mil".
Así la reciente evasión de prisioneros pasa a ser un acto más –aunque bien delicado- que se incorpora al menú de la inseguridad enfrentada el este del país, donde durante el año se registraron centenares de asesinatos de civiles perpetrados por bandas de diversos perfiles, pero en su totalidad aliadas al terror.
La violencia persiste en las provincias del este, pese a las acciones gubernamentales para imponer la ley y el orden, las fuerzas de seguridad enfrentan a guerrillas que aparentemente transitan por debajo del radar y se vinculan con la extracción y comercio de recursos naturales o al saqueo de bienes perecederos, así de simple.
Esa tensión que parece perpetuarse y su persistencia la comprueban a diario los pobladores de Kivu Norte, Kivu Sur e Ituri, las tres provincias más afectadas por esa situación y que son fronterizas con Ruanda y Uganda, por lo cual la insistente violencia en la región oriental también perjudica a los vecinos.
“En el último censo se contaron 132 grupos armados a los que habría que añadir bandas de criminales comunes”, detalla Carlos Batallas, jefe de la oficina del Comité Internacional de la Cruz Roja en Goma.
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